REPORTAJE| “Siempre alerta, nunca reconocidos”: la vida de los guardias de seguridad 

Por: Alan Martínez

Chihuahua, Chih. – Portan uniforme, silbato, tolete y, en algunos casos, un arma. Custodian centros comerciales, bancos, fraccionamientos, escuelas y hasta hospitales. Están en todas partes y, sin embargo, pasan desapercibidos. Son los guardias de seguridad privada, quienes trabajan bajo un régimen estricto, extensas jornadas y condiciones laborales que muchas veces rayan en lo precario, sin que su labor reciba el reconocimiento que merece.

“Pues trabajamos 12 horas, a veces sin relevo (…) si pasa algo, el responsable es uno”, cuenta Francisco, quien lleva más de 15 años como guardia en distintos turnos, actualmente de un banco ubicado sobre la Teófilo Borunda. A sus 47 años, dijo, ha presenciado desde robos frustrados hasta peleas familiares en zonas residenciales. 

“La gente cree que solo estamos ahí parados, pero tenemos que estar atentos todo el tiempo (…) No puedes descuidarte porque te digo que si algo pasa, tú eres el responsable o te culpan a ti porque te pagan pues para eso, estar vigilando todo”.

Jornadas que superan los límites

Aunque la Ley Federal del Trabajo establece que una jornada no debe exceder las ocho horas diarias, es común que los guardias trabajen 12, 24 e incluso 36 horas seguidas, según reconocen varios entrevistados en distintas empresas de seguridad. 

A menudo, la razón es la falta de personal o el incumplimiento de turnos por parte de compañeros.

“…no es raro que te digan que no hay relevo, que te tienes que quedar hasta que llegue otro (…) Sí, si no te quedas, te descuentan el día o te castigan con los peores turnos”, señala Gabriela, quien trabaja como guardia en un supermercado también ubicado sobre la Teofilo Borunda.

Sueldos bajos y sin prestaciones

Pese a los riesgos que enfrentan -desde enfrentamientos con ladrones hasta confrontaciones con personas violentas-, los sueldos no compensan el esfuerzo. En promedio, un guardia de seguridad en Chihuahua gana entre 6 mil y 9 mil pesos mensuales, en algunas ocasiones sin seguro médico, sin vacaciones pagadas ni aguinaldo, lo cual es más común en guardias de casetas de fraccionamientos, según testimonios de ellos mismos.

“Yo diría que lo peor es que cuando algo pasa, tú eres el primero al que señalan, aunque hayas hecho bien tu trabajo…”, explica el joven David de 28 años, quien recientemente renunció tras denunciar que una de las cámaras de vigilancia de su zona estaba fuera de servicio desde hacía semanas.

Capacitación mínima o nula

Aunque la Ley de Seguridad Privada exige a las empresas capacitar a su personal, muchos guardias aseguran que su formación se limita a “un cursito de un par de días”, y que nunca reciben actualización en protocolos, derechos humanos o uso de fuerza.

“Nos enseñan a reportar, pero no… bueno a mí no me tocó, a defendernos bien si algo pasa (…) Nos mandan al frente sin herramientas que nos sirvan para lo que a veces podría pasar”, dijo Paola, quien trabaja como guardia en una tienda de ropa del corredor de la calle Libertad, en el centro de la ciudad.

Invisibles, pero esenciales

La pandemia por COVID-19 visibilizó la importancia del trabajo de muchos sectores, pero los guardias de seguridad no figuraron entre los “trabajadores esenciales” reconocidos por el gobierno. Aun así, mantuvieron su presencia en hospitales, centros de vacunación, tiendas y residencias, expuestos al virus, sin equipo de protección adecuado y sin posibilidad de ausentarse.

“Éramos los que asegurábamos que nadie entrara sin cubrebocas, que no se juntaran mucho las personas o que se respetara pues lo que teníamos que hacer…”, recuerda Paola,.

¿Y el futuro?

Actualmente existen miles de guardias de seguridad en el estado de Chihuahua, distribuidos en decenas de empresas, muchas de ellas tercerizadas, lo que complica la fiscalización y garantía de derechos laborales. La demanda del servicio crece, pero las condiciones de quienes lo ofrecen no mejoran al mismo ritmo.

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