APUNTES UNIVERSITARIOS

Los osos de Chihuahua
Jesús A. Fernández y Miriam Ochoa/
Facultad de Zootecnia y Ecología

Tal vez el amable lector imaginó inicialmente que este artículo trataba de un nuevo equipo de futbol americano en nuestro estado, sin embargo, aquí vamos a narrar la historia de vida y la historia de la desaparición total del llamado oso pardo, oso plateado u oso grizzly de la República Mexicana y en particular, del norte de México, enfatizando en lo que sabemos de su presencia histórica en Chihuahua.
El oso pardo, cuyo nombre científico es Ursus arctos y que significa «Oso oso» en latín y griego respectivamente, junto con el oso negro, representan los dos osos que se distribuian de forma natural en México y en Chihuahua. El oso pardo es de talla mayor que el oso negro, siendo superado en tamaño en nuestro continente únicamente por el oso polar.
La distribución natural del oso pardo abarca el hemisferio norte, incluyendo múltiples países de Europa y Asia, y en el continente americano solamente se distribuía en Canadá, Estados Unidos y México. En nuestro país, los registros que existen en colecciones científicas y museos indican que se podía encontrar en los estados norteños de Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Coahuila; sin embargo, algunas fuentes bibliográficas señalan que llegaba a Baja California e incluso hasta el centro de México.
Los ecosistemas preferidos por los osos pardos son principalmente bosque de coníferas, matorral, pradera, humedales y desierto. En concreto, en Chihuahua se distribuía en las zonas serranas de la Sierra del Nido, Casas Grandes, Colonia García y Colonia Juárez, entre otras localidades cercanas ubicadas en el noroeste del estado.
Desafortunadamente, la mayoría de la información que poseemos acerca de esta especie está basada en estudios realizados en Canadá y Estados Unidos, y solamente podemos hacer algunas inferencias basados en los lugares donde se recolectaron los especímenes que se encuentran en museos de historia natural. De esta forma, sabemos que el alimento preferido de los osos pardos son las plantas y los mamíferos, aunque no descartan los huevos de aves, hongos, e incluso carroña. Por desgracia, cuando los osos pardos viven en proximidad de asentamientos humanos, pueden llegar a alimentarse de ganado causando conflictos con la gente que frecuentemente conducen a la muerte del oso, o en el mejor de los casos, a su captura y traslado a lugares más recónditos.
Generalmente, hembras y machos solamente se juntan en la época de reproducción, el resto del tiempo, los machos adultos deambulan solitarios, mientras que las hembras adultas generalmente andan con sus crías (de 1 a 3 oseznos). Los osos pardos, al igual que la mayoría de los grandes carnívoros, no son abundantes, y por lo regular sólo podemos encontrar un individuo en varios kilometros cuadrados, y al ser un carnívoro tope en la cadena alimenticia, practicamente no tienen enemigos naturales, salvo el ser humano. En cautiverio un oso pardo puede vivir 30 años o incluso más, pero en condiciones naturales, como las que se dan en el Parque Yellowstone (Estados Unidos), en promedio viven solamente seis años.
Actualmente, las principales amenazas que enfrenta esta especie en otros países son el cambio de uso de suelo que ocurre a través del desarrollo inmobiliario, pero sobretodo como consecuencia de actividades como la agricultura, ganadería y minería; pero también debido a la fragmentación del hábitat por la deforestación, la contaminación y desde luego, por el cambio climático, que se estima reducirá y fragmentará aún más sus áreas de distribución. Para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza esta especie no corre ningún riesgo y la clasifican como «Preocupación menor», pero para la NOM-059- SEMARNAT-2010 que rige en nuestro país, es una especie «Probablemente extinta en el medio silvestre».
¿Pero que sucedio con el oso pardo en Chihuahua? porque recordemos que si en algún sitio de esta república mexicana puede sobrevivir y desarrollarse un carnívoro tope, de talla grande, es precisamente en las grandes extensiones serranas del estado grande. Afirmación que se sustenta en las poblaciones de mamíferos grandes que afortunadamente aún se pueden encontrar en el estado, como por ejemplo de oso negro y puma.
Según investigaciones científicas, el oso pardo en la primera mitad del siglo pasado tenía una distribución en Chihuahua focalizada en zonas serranas con bosques de coníferas, y además se consideraba en ese momento como una especie más o menos común. Desafortunadamente, los rancheros de la época, afirmaban que el oso pardo (y otros carnívoros como el lobo gris mexicano) era una plaga, una peste que depredaba el ganado, causandoles grandes pérdidas económicas. Más temprano que tarde, esa misma gente desencadenó una auténtica persecución que incluía su captura, cacería y envenenamiento indiscriminados.
El resultado fue que los últimos ejemplares de oso pardo conocidos y confirmados para Chihuahua fueron aquellos eliminados en 1955 (tres ejemplares asesinados) y en 1957 (un ejemplar asesinado). Aún así, hasta 1960-61, 1963-64 y 1973-74 se continuaron reportando ejemplares envenenados, aunque no confirmados. No obstante, para 1964 ya se consideraba extinto y en 1982, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza publicó un artículo donde lo declaró extinto.
La belleza, la talla, y el papel que estos osos desempeñaban en los ecosistemas chihuahuenses, provocaron que varios investigadores mexicanos y extranjeros se embarcaran en expediciones en las zonas serranas del estado en busca de la especie, con resultados poco alentadores. La mayoría de las investigaciones declararon su incapacidad de encontrar cualquier signo que evidenciara la presencia del oso pardo; sin embargo, en 1980 hubo una expedición en Sierra del Nido que arrojó información esperanzadora: un equipo liderado por J. Trevino y C. Jonkel encontraron huellas, rascaderos e incluso observaron un ejemplar que a la distancia tenía las características de un oso pardo. Aunque estos resultados invitaron al optimismo, actualmente el oso plateado se considera extinto en Chihuahua, en México, y ningún reporte confirmado existe desde entonces.
Aunque a los seres humanos cueste admitirlo, es más que evidente que algunas de nuestras actividades productivas tienen consecuencias nefastas para las otras formas de vida que comparten con nosotros este planeta, sobretodo cuando son llevadas a cabo de manera no sostenible, y poniendo por delante los intereses económicos por sobre todo lo demás. Ejemplos de estas desgracias ambientales abundan, como por ejemplo el caso del lobo mexicano, el de la vaquita marina y el de incontables especies de plantas, hongos, insectos y de muchas otros componentes de la biodiversidad mexicana y mundial. Es necesario promover la educación ambiental en todos los sectores de la sociedad y buscar un punto de equilibrio entre desarrollo económico y conservación de la naturaleza para evitar casos tan tristes como el del oso pardo en México.
Nota.- La foto que acompaña esta colaboración, es de 1960 y fue tomada en nuestra ciudad. Es el último oso pardo en México y en Chihuahua.

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