REPORTAJE| Rocky lo inspiró, la vida lo formó: la leyenda de Picos Montes

Por: Alan Martínez

Por generaciones, los barrios del sur de Chihuahua han vibrado al ritmo de los guantes, las cuerdas y el sudor en el ring. En ese escenario de carencias y sueños, se forjó una leyenda viva del boxeo local: Rodolfo Montes Herrera, mejor conocido como Picos Montes, un nombre que resuena con respeto en cada gimnasio de la ciudad.

A punto de cumplir 65 años, Montes trabaja actualmente en el Instituto Municipal de Cultura Física y Deporte (IMCFyD), en el gimnasio Ávalos Villa Juárez, gracias al respaldo del alcalde Marco Bonilla. Sin embargo, su historia va mucho más allá de una oficina o un cuadrilátero.

Un origen entre películas y sueños

El amor de Picos por el boxeo nació en el seno familiar. Su hermano, Marcial Montes, fue boxeador amateur hasta que un accidente lo obligó a retirarse. Su padre, Don Erminio, proyectaba películas en el cine, y por las noches reunía a la familia frente al televisor para ver las funciones de box en el programa “Round Cero”.

Pero fue la emblemática película Rocky, en los años setenta, la que encendió la chispa definitiva en Rodolfo. “Le dije a mi hermano: ‘¿qué, hermano, no me entrenas?’”, recuerda. Así comenzó su camino.

Como amateur tuvo 15 peleas, de las cuales ganó 12. Pero más allá de sus combates, lo que realmente lo definió fue su vocación de líder. Desde niño organizaba juegos de fútbol con otros chavalos.

Esa misma vocación lo llevó a abrir su primer gimnasio enfrente de su casa, entre tapias, y más tarde en una caballeriza, donde entrenaba entre la pastura y los caballos. Así, entre la falta de recursos y la pasión genuina, nació el entrenador.

De la carencia al éxito

“Con muchas carencias”, repite varias veces Montes al hablar de sus inicios. No había costales, ni manoplas, ni apoyo económico. “Nosotros hacíamos manoplas, costales, echábamos aserrín”.
Aun así, no se rindió.

Se fijó metas claras: primero formar un peleador, luego ganar un torneo local. Con el tiempo, fue tachando objetivos cumplidos hasta alcanzar más de cien medallas a nivel nacional.

Su visión del boxeo lo distingue. Reconoce que no fue un gran peleador, pero eso nunca lo detuvo.
“No es lo mismo ser un peleador que ser un entrenador”, afirma. Y en ese rol ha logrado lo que pocos: cinco campeones nacionales, un campeón mundial juvenil y una lista de atletas transformados en profesionales y, aún más importante, en hombres de bien.

Dos tipos de logros

Para Picos Montes, los logros no sólo se miden en medallas. “El lado humano es que has creado gente de bien”, dice con orgullo. Jóvenes que encontraron en el boxeo una salida, una disciplina, un propósito. Muchos se alejaron de la calle para convertirse en licenciados, odontólogos, profesionistas.

En el plano deportivo, su carrera está marcada por nombres que dejaron huella: los hermanos Zaleta (Víctor, Odilon, Alberto y Carlos), Marco “el Dorado” Reyes —quien peleó en Las Vegas contra el hijo de Julio César Chávez—, y Luis Enrique Grajeda, su primer pupilo en firmar con Golden Boy Promotions.

Odilon Zaleta Reyes, en particular, representa una de sus mayores satisfacciones. Con medalla de plata en los Juegos Centroamericanos del Caribe en Cartagena, Colombia, fue uno de los exponentes más destacados del boxeo amateur chihuahuense.

Un entrenador con reconocimiento

Montes es el único entrenador de boxeo en Chihuahua que ha recibido los tres reconocimientos más importantes del deporte municipal y nacional: el Teporaca como mejor entrenador, el Premio Estatal del Deporte, y el Certificado del Comité Olímpico Mexicano.

También ha tenido la fortuna de conocer figuras como Julio César Chávez, Don Nacho Beristain, Edy Reynoso y hasta Muhammad Ali.

Ha llevado boxeadores a pelear en Rusia, Japón, Argentina, Puerto Rico, Panamá, Estados Unidos y toda la República Mexicana. Pero, a pesar de los logros, reconoce que ser entrenador en México no es sinónimo de estabilidad. “El boxeo está mal pagado. En México, si tú quieres pelear y no tienes una promotora, tú tienes que pagar todo”, señala.

Una vida de lucha… también fuera del ring

El año 2005 fue un parteaguas. Su casa se incendió, perdió su trabajo y enfrentó problemas de salud. “Decía que ya me iba a retirar del box”, recuerda.

Pero, fiel a su esencia, decidió seguir. Con el dinero de su liquidación construyó su casa, sin nada más en el bolsillo, pero con el corazón puesto en su vocación.

“No todos nacen para ser entrenadores”, asegura. “Tienes que dejar muchas cosas: familia, cumpleaños, tiempo personal”. Por eso insiste en que quienes elijan este camino lo hagan con pasión auténtica.

Un legado que se escribe

Recientemente, su historia fue plasmada en un libro: “Vida y legado del Picos Montes”, escrito por el profesor Jaime Saénz.

Más que un relato deportivo, es una mirada a la formación de un hombre cuya vida ha estado marcada por el esfuerzo, la humildad y la vocación. El libro aún no se publica oficialmente, pero se espera su presentación en mayo.

A las nuevas generaciones, Picos Montes les deja un consejo sencillo, pero profundo: “Si van a ser entrenadores, que les nazca. Que tengan paciencia”. Y a los padres, les pide tiempo y apoyo para sus hijos. Con casi 65 años, Rodolfo Montes Herrera sigue de pie en su ring, no con guantes, pero sí con la misma pasión.

Ha convertido carencias en fortalezas y sueños en realidades. El boxeo en Chihuahua no se puede contar sin su nombre. Él no sólo entrenó campeones: los formó como personas. Ese, sin duda, es su mayor legado.

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