
¿Humanos a la carta?
El futuro de la edición genética se discute ahora
Heriberto Ramírez
Apenas iniciado este año se publicó en la revista Nature, una de las más influyentes en el mundo científico, el artículo “Edición poligénica heredable: ¿la próxima frontera de la medicina genómica?”, que ha despertado grandes oleadas de reacciones y discusiones, es documento está firmado por Pedro M. Visscher, Cristóbal Gyngell, Loic Yengo y Julian Savulescu.
Sus autores anticipan que la edición del genómica en embriones humanos y células heredables pueda ser una realidad en las próximas tres décadas. De entrada, hacen referencia a libros y artículos académicos que expresan sus preocupaciones éticas en relación con la edición del genoma que pueda ser heredable y las consecuencias que pueda acarrear. Lo que ellos anticipan es que con la edición genética es plausible la eliminación anticipada de enfermedades poligénicas.
Es decir, que editando un número pequeño de variantes genómicas se marcaría una diferencia significativa en las personas en cuanto a evitar el desarrollo de algunas enfermedades, por ejemplo, las arterias coronarias, Alzheimer, trastorno depresivo mayor, diabetes y esquizofrenia. Así también, a decir de los autores, permitiría grandes cambios en cuanto a la reducción de los factores de riesgo, como el colesterol de lipoproteínas de baja densidad y la presión arterial, podrían, al menos en teoría, lograrse mediante la edición poligénica. Aunque la edición poligénica heredable aún se encuentra en una fase especulativa, su modelo cuantitativo se orienta para que se discutan los problemas éticos que conlleva. Mediante un modelo matemático que intenta demostrar cómo también las consecuencias supuestamente positivas de la edición genética a nivel individual pueden llegar a profundizar las desigualdades en salud.
Quizá deba recordarse que fue en 2018, cuando He Jiankui, un biofísico chino, anunció en Youtube, el nacimiento de dos bebés, Lulú y Nana, cuyos genomas fueron editados en un intento de hacerlos inmunes al virus de la inmunodeficiencia humana. Con lo cual provocó una gran indignación internacional y el encarcelamiento de He Jiankui, así como innumerables llamamientos a una moratoria sobre la edición de genes reproductivos. Ahora se sabe que He Jiankui estaba trabajando fuera de las regulaciones nacionales y de los protocolos internacionales sobre la edición de genes y otras investigaciones embrionarias, pasó por alto los principios más generales de la ética de la investigación, como el requisito del consentimiento informado, hacia los padres de los bebés. Luego su supo del nacimiento de Aurea, la primera niña nacida a través de la detección de embriones utilizando puntuaciones poligénicas.
Este hecho, con todas y sus anomalías pone de manifiesto que las posibilidades de la edición genética son reales y se vislumbran en un horizonte un tanto próximo. De ahí que buena parte del artículo está centrado en las cuestiones éticas. Si bien han existido tendencias eugenésicas “positivas” orientadas a “mejorar” el acervo genético de las generaciones futuras como en la Gran Bretaña victoriana para llegar a dejar más descendencia. Sin embargo, es imposible olvidar que la eugenesia nazi tuvo su base en la raza e incluyó asesinatos en masa sistemática a una escala sin precedentes. De ahí que los autores se plantean certeramente la pregunta de si la edición poligénica heredable podría conducir a una reaparición de las prácticas eugenésicas anteriores en el siglo XXI. Ellos responden que potencialmente eso es posible, en particular si es utilizada por actores estatales no democráticos, del tipo de aquellos que ejercen el control pleno sobre sus poblaciones.
El abordar un tema tan sensible era de esperarse que despertara un sinfín de reacciones. De hecho. en el mismo número de Nature, se incluye una nota editorial y un artículo crítico hacia el primero. En el editorial de la revista se subraya como en “las últimas décadas se ha demostrado el desarrollo de nuevas tecnologías antes de las deliberaciones sobre sus problemas éticos o sus impactos sociales y ambientales. Desde la bomba atómica hasta la inteligencia artificial, los debates sobre riesgos, beneficios, seguridad, regulación y transparencia han tenido que ponerse al día. Aunque pasarán algunas décadas antes de que la ciencia y las tecnologías de edición de genes humanos puedan aplicarse con precisión y a escala, están en camino; Esta no es una cuestión hipotética. El tiempo intermedio debe utilizarse con prudencia. Las sociedades deben estar preparadas, comprender las ventajas y los peligros y saber qué hacer cuando llegue ese momento”.
Discutir y deliberar sobre las implicaciones posibles de la edición genética heredable que puedan llegar a tener lugar dentro de treinta años, es un ejercicio ejemplar e inédito para nuestro tiempo, pues eso tal vez pueda ayudar a reforzar los vínculos entre la ciencia y la democracia del conocimiento, con una comunidad científica sensible a las implicaciones éticas de su práctica y una sociedad comprometida y atenta con la práctica y el desarrollo del conocimiento científico. Esto a la postre podrá conducirnos hacia una ciencia más ordenada, justa y menos azarosa.