Bluey, Cocomelon y Pocoyó: Esto dice una psicóloga infantil sobre estas caricaturas

El programa fue señalado por "generar adicción" en niños y niñas. Sin embargo, Alejandra Zertuche, especialista en psicología infantil, afirmó que cualquier caricatura puede ser perjudicial para las infancias

A mediados del 2024, el programa infantil “Cocomelon” fue señalado de causar adicción  en las niñas y los niños por sus colores saturados, cambios de escena rápidos y “animación creepy”.

“Es como crack para sus cerebros (…) Se convierten en ‘coco monstruos’. Evítalo a toda costa”, advertía el usuario ‘Antique-Cattle915’ en un foro de Reddit. “No estoy seguro qué es, pero la forma en que deja atónitos a los niños es salvaje”, escribió ‘cmac92287’.

Aunque para Alejandra Zertuche, experta en psicología infantil, los efectos del show de la sandía sonriente en las infancias va más allá de sólo decir si les perjudica o no. Pero como respuesta “de bote pronto” señaló:

“Las temporadas de antes, ahí sí, yo te diría que no son convenientes para los niños”.

En su canal de YouTube, “Cocomelon” ostenta más de 190 millones de suscriptores y sus videos— los cuales son extractos de los programas completos, disponibles en plataformas como Netflix y Amazon Prime Video— llegan a tener miles de millones de vistas. Simplemente, la canción Wheels on the Bus es la más popular con más de 7 mil 685 millones; mientras su versión en español “Las ruedas del bus van” tiene 95 millones.

Estas y otras escenas fueron objeto de análisis de varios creadores de contenido, especialmente en TikTok, que recomendaban “alejar a los bebés de Cocomelon” por considerarlo adictivo, hipnotizante y dañino para el desarrollo infantil.

Y si bien el tema acaparó las principales tendencias de redes sociales, Zertuche se enteró de la controversia por sus propias amigas. En entrevista con Milenio, recordó lo que llegaron a comentarle a través de mensajes de texto: “Ale, dicen que ‘Cocomelon’ es súper malo y genera hiperactividad”.

Así, “se dio un clavado” en los capítulos. Sin embargo, su veredicto no coincidió con el que se formuló en las redes sociales; o no del todo: si bien no recomendó el contenido de años anteriores, afirmó que las nuevas entregas son más aptas para el público infantil.

“Después de la polémica, sacaron nuevos episodios y la verdad están tranquilos. Son de aprendizaje y empezaron a enseñar la parte emocional. Les explican las emociones. Me encantó, pero no todas (las temporadas). Sólo las últimas”, subrayó.

De hecho, un estudio del Journal of English Language Teaching and Applied Linguistics demostró que las canciones de “Cocomelon” ayudaron a niñas y niños de 6 a 12 años a aprender el idioma inglés y adquirir más vocabulario. Lo cual, a su vez, podría servir como un complementario de la educación parental, más no un sustituto.

“Madres y padres aún deben escoger los contenidos que son más educativos para el proceso de aprendizaje de sus hijas e hijos, tanto para la introducción del lenguaje como de normas y comportamientos sociales”, señala

¿Qué caricaturas puede ver mi hijo?

Aunque el debate ha girado en torno a Cocomelon, cualquier caricatura puede ser potencialmente dañina para el desarrollo de las y los niños. Más aún si se convierten en su único entretenimiento o el predominante.

“Si me dices: ‘¿Son beneficiosos?’. No. Nada es beneficioso, pero (hay que optar por) lo más beneficioso que pueda ser”, contestó Alejandra Zertuche al ser cuestionada por las ventajas que estos programas tendrían en la infancia.

​En plática con Milenio, la psicoterapeuta reconoció que la era digital ha dificultado la misión de padres y madres por no recurrir a las pantallas (llámese celular, tablet o televisión) para la crianza de sus bebés. Y al no poder “escapar” de ellas, será crucial la elección adecuada de contenido.

Uno de los puntos a cuidar es que los personajes no utilicen lenguaje o muestren conductas groseras , grotescas o agresivas, tales como gritos, berrinches, pataletas, golpes o mordidos. Esto, a fin que el niño o la niña evite pensar que “se puede salir con la suya” si replica un comportamiento así: “Por ejemplo, la caricatura de Peppa Pig. Yo la he visto y no es una buena caricatura. La cerdita es grosera con papá, grita y hace berrinches”.

Asimismo, Zertuche mencionó a algunas series por tener escenas de acción o enfrentamientos que, si bien no son tan violentos, “no sabemos cómo la niña o el niño está recibiendo esa información”. Tal es el caso de Paw Patrol (“La patrulla canina”) o Ladybug.

“Realmente esa serie (Ladybug) está fundamentada para adolescentes, pero como no les funcionó, la están aplicando para niños de cuatro o cinco años”.

Cabe señalar que las caricaturas deben considerarse como un último recurso. Es decir, cuando no haya otra manera de mantener al niño o la niña entretenidos.

¿Entonces qué tipo de historias o contenidos pueden consumir los menores?

Una opción es optar por mensajes que inculquen amor, amistad, respeto y empatía. Para ello, la psicoterapeuta evocó las caricaturas de “Daniel el Tigre” o “Bluey”: “Son responsables. La familia se abraza. Cuidan de los demás, respetan y enseñan bondad”, detalló Zertuche sobre esta última.

“Pocoyó”, por su parte, ha sido uno de los programas que más se incluye en las “listas negras” de contenidos infantiles. Aunque Zertuche difirió de estas opiniones.

“El lenguaje es bueno. No se pegan o se golpean. No hay tanto estímulo visual para estar creando problemas de sobre estimulación. Sería un safe”.

Pero más allá de los títulos, Alejandra Zertuche prefiere se apueste por los contenidos interactivos.

Es decir, aquellos donde los niños puedan reflexionar, tengan tiempo de responder e interactúen con los personajes; muy al estilo de “Dora la Exploradora”. Y si en éstos se incluyen a personas reales, mucho mejor, tales como: “Las pitas de Blue”, “Ms Rachel – Toddler Learning Videos”, “La muñeca de Gaby”, “Charlie Villacolores” o “Hugo la gran pregunta”.

“Pantallas nulas hasta los tres años. Pero si vas a poner algo, que sea una persona real con un contenido y lenguaje bueno. Porque es como si estuviera con una maestra y no con una caricatura”.

Información de Milenio.

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