APUNTES UNIVERSITARIOS

Innovación de la Educación Superior
Dr. Ricardo Aarón González Aldana/
Facultad de Ciencias Agrotecnológicas

 

Conocer o acercar las organizaciones al conocimiento de los escenarios futuros ha sido tarea de altos directivos, inclusive, la historia del ser humano está llena de ejemplos similares, en donde grandes dirigentes han utilizado la inteligencia estratégica como una herramienta metodológica, que ha proporcionado la facultad de conocer, analizar y comprender su entorno.

Entonces, la inteligencia estratégica, constituye una herramienta para reducir la incertidumbre que normalmente aparece en todo proceso de toma de decisiones en el nivel de decisión estratégico. En este nivel de decisiones, la inteligencia estratégica es un producto de gran utilidad, porque con la aplicación de la misma, la organización puede reducir la incertidumbre y la complejidad de las situaciones que presenta toda circunstancia.

En el mismo contexto, la gestión de la innovación en las organizaciones se ha vuelto un motor de desarrollo en todos los aspectos, el desarrollo de la innovación implica la implementación de un cambio en el ámbito de la organización que no necesariamente tiene que ser de especial relevancia. Más bien sucede lo contrario, es decir, que con frecuencia es la acumulación de pequeñas innovaciones la que origina importantes avances en el ámbito competitivo.

Si se razona en términos de que en un entorno estable todo está controlado y resulta, por tanto, agradable, parece lógico que las situaciones no agradables aparezcan como consecuencia del cambio producido, que, a su vez, se ha generado a partir del desarrollo de una innovación. Por tanto, se puede afirmar que la principal fuente de problemas es el cambio, y que este es consecuencia de la innovación, lo que implica que la innovación es el origen principal de los problemas.

De esta forma se puede inducir que la innovación es el proceso dinámico de la utilización
eficiente de la base de conocimientos de la organización para desarrollar productos, procesos, investigación, etc., nuevos o mejorados de manera diferente. Por tanto, la innovación implica para la organización nuevos problemas que necesitan ser resueltos a través de la formulación de un proceso que se materializa en términos de una metodología o secuencia de pasos y que, a su vez, produce un aprendizaje que incrementara la base de conocimientos de la organización. El lazo se cierra de una forma coherente si se tiene presente que la generación de nuevas ideas en la organización está en función directa del volumen de conocimientos existentes en ella. Normalmente, una base de conocimientos muy amplia es una fuente productiva de ideas que permiten llevar a cabo innovaciones.

La principal característica de esta interacción es que constituye un proceso interno de la organización que no se inicia de forma automática ni se mantiene de esa manera; y, sin embargo, cualquier fallo en alguno de los pasos lo interrumpirá y se detendrá el proceso de acumulación de conocimientos. Por el contrario, una eficiente gestión de este ciclo interno hará a la organización más sabia, pero no necesariamente más competitiva.

En el mismo orden de ideas, los procesos y metodologías para la formación de nuevos profesionistas en México debe ser prioridad, tanto en el sector público como el privado, este último con gran ventaja por la libertad que como institución privada le permite tomar
decisiones pertinentes en tiempo y forma, sin la burocracia que da el sector público.

Desde la perspectiva del cambio, no podemos continuar con sistemas similares esperando obtener resultados diferentes.

Nuestro país está ocupando importantes posiciones en el comercio internacional, convirtiéndose en la 14ª economía. Sólo que el 95 % de la planta productiva está formada por pequeña y medianas empresas y la planta industrial tiene escaso aprovechamiento de la tecnología de la innovación.

Las nuevas tecnologías están empujando a los cambios de cómo hacer negocios y las formas de trabajar. La innovación está transformando el modelo de desarrollo con base en la participación de las empresas, el gobierno, la academia y la sociedad, para fortalecer a las PYMES.

En este contexto, nuestros jóvenes estudiantes o recién egresados, se encuentran ante una verdadera revolución en cuanto a la imperiosa necesidad de adquirir habilidades y competencias necesarias para consolidar a los sectores en que México tiene liderazgo y alto potencial.

Desde 1998, se comenzaron a proclamar voces con preocupaciones por la preparación de los futuros egresados del nivel superior, los participantes en la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior (UNESCO, 1998), reunidos del 5 al 9 de octubre en la Sede de la UNESCO en París, proclamaron lo siguiente:

La calidad de la enseñanza superior es un concepto pluridimensional que debería comprender todas sus funciones y actividades: enseñanza y programas académicos, investigación y becas, personal, estudiantes, edificios, instalaciones, equipamiento y servicios a la comunidad y al mundo universitario.

La educación superior es un conjunto de actividades adjetivas y subjetivas que deben evolucionarse para prestar mejores servicios educativos y por ende egresar profesionistas con competencias y capacidades que son demandadas en la actualidad y que tiene analogías a lo que mencionan López, et al, (2015), la educación superior tiene el reto de asegurar la calidad de la formación permanente de especialistas capaces de enfrentar las transformaciones económicas, sociales y educacionales de la sociedad y de contribuir a mantener indicadores de eficacia, eficiencia y pertinencia en un nivel óptimo.

Adentrándonos desde otra perspectiva, en primer lugar, la del mercado laboral mexicano, y que al igual que en otros países, en el cual, los egresados de nivel superior compiten por mejores salarios y puestos de trabajo, que a su vez son determinados por factores que ocasionan que el mercado de trabajo tenga características diferenciadas entre otros mercados; y como segunda perspectiva, la de la formación de nuevas generaciones con espíritu emprendedor.

