
“A mi me gusta mucho comer y necesitaba una ayuda, ¿sabes? Por voluntad propia no me salía”, dice Irma, quien a sus 51 años ha comenzado a usar wegovy, un componente activo del ozempic utilizado para bajar de peso y que ha ganado popularidad en todo el mundo debido a su rápido efecto.
Trabaja como visitadora médica en España por lo que ya había escuchado sobre el medicamento, así que, como muchos de sus conocidos, decidió iniciarse en el proceso que el mundo del espectáculo convirtió en tendencia inyectable. En dos meses logró bajar 9 kilos.
Un análisis de sangre para comprobar que todo estuviera en orden bastó para que le expidieran la receta.
“Le dije a mi médico que me lo recetara. Yo me pinchó los viernes, es como un pinchazo de insulina: una agujita muy pequeña, subcutánea y ya está”, comparte con Milenio.
Medicamentos para perder peso: ¿buenos o malos?
Diversos médicos son partidarios del uso de este y otros medicamentos similares, que en un primer momento tenían el objetivo de tratar la diabetes y hoy se han convertido en un opción para las personas con obesidad o sobrepeso que no han encontrado solución en las dietas.
La doctora Rosa María Vargas Guzmán, quien desde hace cinco años se dedica a la prevención de enfermedades cardiacas a través del acompañamiento y cuidado correcto de la diabetes, hipertensión y obesidad, considera que estos nuevos tratamientos son seguros y eficaces, siempre y cuando se cuente con el acompañamiento correcto.
“Esto no es magia aunque nos haga mucho más llevadero el proceso. Tiene que ir acompañado de una correcta alimentación, de los nutriólogos para que te digan lo que necesitas y de los médicos que han descartado ya otras enfermedades como el hipotiroidismo u ovario poliquístico o alguna otra que te está llevando a la obesidad”, explica en una entrevista con este medio.
Irma comparte que, desde que utiliza el Wegovy come “muy poco”. El medicamento se llevó sus ganas de picar algo entre comidas y la hace sentir satisfecha con menos cantidad de alimentos.
“Estoy comiendo muchas más frutas y verduras, porque me apetece más que comer algo con grasa. Yo creo que estaré unos dos meses más haciéndolo”, comenta.
Hasta ahora sus análisis de sangre han resultado positivos. Aunque planea dejar el medicamento próximamente, no lo hará de golpe. Sobre si solicitara acompañamiento médico posteriormente, es otra historia.
En este sentido, la Dr. Rosa advierte la necesidad de un seguimiento integral durante todo el proceso, mismo que demanda trabajar de la mano de nutriólogos y psicólogos.
Por un lado, al momento de recetar fármacos como el Ozempic, el Wegovy o la Tizapatida se deben prever y prevenir efectos negativos como la caída del cabello o la pérdida de músculo.
“¿Qué sucede si vas y solo lo compras? Primero, puede que no sepas que tienes una contraindicación, es decir, que padezcas una enfermedad por la que no debas utilizarlo”, señala.
Las personas con antecedentes de cáncer medular de tiroides, o que padecen diabetes tipo 1, pancreatitis u obesidad por estrés, ansiedad o hambre emocional no son candidatas a recibir estos tratamientos, ya que, más que ayudar, podrían experimentar efectos negativos.
A ello se suma el riesgo de seguir una dieta básica en calorías que al final puede incentivar la pérdida de músculo: “Si se va el músculo, tu metabolismo se va a ir al suelo y cuando dejes el tratamiento vas a recuperar peso mucho más fácil”.
Cuando hay un tratamiento integral, los resultados son más que positivos. Una de cada tres pacientes puede experimentar hasta el 20% de la grasa corporal con Ozempic, mientras que la Tirzepatida puede disminuir más del 25%.
“Tengo muchos pacientes con este medicamento. Los resultados son maravillosos, pero siempre tienen que tener el acompañamiento y seguimiento. Sin embargo, en el país es una realidad que se utiliza sin una receta médica”
“Si no sabes ponértelo vas a estar vomitando, vas a tener diarrea. No sólo es ir subiendo las dosis. (…) Pero si hay alguna complicación no vas a saber como resolverlo. Además, medicamentos patito, hay muchísimos”, agrega.
La doctora María también padeció obesidad. Es consciente de que la enfermedad tiene repercusiones psicológicas.
“Es triste y doloroso. Ya no quieres ir al cine porque no cabes en la butaca y sientes que estás lastimando o enfadando a la persona de alado cuando te subes al avión (…) La obesidad es una enfermedad crónica, progresiva. No es algo que se quite, es algo que hay que aprender a trabajar (…) Es habitual volver a subir. Necesita encontrar una estabilidad no desde el dolor”, comparte.
El uso de estos medicamentos va mucho más allá del perder peso. Sin acompañamiento, hay poca garantía de sostener los resultados a largo plazo.
Información de Milenio.