Se trivializa la violencia y se soslaya la responsabilidad
Por CACHO
De nuevo y desafortunadamente, como ya se ha hecho costumbre en este país, éste en donde desde hace años y por decreto del ente que preside este país, Andrés Manuel López Obrador, se acabaron las masacres, que incluso le causaban risa, se presentó el asesinato de seis jóvenes en el estado de Guanajuato.
Todos ellos fueron, de acuerdo con las versiones que se han filtrado a la prensa, víctimas de golpes, se presume tortura, y fueron ultimados disparándoles en la cabeza.
Cinco de ellos eran estudiantes de medicina, dos serían cirujanos y se graduarían en enero, otros dos estudiaban para ser pediatras y uno más, iniciaba sus estudios en esa rama.
El sexto, amigo de uno de los estudiantes, solamente fue identificado, pero no se dio a conocer a qué se dedicaba.
Por respeto a las familias de estos jóvenes, no mencionaré sus nombres, solamente que quienes estudiaban, lo hacían en la Universidad Latina de la ciudad de Celaya, en Guanajuato.
Respeto al cual faltó (qué raro ¿no?) el inquilino risueño de Palacio Nacional.
Irresponsablemente, López se refirió a esta no masacre (de acuerdo con sus otros datos) en su programa propagandístico matutino.
Dijo, de manera arbitraria y además, violando la secrecía de la investigación criminal, que a los estudiantes y su amigo los habían asesinado porque acudieron a comprar droga a un territorio que correspondía a un grupo criminal “que pertenecía a otra banda”.
Literalmente:
“Estos muchachos que asesinaron hace dos días en Guanajuato fue por el consumo porque fueron a comprar a alguien que vendía droga en un territorio que pertenecía a otra banda, entonces evitar eso y eso pues solo con amor, atención a los jóvenes, el apapacho, que los jóvenes tengan posibilidad de trabajo, de estudio, que no se sientan solos, no haya vacíos que puedan ser felices sin la droga. Eso es importantísimo”.
Tanto que López criticó a Calderón por decir que los jóvenes asesinados en su periodo como presidente en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, durante una fiesta, eran pandilleros, que por eso los habían ultimado.
Pero el pez por la boca muere.
Volviendo a los alumnos de la Universidad Latina, López, sin recato alguno, los acusó de haber ido a comprar drogas y peor, a un grupo contrario del que controla o le pertenece ese territorio.
¿Cómo sabía López (como para afirmarlo en cadena nacional), que fueron a comprar drogas?
Si sabe que son dos grupos los que venden estupefacientes en esa zona ¿por qué no se ha hecho nada por combatir ese delito del orden federal, por lo tanto, su responsabilidad?
Sólo un imbécil, sociópata o de plano un paciente del área psiquiátrica puede hablar sobre un tema tan delicado trivializándolo, pues dice que, para evitar el uso de estupefacientes, “eso pues solo con amor, atención a los jóvenes, el apapacho, que los jóvenes tengan posibilidad de trabajo, de estudio, que no se sientan solos, no haya vacíos que puedan ser felices sin la droga”.
No será también necesario que para que los jóvenes no usen estimulantes, hay que evitar que esas sustancias circulen libremente (como sucede en prácticamente todo el país) por las calles de ciudades y todo tipo de poblaciones.
Esos abrazos y no balazos a los delincuentes, según el bufón de Palacio Nacional, deben trasladarse a los jóvenes.
Pues dígaselo a los criminales, porque ellos sí están repartiendo balazos y no abrazos.
La prueba es que, de acuerdo con datos oficiales, hasta finales de octubre de este año, sumaban más de 169 mil los muertos (de las cifras maquilladas del Gobierno federal) en circunstancias dolosas en lo que va del sexenio de López.
Una cifra negra que supera con mucho los decesos violentos que se registraron en el sexenio de Felipe Calderón y su guerra contra el narcotráfico (ocurrieron 120 mil 463 muertes) y en el de Enrique Peña Nieto (con un acumulado de 156 mil 66 asesinatos).
Y apenas lleva cinco años, le falta uno más.
Los padres de los jóvenes masacrados se han manifestado, han salido a las calles y la respuesta de López, consistente con su desinterés y desprecio por la población (aunque diga que vive para el pueblo pues “ya no se pertenece”) y en la mañanera del pasado miércoles, sin ruborizarse dijo:
“Los familiares están expresándose, manifestándose, pero yo creo que hay que ir al fondo, siempre hay que ir a las causas”.
¿No están claras las causas?
¿No actúan los criminales con plena impunidad?
Pero AMLO siempre tiene otros datos, los que manipula para engañar a los bobos que ciegamente le creen todo lo que les dice en su programa propagandístico matinal.
Luego de enlodar la memoria de los seis jóvenes ultimados, muy ufano, el bufón de Palacio aplicó los principios nazis de Goebbels pues dijo que “todavía no se tiene toda la investigación”.
Pero sí abrió su bocaza para complicarla, de paso, violando la ley, lo que tanto le gusta hacer.
Se debería aplicar la ley a los criminales y al que viola la secrecía de la investigación.
Pues, se tenía que decir… y se dijo.