SE TIENE QUE DECIR

 

Demencial, el desprecio a la Constitución

Por CACHO

 

Pese a que el primer día de diciembre del año 2018 un ente que ahora preside este país, al rendir protesta como primer mandatario, juró cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen, hoy día sabemos que ese sujeto, Andrés Manuel López Obrador, no es más que un miserable mentiroso.

Miente con tal ruindad y mezquindad, que para muchos suena a verdad lo que dice… y para otros, los de la fe ciega, su palabra es la verdad absoluta, obvio, no saben lo que es una utopía y desafortunadamente no entenderían si alguien tratara de explicárselos.

Traigo el tema a colación porque desde 2012, López criticaba que el Ejército hiciera labores de policía, afirmaba un día que ésa no era su tarea, otro que no estaban preparados, cuando quería incendiar a sus fervientes seguidores, tachaba a las fuerzas armadas de violadores de derechos humanos e incluso, hasta de criminales.

Prometió y prometió (mintió y mintió) que, como presidente, en un periodo de seis meses, los militares regresarían a sus cuarteles.

Pero la realidad es otra, el Ejército y la Marina son lo mismo albañiles que aduanales, en eso los trae el jefe supremo de nuestras fuerzas armadas. Pero, además, mediante un decreto, brincándose la Constitución, autoriza al Ejército y la Marina a participar en la aplicación de la ley civil y a velar por el orden y la seguridad pública durante los cuatro años contados desde su publicación en mayo de 2020, esto es, hasta marzo de 2024.

O sea, el Ejército no volvió a los cuarteles en 2019, si López hubiera hablado con la verdad, por el contrario, lo sostuvo y lo empoderó en tareas para las que, según sus palabras, no servía.

El decreto se basó “en la necesidad de apoyar a la Guardia Nacional” (GN), creada en 2019, un cuerpo de seguridad que se suponía era militarizado pero que según quedó plasmado en la Constitución, estaría bajo las órdenes de civiles, esto es, de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

Lo primero que hizo el mentiroso fue nombrar a un militar como comandante de la GN, vinieron las protestas y lo mandó a retiro y con eso dijo que el general Luis Rodríguez Bucio era civil.

Ni que fuera gripe como para que se desvaneciera su formación militar.

Luego asignó más y más tareas de civiles a los militares (los cuales, según López, no estaban preparados para esas tareas) tales como la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), la refinería de Dos Bocas y el polémico Tren Maya.

Cuando le empezaron a sacar los trapitos al sol sobre las corruptelas de los contratos en el AIFA, de un plumazo, decretazo pues, reservó la información por “tratarse de asuntos de seguridad nacional”, lo mismos Dos Bocas y el Tren Maya.

Opacidad pura, fértil tierra de la corrupción.

El que iba a desaparecer la corrupción, una más de sus mentiras.

Para no cansarlo, estimado lector, me brinco a lo reciente. En un afán que, si no se es, se ve claramente como la intención de militarizar al país aún más, AMLO quiere que la Guardia Nacional dependa de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Pero la Constitución dice otra cosa.

El capricho de AMLO por militarizar al país raya en la demencia, pues anunció ahora que emitirá un nuevo decreto para que la GN dependa completamente de la Defensa Nacional.

Pero un decreto, aunque venga del hoy todopoderoso presidente de México, no es más que un artículo Constitucional.

Pero eso, ya sabemos que a López le vale un cacahuate, o menos.

Como sabe que no tiene los dos tercios del Congreso de la Unión para cumplir con su capricho, se escuda en el decreto, que sería claramente violatorio de la Carta Magna de los Estados Unidos Mexicanos.

Aún no lo ha emitido, quizás lo anunció como buscapiés, pero cuando le dicen no, López, cual mozalbete mimado, se encapricha más y ante el servilismo y la abyección de los legisladores de Morena, Partido del Trabajo y Verde Ecologista, que les dice rana y saltan, se siente con suficiencia para hacer los que le plazca.

El problema es que la oposición no le pone un hasta aquí porque está avasallada y es agachona y además, López controla con su abyecta servidumbre, no sólo el Congreso de la Unión, sino gran parte del Poder Judicial, incluidos la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral, además del Consejo de la Judicatura Federal.

Así que el ente que preside este país proyecta un demencial desprecio por la Constitución.

Se hace todo poderoso a fuerza de chantajes, espionaje (aunque diga que no espía a sus adversarios. Pregúntele a Alito Moreno) el uso faccioso de la Fiscalía General de la República (FGR), la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y el Sistema de Administración Tributaria (SAT).

Estamos ante un verdadero peligro, el de pasar del autoritarismo que ahora padecemos con López, a la dictadura que padeceríamos con el mismo bufón austero.

El que vive en un palacio con su hipócrita pobreza franciscana. 

Pues… se tenía que decir y se dijo.

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