EL HILO DE ARIADNA

A propósito de eclipses.
Entre notas históricas, relatos y códices

Heriberto Ramírez

 

La efervescencia ocasionada por el eclipse de este 8 de abril, un fenómeno astronómico que se repite con cierta frecuencia en la dinámica celeste, pero que nos sigue cautivando. Ha traído a mi memoria un par de pasajes, uno histórico y otro literario que pueden ser de su interés y quiero compartirles.
El primero de esta está relacionado con los primeros registros de la predicción de un eclipse, según Diógenes Laercio en su libro Vida de los filósofos ilustres, Tales de Mileto (624-546 a.C.), “según el parecer de algunos, fue el primero que se ocupó de Astronomía, y que predijo los eclipses de sol y los solsticios, como dice Eudemo en su Historia de los descubrimientos astronómicos. Por eso le admiran Jenófanes y Heródoto”.
Pero un testimonio más preciso nos lo proporciona Heródoto, en el primer volumen de sus nueve libros de historia, quien dice: “En el sexto año de la guerra de ellos (los medas y los lidios) estaban librándose mutuamente, sucedió que, cuando la batalla estaba trabada, el día se convirtió de repente en noche. Tales el milesio había predicho a los jonios que iba a tener lugar esta alteración del día, fijándolo precisamente en el año en que ocurrió”. Que de acuerdo a los cómputos modernos el eclipse habría ocurrido el 28 de mayo de 585 a. C.
Sin que hasta ese entonces se diera una explicación del porqué de este fenómeno astronómico. Es Anaxágoras (500-428, a.C.) quien da la explicación correcta de porqué ocurren, “La luna no tiene luz propia, sino que la recibe del sol. Las estrellas pasan por debajo de la tierra en sus revoluciones. Los eclipses de la luna se deben a que la oculta la tierra o, a veces, los cuerpos que están debajo de la luna; los eclipses de sol se deben a que lo oculta la luna en sus movimientos…Dio que la luna estaba hecha de tierra y que tenía planicies y simas”. Según el testimonio de Hipólito.
El otro pasaje que quiero compartirles es un relato de ficción, “El eclipse” del escritor y el gran maestro de la brevedad Augusto Monterroso que leí hace ya buen tiempo en la antología La oveja negra, que ahora tomé de la web y les copio.
“Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.
–Si me matáis –les dijo– puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles”. hrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_M/MONTERROSO/Eclipse.pdf
Al margen del carácter ficticio del relato de Monterroso, sabemos que los pueblos mesoamericanos curiosearon de manera insistente y por un tiempo prolongado los cielos de su tiempo. Este interés de los pueblos de Mesoamérica por la observación de la bóveda celeste quedó plasmado en códices, inscripciones en edificios y en esculturas. En los códices que han sobrevivido pueden apreciarse varias de estas imágenes, por ejemplo, en el códice Dresde, creado por los mayas, el cual data de los siglos XI o XII, y cuya simbología es otra de las representaciones de los eclipses en el mundo prehispánico.
Durante la plática reciente “Los eclipses en la época prehispánica en Mesoamérica”, que ofreció el astrofísico Jesús Galindo Trejo, organizada por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se presentaron imágenes que muestran cómo las culturas originarias representaban a los astros. Zapotecos, mexicas y mayas plasmaron en murales sus extensas observaciones sobre los cuerpos celestes, comentó Galindo Trejo, doctor en astrofísica teórica por la Universidad Ruhr de Bochum, Alemania.
Mostró el Códice Telleriano-Remesis, que corresponde a 1531. En él se observa un disco solar, con una parte oscurecida, en un fondo estrellado y de donde salen volutas de humo. En ese año ocurrió un eclipse de Sol y luego apareció el cometa Halley. Luego destacó una imagen del Códice Mendoza. Señaló que los dibujos fueron hechos por los tlacuilos, pintores mexicas.
También proyectó destalles de los códices Madrid, del códice Telleriano-Remesis, códice Borgia, los códices Borbónico y Madrid, códice Nutall, de Oaxaca. Todos ellos con imágenes de gran valor histórico que dan cuenta del gran desarrollo de la astronomía en los pueblos originarios. Aunque todavía con una exuberante carga mitológica, por ejemplo, los mayas describieron este fenómeno en términos de la mordida del sol, imaginaron a un monstruo que daba esa mordida. https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/04/05/ciencia-y-tecnologia/mexico-volvera-a-testificar-un-eclipse-total-de-sol-despues-de-33-anos-2334
Ahora, uno se pregunta el por qué un fenómeno tan visto o a lo largo de la historia todavía pueda representar algún interés por parte de la ciencia, Galindo Trejo piensa que “para cualquier astrónomo, los eclipses son de gran interés, pero está claro que para estudiarlos no basta la parte cuantitativa –la astronomía–; se hace necesaria la parte que complementa: la cultura, expresada en murales, códices y representaciones de los pueblos mesoamericanos”.
Lo que se dice y que le da mayor relevancia a este fenómeno en particular es que hasta dentro 33 años México podrá testificar de nuevo un eclipse total de sol. Este lunes 8 de abril tal evento astronómico será observable desde varios puntos del país ya sea de manera total o parcial.
Los científicos nos advierten de no observarlo directamente, sino usar filtros certificados, tampoco ver a través de celulares (haciendo fotos o video), ni telescopios o binoculares, en reflejo por espejos o agua, ni películas veladas, vidrios oscuros, a través de las nubes o lentes de sol, entre otros, pues podría causar ceguera parcial y total https://www.jornada.com.mx/2024/04/03/ciencias/a06n1cie.

 

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