Hemos revisado que la economía nacional es sostenida en el 95% por pequeñas y medianas empresas, lo que obliga a las instituciones de educación superior (IES) a replantearse los procesos, métodos y políticas encaminadas en la generación de profesionistas con una visión desigual a lo que tradicionalmente conocemos.

La relación que guarda el mercado laboral y la formación de profesionistas debe ser replanteada en todas las tribunas, públicas y privadas, lucrativas y no lucrativas, como una situación de correspondencia entre oferta y demanda de recursos humanos calificados; el papel fundamental de las instituciones educativas, como es sabido, es de proveer al aparato productivo de recursos calificados para el desempeño de la actividad económica, ya sea como empleados o empleadores.

Sin embargo, para Atkinson & Blanpied, (2008) la perspectiva dominante de educación superior establece como principal función la construcción de conocimientos innovadores a partir de la utilización de recursos tecnológicos, económicos y financiamientos privados y públicos, es decir ciencia económica, que cada vez tienen y tiende a aumentar la capacidad de atraer mayor capital y por lo tanto mayor ganancia que genera más riqueza e investigación innovadora y así sucesivamente. Lo cual obliga a mirar intereses privados y no propiamente públicos.

Esta orientación a la que no todas las Universidades pueden acceder con facilidad al no contar con recursos físicos, estructurales, económicos, ni tecnológicos, públicos y/o privados suficientes, por lo que estos centros educativos difícilmente podrán insertarse en el modelo de universidad de “investigación innovadora”, para generar conocimiento que fácilmente pueda participar en la disputa del mercado y su mercantilización, Meoño, (2012).

En este esquema, Muñoz & Rodríguez, (2012) mencionan que las universidades públicas se ven sometidas a insertarse a las condiciones que las políticas de una educación neoliberal le exigen, a fin de responder no solo a un modo de producción capitalista, sino a una serie de estrategias que requieren cumplir para poder obtener subsidio federal y sobrevivir.

Con ello se ven obligadas a dejar su esencia de benefactoras públicas y se convierte en un instrumento de capacitación laboral para cumplir con el servicio de formación para el trabajo, sin buscar impactar el desarrollo del territorio, dejando con ello el potencial de la Universidad como elemento primordial para alcanzar la emancipación de los sujetos, mediante “la transformación de las mentes, espíritu y todo aquello que conforma al hombre y su relación con las personas”

Entonces, para lograr lo anterior, es imprescindible que la educación superior, reconocida como un sistema organizado, innove, en todos los aspectos, con la firme consigna de ofrecer a la sociedad profesionistas que atiendan y resuelvan problemas reales y que sean forjadores de un futuro más promisorio. No bastará con atender sólo un aspecto o característica.

Entendiendo a la Universidad como una entidad con autonomía y que contiene talento humano capaz de generar una nueva visión de lo que se espera de ella, yo concibo la pregunta, ¿por qué no innovar el sistema?, como se menciona en este mismo apartado, el proceso de innovación generara problemas organizacionales, que deberán ser resueltos basados en el convencimiento de generar nuevas y mejores formas de hacer las «cosas».

Una vez entendido el contexto en el cual las organizaciones se desenvuelven, resulta imprescindible que las instituciones de educación superior se incorporen a esta dinámica, y que contribuya de manera eficaz y eficiente al logro de su propósito: dotar de personal calificado que atienda y resuelva las necesidades de su territorio, desde las diferentes perspectivas, cultural, técnica, científica, etc., además, formar personas pensantes que intervengan en la construcción de un futuro prometedor y con mejor calidad de vida, basada en la edificación o reforzamiento de los valores, ética, con sentido incluyente, principios de sustentabilidad y respeto por el medio ambiente.

Ante este contexto desafiante, complejo y altamente dinámico, es necesario que las instituciones de educación superior den respuestas objetivas a las necesidades de la sociedad, no pueden permanecer estáticas, deben reaccionar mejorando y renovando continuamente sus productos, procesos, tecnologías, modelos, teorías, etc., por lo tanto, la innovación se convierte en un requisito obligatorio, no sólo para el crecimiento, sino también para la supervivencia.
Estos procesos de innovación no deben verse ni tratarse como una actividad que interfiera o sea un obstáculo en el normal funcionamiento de la institución, consiguientemente para que pueda impactar positivamente en los resultados de una organización debe ser gestionada de una manera efectiva, considerando todos los elementos, factores y/o variables que están siempre incidiendo en la gestión aplicando la metodología de inteligencia estratégica en la educación superior.
Referencias bibliográficas:
Atkinson, R., & Blanpied, W. (2008). Research Universities: Core of the US science and technology . Technology in Society , 30-48.
Hernández, M. (04 de Julio de 2015). Los retos para México en la formación de profesionistas. Recuperado el 08 de Noviembre de 2018, de Milenio: http://www.milenio.com/opinion/maria-doris-hernandez-ochoa/columna-maria-doris-hernandez-ochoa/los-retos-para-mexico-en-la-formacion-de-profesionistas
Lopez, A. O., Garcia, M. J., Batte, M. I., & Cobas, V. M. (2015). La mejora continua: objetivo determinante para alcanzar la excelencia en instituciones de educacion superior. Edumecentro , 199.
Meoño, R. (2012). La mercantilización de la educación en el contexto universitario. Recuperado el 11 de Noviembre de 2018, de https://www.ei-ie-al.org/documentos/Limitaciones_que_afectan_a_la_Universidad_Publica.doc
Muñoz, G., & Rodriguez, G. (2012). Plan educativo nacional. Recuperado el 12 de Noviembre de 2018, de http://www.planeducativonacional.unam.mx/
UNESCO. (1998). Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: vision y accion preámbulo., (págs. Inciso a, Artículo 11). París.

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