
El Volkswagen VW Tipo 1, también conocido como sedán, el “automóvil del pueblo”, escarabajo o vocho –para los cuates– fue uno de los coches más populares del siglo XX. Su forma bombacha, resistencia, versatilidad, ahorrador de gasolina y agua, así como su precio accesible desaparecieron de las plantas armadoras hace 20 años.
Los directivos de Volkswagen –compañía con la patente del vocho– decidieron que el 30 de julio del 2003 se fabricaría el último escarabajo del mundo y se ensambló en la planta de Puebla, México.
La pérdida del “automóvil del pueblo” impactó a muchos mexicanos, pues ese vehículo creó historias entre familias y jóvenes. El típico dicho “todo cabe en un jarrito, sabiéndolo acomodar”, se adecuó a “todo cabía en un vochito, sabiéndolo acomodar”.
El primer coche de muchos mexicanos
El origen del sedán se remonta a la Alemania nacionalsocialista, a fines de los años 30, con la invención de un automóvil útil en varios terrenos. Después de la Segunda Guerra Mundial, Volkswagen amplió su fabricación y abrió plantas de ensamblaje en otros continentes a partir de 1960.
Una de las sedes está en Puebla, México, desde 1965. Su primer vocho se ensambló el 23 de octubre de 1967 y a partir de 1996 fue la única planta del mundo que fabricaba el sedán clásico.
Era común que los veinteañeros mexicanos adquirieran un vochito como primer vehículo propio. Para 1973, el VW Tipo 1 dominó un tercio del parque vehicular mexicano.
Una de las mejores maniobras de Volkswagen fue ofrecer un amplio catálogo de refracciones para el escarabajo, lo que permitió a los automovilistas reparar sus unidades sin necesidad de comprar un nuevo coche. Generó clientes leales con su marca y con su automóvil.
En 1991, su precio descendió un 20%, convirtiéndose en el vehículo más barato y con mayor producción en el mundo, pero su diseño ya necesitaba un cambio. El “new beetle”, versión moderna del vocho, se presentó en 1995 y también se produjo en Puebla; así disminuyó la popularidad del “automóvil del pueblo” y sus ventas bajaron para el nuevo milenio.
Época complicada para la compañía alemana
A comienzos del siglo XXI, la creciente oferta automotriz era novedosa y moderna, contra el estilo clásico del VW Tipo 1. Para junio de 2003, sus ventas disminuyeron un 21% y hubo una crisis en la exportación; su rendimiento bajó 13%, comparado con el 2002, y no parecía mejorar.
El 30 de ese mes, las ganancias marcaron una catastrófica caída del 58%. Para enfrentar las pérdidas, Volkswagen anunció el despido de 2 mil trabajadores en Puebla y la conversión de la semana laboral en 4×3 –cuatro días de trabajo y tres de descanso–, siendo una reducción del 20% en el salario.
Los trabajadores sindicalizados se negaron a tales decisiones y surgió la amenaza de huelga. Casi 10 mil colaboradores demandaron aumento salarial y protección contra despidos, mientras la inestabilidad en la planta generó un efecto dominó en proveedores y concesionarias.
Para el 17 de agosto del 2003, tras un mes y medio de negociaciones, se acordó aumentar los salarios un 5.25%, sin despidos, y se aplicó la jornada 4×3, pero el destino del VW Tipo 1 ya estaba marcado.

Directo a los umbrales de la historia automotriz
El 10 de julio del 2003 se anunció la última línea de vochos. Llegó el momento de despedir al legendario modelo del siglo XX.
Las unidades de “Última Edición” fueron de color azul celeste, con una franja blanca en las llantas y acabados en cromo. Se fabricaron 3 mil vehículos, con un costo de 84 mil pesos; su venta se agotó en cuestión de días y, a pesar de la demanda, se aseguró que el modelo no volvería a producirse.
La colección se planeó –exclusivamente– para el mercado mexicano, pero varios vochos “Última Edición” se enviaron a Alemania para coleccionistas y amantes del sedán clásico.
El adiós llegó el 30 de julio del 2003. El vocho número 21 millones 529 mil 464 salió de la línea de armado, mientras los mariachis tocaban “El son de la negra”, “La Diana” y “Las Golondrinas” para despedirlo.
En su placa venía su número de serie, fecha y sitio de elaboración. En el parabrisas decía “Último Sedán del mundo” y su precio habría sido invaluable, pero nunca estuvo a la venta: de inmediato se embarcó hacia Alemania, al AutoMuseum Volkswagen (Autostadt), en la ciudad de Wolfsburgo.
A pesar del cese en la producción, la compañía alemana todavía ofreció refracciones y piezas para las unidades restantes; algunas todavía ruedan por las calles, pero ya resienten el paso del tiempo.
20 años después de que se descontinuara el modelo, aún existe la compraventa de escarabajos seminuevos; sus costos oscilan entre los 70 y hasta 200 mil pesos. Incluso, en el 2022 se supo de la producción del Milivié 1, un vehículo de lujo inspirado en el sedán clásico de Volkswagen.
También de una armadora alemana, la línea Milivié 1 sólo produjo 22 vehículos bajo pedido, cada uno valuado en 12 millones de pesos; su entrega se pactó para mediados de este año. Así se demostró que un clásico jamás pasa de moda, sólo se reinventa.
El legendario vochito fue el favorito de muchos mexicanos. Su forma y precio no privaron a los automovilistas de pasar grandes experiencias, al contrario, parecía ser el coche perfecto para los aventureros, y desde aquel julio del 2003, pasó a formar parte de la historia como el “automóvil del pueblo”. EL UNIVERSAL.
