A DECIR VERDAD

La deuda externa de México: ¿Inversión en el futuro o un gasto sin visión?
Por Rubén Iñiguez/
La Voz de Jalisco

Recientemente, el gobierno mexicano ha solicitado al Banco Mundial un préstamo de mil millones de dólares para el año 2024. Este hecho no ha pasado desapercibido, pues representa un incremento significativo en la deuda externa del país. Sin embargo, lo que más preocupa no es solo el aumento de la deuda, sino el propósito de estos fondos: financiar programas sociales en lugar de invertir en proyectos sustanciales que generen un impacto duradero en la economía y en el bienestar de la población.

Los programas sociales, en su esencia, no son negativos. Al contrario, en un país con altos índices de pobreza y desigualdad, las ayudas gubernamentales pueden representar un alivio para muchas familias. No obstante, basar la estrategia económica en la distribución de dinero sin un plan estructural para el desarrollo puede resultar en un peligroso cortoplacismo.

El uso de estos fondos debería orientarse hacia proyectos que ofrezcan un retorno significativo, no solo en términos económicos, sino también en beneficios sociales a largo plazo. La educación, y la salud son sectores que requieren inversión urgente y que, si se gestionan adecuadamente, pueden mejorar la competitividad y la calidad de vida en México. Una escuela o un hospital no únicamente generan empleo inmediato, sino que también construyen las bases para un desarrollo sostenido.

En este contexto, es necesario considerar las experiencias de otras naciones que han tomado caminos similares. Países que han optado por endeudarse para financiar políticas de asistencia directa sin acompañarlas de un robusto plan de inversión, han encontrado dificultades para sostener su crecimiento y, en muchos casos, han terminado en crisis económicas severas. Sólo basta voltear a los países latinoamericanos o sudamericanos.

Por otro lado, es fundamental que la transparencia y la rendición de cuentas sean pilares en la gestión de estos recursos. México necesita garantías de que cada peso invertido en programas sociales esté realmente llegando a quienes lo necesitan y que se están utilizando de manera eficiente. La corrupción y la mala administración de fondos pueden socavar cualquier intento de progreso.

En conclusión, mientras que el apoyo social es necesario y valioso, depender exclusivamente de él para manejar una economía nacional es una estrategia arriesgada. México tiene la oportunidad de utilizar este préstamo del Banco Mundial para sentar las bases de un crecimiento sólido y duradero, priorizando inversiones en sectores que aseguren un desarrollo integral. Solo así se podrá garantizar un futuro más próspero y equitativo para todos los mexicanos.

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