
Un concierto puede convertirse en el mejor recuerdo del año o incluso de la vida: escuchar la música en vivo del artista o la banda que sus canciones nos han acompañado en varias etapas de nuestras vidas.
Poco esperaríamos que un evento de tal importancia pudiera provocarnos sentimientos de tristeza; que resultara perjudicial para nuestra salud o incluso no pudiéramos recordar momentos que prometimos nunca olvidar.
Actualmente es cada vez más común ver en Instagram o TikTok videos de personas confesar entre lágrimas que extrañan al artista o la banda que vieron en vivo la noche anterior. Tanto así que algunas pasan un par de días sin poder levantarse de la cama o retomar su rutina.
Este sentimiento es conocido como la depresión post-concierto. Y pese a no ser reconocida formalmente como un diagnóstico, es un común denominador entre las y los amantes de la música, especialmente, en quienes acudieron a un concierto tras meses de espera o desarrollaron algún tipo de vínculo parasocial con el artista.
Las personas que la padecen experimentan una profunda tristeza y nostalgia, la cual, entre otras razones, responde al repentino salto de una atmósfera donde había exceso de felicidad y euforia, a la vida diaria que resulta monótona, aburrida e incluso desagradable.
En el evento el cerebro produce hormonas de la felicidad, como endorfinas y dopamina, en niveles tan altos que es normal experimentar un ‘bajón’ una vez terminado. Y aunque algunos de sus síntomas llegan a empalmarse con los de la depresión clínica, la que se experimenta al finalizar un concierto tiene claras diferencias.
Un estudio realizado en 2020 por la Universidad de Ulster, detectó que menos de una quinta parte de las y los encuestados presentó síntomas de depresión durante todo el día, a lo largo de dos semanas. En tanto, la otra gran mayoría afirmó tener estas sensaciones de una a dos veces por semana, o cada dos días.
Por ende, los síntomas de la depresión post-concierto son ocasionales y no deberían perdurar más de dos semanas. En caso de ser así, y toda vez que se someta a una opinión experta, se podría insinuar una depresión clínica, cuyos síntomas contemplan:
- Sentimientos de tristeza o vacío
- Desinterés en las actividades diarias
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones
- Sentirse fácilmente fatigado, desmotivado y sin sentido
- Presentar dificultades para dormir
- Tener cambios en el apetito
¿Ya no escuchas bien después de un concierto?
Es imposible no exaltarse cuando la intensidad de la primera canción del setlist hace retumbar nuestro pecho, mientras las luces apuntan al escenario en espera del artista o la banda.
El repentino inicio del espectáculo provoca que algunos desprevenidos cubran rápidamente sus oídos, mientras, con un ensordecido grito, dicen “¡Se oye muy fuerte!”. Pero la euforia es mayor y rápidamente esa molestia queda en el olvido… o eso pareciera.
Al salir de un espectáculo, algunas personas suelen experimentar una especie de sordera, causada, precisamente, por la exposición prolongada a sonidos fuertes.
El Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD) la define como una pérdida de audición inducida por el ruido y de naturaleza temporal, toda vez que los decibeles a los que nos expusimos no hayan alcanzado o superado el nivel del umbral de dolor— el cual ronda en los 120 decibeles (dBA)—.
Pero esta afectación no se presenta únicamente en quienes asistieron a un concierto, también puede ser consecuencia de hábitos tan comunes como escuchar música en los audífonos a un volumen alto o cortar el césped con máquina, o incluso de deportes como el tiro olímpico.
Según explica el Instituto, en la mayoría de los casos, la audición se pierde debido a un daño en las células ciliadas. Estas son células sensoriales, cuyo movimiento, creado por una onda sonora, es el primer paso del proceso que envía las ondas al cerebro para transformarse en sonidos.
¿Y cuánto dura la pérdida de audición temporal? Dependiendo de la intensidad, la molestia puede desaparecer entre unas 16 a 48 horas más tarde. No obstante, algunas investigaciones sugieren que hay posibilidad de daño residual en el largo plazo.
Asimismo es posible presentar acúfenos al salir de un concierto. Es decir, zumbidos, pitidos, campanilleos o chasquidos que percibimos sin una fuente externa de sonido.
Normalmente, su manifestación se interpreta como un aviso para limitar la exposición al ruido y, al igual que la “sordera post-concierto”, suelen desaparecer al cabo de unas horas. No obstante, pueden volverse permanentes si no moderamos el volumen o las visitas a lugares con altos niveles de ruido.
¿Existe la amnesia post-concierto?
La gira mundial de Taylor Swift, en 2023, abrió la conversación respecto a una condición que las swifties de varios países estaban presentando: no podían recordar partes del concierto.
Claro que en sus memorias estaban aquellos momentos donde intercambiaron pulseras con otras fans, cuando se probaron sus outfits o su primera impresión al acceder al recinto. Pero pareciera que su mente había olvidado pequeños detalles: una canción, algún discurso o una plática trivial que tuvieron antes del concierto.
Sin embargo, esto no es tan intimidante como pareciera, pues aunque no se retengan datos muy específicos, la experiencia de haber asistido es, por sí sola, digna de recordarse para toda la vida.
Así lo sostuvo en una entrevista para BBC la doctora Michelle Phillips, profesora de la Royal Northern College of Music, quien comparó esta sensación con la frase “el tiempo vuela cuando te estás divirtiendo”.
Esto, explicó, debido a que las y los fans están tan entusiasmados e inmersos en un momento que no les dio tiempo de procesar adecuadamente todo lo que acababan de ver. Y más aún, con espectáculos cuyas producciones incluyen diversos estímulos como confeti, fuegos artificiales, convivencia con el fandom o una canción especial: “Simplemente codifican algunos aspectos del evento en la memoria y otros no”, dijo al medio británico.
Información de Milenio.