
“¿Vieron lo que salió en el Facebook anoche?”, preguntó mi padre durante el desayuno. Pero antes de que pudiera poner al corriente a la familia, quizá con alguna noticia de nota roja o de política, mi madre intervino rápidamente: “¡Ay, no! A mi no me gusta ‘ensuciar’ mi mente con cosas feas”. Nadie volvió a tocar el tema y el día siguió como si nada.
Días después, el algoritmo de TikTok me llevó a una joven que decía no consumir noticias porque se daba cuenta que “el mundo es cada vez más cruel”. Su video, ambientado con la canción Nunca es Suficiente de Natalia Lafourcade, recibió más de mil comentarios de personas que pensaban y sentían lo mismo: “Por eso dejé de verlas, duele mucho”, “Yo no veo noticias. Me lleno de ansiedad”, “Hace mucho dejé de prestarle atención después de una crisis que me dio por lo mismo”, “Pensé que era la única”.
Ambos casos son el reflejo de lo que ocurre en la era digital: el consumo de noticias se convierte en un acto que en lugar de motivar a informarse, propicia el aislamiento, la desinformación o, en el peor de los casos, afectaciones psicológicas.
¿Qué es la infoxicación?
La infoxicación es generalmente definida como una resistencia o rechazo activo o intencional de las noticias, usualmente, a consecuencia de la sobreexposición (que es la saturación de información) y la hiperconectividad (la capacidad de estar conectado a través de múltiples dispositivos y plataformas).
Esto ocurre porque, contrario a los medios tradicionales que establecen horarios— por ejemplo, la edición matutina de un periódico o el noticiero de las 10 de la noche—, la información en las redes sociales aparece a lo largo del día de manera indeterminada.
Pero como diría el refrán, todo en exceso es malo. Por lo que un exceso de información suele orillar a las personas a decidir, por voluntad propia, a no informarse más.
El estudio Reuters Institute Digital News Report arrojó que, en el 2023, el 36% de sus encuestados admitió evitar las noticias “de vez en cuando”, lo cual representó un alza del 7% frente al 29% registrado con el 2017. La manera más común de evadirlas era apagar el radio o la televisión cuando comenzaban los programas informativos o, en el caso del celular, scrollear.
También arrojó que hubo más resistencia a asuntos relacionados con la guerra Rusia-Ucrania, la política, la justicia social y crímenes. Estos son temas que tienden a generar ansiedad, estrés o desesperanza en sus audiencias, pues el cerebro humano “no está diseñado para procesar un bombardeo constante de malas noticias”, de acuerdo con el psicólogo, Jesús Ramírez Escobar.
“Mientras más uno investiga, más complejidad encuentra para poder estar tranquilo. O sea, consumir más noticias sin control es como vivir una especie de incendio: la información no ilumina, solamente abruma”, dijo en entrevista con Milenio.
Ramírez Escobar explicó que el consumo desmedido de noticias puede incluso provocar una “versión paranoide” de la realidad, es decir, que las personas perciban la violencia o las crisis hasta en los más mínimos elementos.
“El reto actual no es informarse como tal, sino saber filtrar qué tipo de información realmente vamos a consumir. (…) Está bien informarse, pero así como cuidamos lo que comemos hay que cuidar lo que consumimos”, reflexionó.
¿Desconectarse es la solución?
Uno de los tips para “vivir en paz” que varios tiktokers suelen recomendar es reducir o eliminar el consumo de noticias. Sin embargo, la efectividad de este consejo aún genera debate entre los expertos de la materia, al ser una decisión en la que influye tanto la persona, el tipo de noticia o incluso el medio que la ofrece.
“Hay tipos de medios que explotan esta situación. O sea, el morbo popular ha estado presente”, señaló Jesús Ramírez, quien se dijo más partidario de que haya un equilibrio y control al consumir de noticias.
“No es apagar las noticias, sino no dejar que nos apaguen a nosotros. Empezar a ser más atentos de los efectos que tienen este tipo de lecturas. (…) Así como hay un momento de sobreexposición, también puede haber un momento de silencio. Pero a veces la gente se silencia a sí misma por exponerse a otros medios que es lo que principalmente está generando estos efectos, tanto de fatiga, estrés y, en todo caso, ansiedad”.
¿Cómo regular mi consumo de noticias?
Una de las recomendaciones del psicólogo Ramírez es poner “atención sobre la atención misma”, es decir, ser conscientes sobre las cosas a las que dirigimos nuestra atención a lo largo del día. Asimismo, habló de desacelerar el consumo, crear espacios de silencio y buscar relatos más aterrizados a nuestra realidad: “Pero no solamente leer lo que pasa, sino cómo me afecta a mí o cómo me está tocando”.
La gente no sabe por qué ve lo que ve
Las noticias han saciado la curiosidad que el ser humano tiene por naturaleza, ya sea a través de periódicos, televisión, de boca en boca y, en las últimas décadas, en redes sociales o portales web.
A diferencia de las vías tradicionales, los medios digitales ofrecen la posibilidad de encontrar noticias— usualmente actualizadas— en cualquier momento y lugar. Pero esto no llega de a gratis: la inmediatez del ciberespacio puede costar que perdamos el control o la capacidad de escoger cuándo, cómo y cuánta información consumir.
Los hashtags o las búsquedas filtradas son algunas de las herramientas que indican al algoritmo cuáles noticias mostrarnos, cuáles no o, de plano, no mostrarnos ningún contenido noticioso.
El problema recae cuando alguien decide romper esta configuración para buscar un acontecimiento que, quizá, inicialmente no estaría dentro de sus intereses. El algoritmo es sensible a los cambios y una simple modificación podría llevarnos a los callejones que queríamos evitar.
“Una persona de repente busca una noticia y esta noticia llama a otra y otra y otra. (…) Entonces, ¿hasta dónde queda la elección, o la voluntad, de una persona que tiene la inquietud de informarse?”, reflexionó Ramírez Escobar.
Por otro lado, el especialista consideró que las sugerencias de contenidos, proveídas por los algoritmos, repercuten en la capacidad de algunas personas para decidir conscientemente si un contenido es o no de su agrado.
“Anteriormente, cuando había una capacidad limitada, por ejemplo, de memoria en el consumo del MP3, la gente tenía que elegir qué canciones escuchar o qué grupo seguir. Y ahora ya no hace falta esa situación, solamente se consume más (…) parece que simplemente les gusta lo que le va apareciendo”.
Los efectos de este fenómeno, también nacido de la sobreestimulación de los espacios digitales, se observan mayoritariamente durante la adolescencia por ser la etapa donde se forja la identidad. Por ende, y ante una realidad reinada por la sobreexposición, las y los jóvenes presentan más dificultades para enfocar su atención en un sólo elemento.
“La gente ya no tiene claro por qué se acerca a determinadas situaciones o grupos o podcasts. (…) Cuando nosotros les preguntamos a las personas por qué eligen alguna situación, sobre todo a nivel de consumo de medios digitales, la verdad es que no lo saben”.
Información de Milenio.