Los científicos que estudian las aves en la Antártida han descubierto que existe una especie que duerme 11 horas al día sin quedarse profundamente dormida. Se trata de pequeñas microsiestas que otorgan bastantes horas de sueño y les permite estar en estado de alerta por si aparecen los depredadores o se extravía una cría. Y es que, dentro del amplio grupo de aves marinas no voladoras, los pingüinos de barbijo (Pygoscelis antarcticus) que viven en la isla Rey Jorge de la Antártida, parecen ser especialistas en microsueños como estrategia de supervivencia. Así lo atestigua un nuevo estudio publicado en la revista Science.
Siestas seguras
Los investigadores del Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon y del Instituto de Investigación Polar de Corea descubrieron que estos pingüinos, conocidos por sus distintivas marcas faciales que se asemejan a una correa debajo de la barbilla, realizan miles de microsiestas que duran apenas 4 segundos cada una mientras anidan. Este patrón de sueño un tanto extraño tiene un beneficio muy importante: les permite acumular más de 11 horas de sueño al día, garantizando la seguridad de sus nidos y de sus crías.
Las parejas de pingüinos de barbijo se separan para realizar viajes de búsqueda de alimento: un miembro se dirige al mar mientras el otro se queda para proteger a sus crías.El que se queda, tiene que vigilar constantemente el nido. Por lo que, ciertamente, dormir durante periodos prolongados expondría a los pingüinos que anidan a posibles amenazas, de ahí que hayan desarrollado esta creativa y efectiva estrategia con episodios de sueño frecuentes pero breves para descansar sin dejar de vigilar el nido, no solo para evitar intentos de depredación, sino también para evitar robo de crías por parte de otros pingüinos. Este momento del año requiere vigilancia 24/7.
«Los humanos no pueden mantener este estado, pero los pingüinos sí», explicó Paul-Antoine Libourel del Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon y autor principal del trabajo. «El sueño es mucho más complejo en su diversidad de lo que leemos en la mayoría de los libros de texto».
¿Cómo lo han descubierto?
Para estudiar el sueño de los pingüinos, los investigadores colocaron electrodos en el cerebro y los músculos del cuello de pingüinos de barbijo salvajes. Tomaron datos sobre la actividad eléctrica en el cerebro de los animales (electroencefalograma o EEG). Aunque las colonias de pingüinos de barbijo son accesibles, los datos del EEG y otros sensores no invasivos, permitieron al equipo saber con certeza que los pingüinos estaban durmiendo (y lo hacían tanto de pie como acostados).
Para estudiar el sueño de los pingüinos, los investigadores colocaron electrodos en el cerebro y los músculos del cuello de pingüinos de barbijo salvajes. Tomaron datos sobre la actividad eléctrica en el cerebro de los animales (electroencefalograma o EEG). Aunque las colonias de pingüinos de barbijo son accesibles, los datos del EEG y otros sensores no invasivos, permitieron al equipo saber con certeza que los pingüinos estaban durmiendo (y lo hacían tanto de pie como tumbados).
«El sueño de los pingüinos de barbijo en reproducción estaba muy fragmentado en todas las condiciones y posiciones en tierra», escribieron los autores. Los hallazgos sugieren que «los microsueños pueden cumplir al menos algunas de las funciones reparadoras del sueño».
Los pingüinos que anidaban tenían patrones de sueño increíblemente fragmentados, tomando más de 600 «microsueños» por hora, cada uno con un promedio de solo cuatro segundos, encontraron los investigadores; muchas veces, dormían solo con la mitad del cerebro. Este curioso patrón de sueño puede ayudar a los pingüinos a equilibrar la necesidad de descanso del cerebro con las demandas de anidar. Un sueño tan interrumpido puede reflejar la flexibilidad de los pingüinos para manejar los factores estresantes de la crianza de los polluelos.
Esta estrategia de sueño poco convencional desafía las nociones convencionales sobre las funciones reparadoras del sueño, especialmente en el reino animal. De todas formas, no son los únicos animales con patrones de sueño extraños. Por ejemplo, los delfines pueden dormir con la mitad de su cerebro a la vez, lo que les permite permanecer alerta durante más de dos semanas seguidas.
El estudio plantea la cuestión de si son necesarios períodos de sueño más prolongados para las funciones reparadoras del sueño.
Referencias:
- P.-A. Libourel et al. Nesting chinstrap penguins accrue large quantities of sleep through seconds-long microsleeps. Science Magazine. Vol. 382, December 1, 2023, p. 1026. doi: 10.1126/science.adh0771.
- N.C. Rattenborg. Sleeping on the wing. Royal Society Interface Focus. Vol. 7, February 6, 2017. doi: 10.1098/rsfs.2016.0082.
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