
Los tazos Dorados
Por Marco Antonio Gutiérrez Mendoza
Estimado lector, le saludo con el gusto de cada quince días, le invito a leerme y a caminar juntos en la reflexión sobre un tema que desgraciadamente se da de manera frecuente en las sociedades occidentales capitalistas. Me refiero a las personas en situación de calle, es decir, todas aquellas personas que viven con lo que traen puesto y que en muchos de los casos son víctimas de adicciones a las drogas y violencia. Son todos aquellos desvalidos que caminan por las calles en medio del bullicio de la vida diaria, que muchas personas evitan toparse con ellos y que literalmente viven infiernos en sus mentes y muchas veces persecución por parte de las autoridades.
Recientemente se volvió tópico un movimiento en redes sociales donde la auto llamada “patrulla espiritual” de la ciudad de Tijuana, pertenecientes a un centro de rehabilitación, abordaban y literalmente secuestraban a personas en situación de calle para llevarlos a rehabilitarse a su centro, del rapto sale la frase de “tazo dorado”, ya que el narrador del video, porque para esto se graba todo en video, se refiere a las personas de manera amable, cayendo en lo empalagoso y dándoles ese adjetivo… “¿nunca te han dicho que eres un tazo dorado?” para después por la fuerza llevárselos. Aparentemente hay muchas personas que les parece gracioso y en recientes semanas es frecuente que se amenaza a las gente que beben mucho diciéndoles que son un “tazo dorado” haciendo alusión que podrían ir por ellos.
Es una costumbre de nuestros tiempos, o sea, de la época neoliberal, el culpar a las personas por su situación socioeconómica (en este caso por vivir en la calle), de ahí el famoso dicho de que “el pobre es pobre porque quiere”, es decir, que si alguien tiene carencias es por una falta de empuje, talento y compromiso para cumplir con el camino al éxito que marca la economía y el sistema capitalista, así: si tú te esfuerzas cada día, es muy probable que todos tus sueños (por lo menos los económicos) se cumplan.
Lo paradójico del sistema capitalista es que para que existan ricos deben de existir millones y millones de pobres, ya que estos provén mano de obra barata, los recursos naturales donde habitan y literalmente sus sueños. Es decir, que en el capitalismo importa mucho el lugar donde naces, la clase social en la que naciste, si perteneces a una minoría, tu color de piel y tu género. Esto al final va a determinar tu lugar en la sociedad. En pocas palabras la meritocracia que implica trabajar duro, estudiar mucho, en la mayoría de los casos no te garantiza el sueño capitalista, que dicho sueño se resume en tener una cosa, porque hasta las personas se vuelven cosas en la sociedad capitalista.
Desgraciadamente, como lo comenté líneas arriba, hay muchos factores que hace que las personas, en particular de extractos socioeconómicos bajos, caigan en situaciones de violencia adicciones y en muchos otros, de calle. Aclaro, estar en situación de calle no implica que se es adicto, sería yo tan simplista como “la patrulla espiritual”, pero sí es común que personas que están sin nada más que lo que traen puesto estén bajo una condición de abandono y en muchos casos en condición de adicción.
Antropólogos como Óscar Lewis en su obra “Los Hijos de Sánchez” o el cineasta Luis Buñuel en “Los Olvidados” exponen que la pobreza y la violencia se reproduce, yo he escrito en esta sección al respeto. En Los Olvidados, Jaibo el villano de la historia cae en la correccional y delinque porque desde pequeño sufrió el abandono de sus padres, creció como se dice “a la buena de Dios”. Es así que la realidad siempre supera la ficción y estas personas que, repito, son raptadas a plena luz del día por “La Patrulla Espiritual” tienen historia, tienen dolor, en efecto requieren ayuda, pero no de un grupo de lucidos de redes sociales, fanáticos religiosos, y aún es más condenable que como sociedad veamos el dolor ajeno y lo adoptemos como un meme gracioso, como una tendencia chusca en redes sociales. Esto solo habla que como sociedad preferimos voltear a un lado como en muchos otros aspectos que nos aquejan y además reírnos de la desgracia ajena.
La regulación de la información en redes sociales no existe, se dice que esto atentaría contra la libertad de internet, pero, aunque se pudiera le invito a dimensionar que lo que estamos viendo son vidas, son personas y que nos burlamos de aquellos que están en situaciones sumamente comprometidas, con un miedo oculto que nos susurra al oído que nos dice, si no sales y trabajas tu jornada, si no te preocupas demasiado el siguiente puedes ser tú.
Este tema da para muchas reflexiones, para muchas aristas de análisis, pero lo principal y con lo que cierro es con nuestra empatía con las personas en situación de calle y la condena a este tipo de tendencias y dichos como los tazos dorados, es una responsabilidad social y necesidad ser empáticos y humanos con nuestros semejantes.