CORRUPCIÓN Y DERECHOS HUMANOS

“La naturaleza, sin la señal de la mano del hombre, es más sublime” (Jaime Balmes)
Por FerMan

 

Los derechos humanos deben estar fundamentados conforme a la naturaleza humana, se debe atender, en principio, a la realidad existente. Es por eso que, para hablar de un auténtico derecho humano, debemos acudir a la filosofía, entendida esta como la ciencia que estudia todas las cosas por sus últimas causas a la luz natural de la razón, y en específico de la filosofía realista, que es aquella que llama a las cosas por su nombre, conforme a su esencia y naturaleza.

La filosofía realista enseña que, el ser humano tiene su existencia desde el momento de la singamia, esto es, desde el momento en que se da la unión del espermatozoide con el óvulo, lo anterior debido a que, naturalmente, todo ser humano inicia su vida desde dicho momento y se va desarrollando hasta alcanzar la madurez de la especie, en este caso, de la especie humana, enseñando que el embrión es un ser humano en acto, porque participa y tiene naturaleza humana y contiene todo el material genético de una persona.

Se es concebido, se nace, se crece, se reproduce y se muere, este es el desarrollo normal y natural de la existencia humana, que toda persona debería experimentar de manera natural, sin que sea obstaculizado por la mano del hombre, por eso, la filosofía realista es categórica en enseñar que, por ningún motivo, se debe interrumpir el ciclo de vida del ser humano.

De ahí que, podemos asegurar que, un ser humano se forma, al menos hablando de su corporeidad, durante todo el proceso de gestación, sin que se cambie su genética ni su naturaleza humana, no se producen cambios esenciales o sustanciales durante su desarrollo, son cambios accidentales, propios de su perfeccionamiento y desarrollo, de ahí que la filosofía realista adopta el concepto de persona como una “sustancia individual de naturaleza racional”, concepto originado por Boecio y perfeccionado por Santo Tomás de Aquino.

Es en este contexto que el mal llamado aborto, el cual técnicamente es un asesinato, no se justifica filosóficamente, ni mucho menos éticamente, pues interrumpe el normal desarrollo de una persona privándole de la vida. Lo anterior sin omitir que, conforme a los actuales conocimientos científicos, lo antes señalado también es demostrado, lo cual también viene a robustecerse con los postulados de la bioética, entendida como una ciencia de la filosofía que estudia los actos humanos en su relación con el fin último trascendente de la vida, a través de la cual, queda manifiesta de forma contundente que la vida de una persona inicia desde la unión del espermatozoide con el óvulo y termina con la muerte natural.

Es así que, podemos concluir, de conformidad con la filosofía realista y la bioética, el aborto no se puede ni se debe permitir bajo ninguna circunstancia, porque, sin duda alguna, se está asesinando a un ser humano, lo cual por supuesto, a todas luces, es un acto inhumano, que denigra tanto a quien lo comente, como a quien lo promueve y permite.

“Fiat Justitiae, Pereat Mundus”.

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