SE TIENE QUE DECIR

 

Cuando la realidad nos alcance podría ser muy tarde

Por Cacho

 

Por prácticamente todo mundo es sabido que el gobierno, sea cual fuere su nivel (federal, estatal o municipal), no genera riqueza alguna, administra los recursos obtenidos de nosotros los “sisi”, los que sí trabajamos y sí nos esforzamos, vía impuestos, y de ahí surge el problema que enfrenta la población mexicana a corto plazo.

En esta colaboración nos enfocaremos en el asunto de los combustibles.

El ente que preside este país, Andrés Manuel López Obrador, ignorando – como le sucede hasta ahora – lo que significa gobernar, y peor aún, saber hacerlo, prometió en campaña reducir el precio de la gasolina (debemos asumir que hablaba de la Magna que es la de mayor consumo nacional) a 10 pesos el litro.

Lo que cobardemente contradijo, faltando a su palabra y exhibiéndose tal cual es, un mentiroso patológico que entona “el canto de las sirenas” para allegarse adeptos, esos de “la fe ciega”, “los que están con la transformación”, los de “90 por ciento honestidad y 10 por ciento experiencia”, al fin “no se necesita mucho para gobernar”.

Si supiera y entendiera Andrés Manuel lo que es gobernar, no habría a la fecha, más de 4 millones de pobres agregados a los que lo eran antes – y que por supuesto, continúan siéndolo – tampoco hubiera subido a niveles escandalosos el nivel de desempleo, pero “que quiebren los que tienen que quebrar”.

Pretextos le han sobrado, ya están muy ajados, peor que vestimenta de pordiosero (dicho esto con todo respeto hacia quienes son desposeídos o están en situación de pobreza extrema), pero ahí está la fe ciega que sostiene la popularidad de un demagogo en vías de convertirse en un gobernante autoritario, un pasito pequeño, previo a ser un dictador.

Pues bien, la gasolina no bajó a 10 pesos por cada litro, como el mentiroso lo dijo en campaña, al contrario, ha estado aumentando de precio.

El pretexto, la semántica manipulada por López: “no ha subido en términos reales”.

En un mundo globalizado, viviendo en un país que importa – cifras de enero del presente año – 548 millones 240 mil barriles diarios de gas LP (licuado de petróleo) gasolina, turbosina y diésel, con la presión de la paridad cambiaria – que gracias al Banco de México y su hasta ahora respetada autonomía no ha variado en gran medida, aunque sí lo ha hecho al alza – y agregando el aumento que sufren los precios internacionales del petróleo por el conflicto Rusia-Ucrania, será prácticamente imposible mantener los precios por debajo o a la par de la inflación.

Todo porque López se empeña – no como Peña Nieto – en que no se den “gasolinazos”.

Sostener el capricho de un mandatario demagogo y mentiroso sale carísimo.

Ahí van unas pocas cifras aburridas para explicarlo.

Primero hay que tomar en cuenta que además del 16% de Impuesto al Valor Agregado (IVA), los gobiernos federal, en mayor medida y los estatales en menor, nos cobran un Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) el federal, en la actualidad aplica un gravamen de 5.49 pesos por cada litro de gasolina Magna que se comercializa en el país, sea quien sea el importador (Pemex o particulares) para gobiernos estatales, municipios y demarcaciones territoriales (así está escrita la ley) se aplica un impuesto adicional equivalente aproximadamente a un 9% del IEPS federal.

No hay que olvidar que además de todo lo anterior, existe un impuesto a combustibles fósiles (impuesto verde, le llaman) equivalente a unos centavos, no llega a un peso, pero también hay que pagarlo por cada litro de gasolina y se lo queda el gobierno federal.

Pues bien, ante el embate del alza en los precios internacionales del petróleo, López y secuaces, para o hace ver mal al primero con sus promesas irracionales, están aplicando un estímulo fiscal de 100 por ciento al IEPS de las gasolinas, esto es, una lanita que no ingresa a las arcas federales.

Para entender mejor este punto, van los odiosos números (por su frialdad y certeza).

De acuerdo con registros del gobierno, en 2021, la recaudación del IEPS de gasolinas y diésel a nivel federal representó 5.5 por ciento de los ingresos tributarios del gobierno. Sin embargo, un año antes, esto es, en 2020, su contribución fue de 8.2 por ciento.

Se explica la caída en las percepciones por los estímulos fiscales aplicados “para que no hubiera gasolinazos”.

A saber: el año pasado la recaudación del IEPS de gasolinas y diésel quedó por debajo de los ingresos programados en la Ley de Ingresos de la Federación para ese concepto, en casi 130 mil millones de pesos.

Pérdida en las finanzas públicas.

Mientras tanto, la recaudación de IEPS de combustibles aprobada en la Ley de Ingresos para este año es de 289 mil millones de pesos. Sólo que Hacienda captará menos por la aplicación del estímulo al IEPS, que actúa como subsidio, al que ahora se suma un estímulo complementario sobre el ISR y el IVA.

Apuestan a los ingresos excedentes por exportación de crudo, pero la producción mexicana de oro negro enviada al extranjero no representa una cifra envidiable, en realidad, es mínima: 1 millón 954 mil 085 barriles diarios (cifra de enero de este año, de acuerdo con el Inegi).

Pues bien, cuando el estímulo fiscal erosione el presupuesto federal, de no bajar los precios internacionales de crudo, la situación le estallará en la cara no a López, a él poco le importará, sino a “el pueblo bueno y sabio” que verá llegar un “gasolinazo” que disparará aumentos en cascada, al menos en transporte de personas, alimentos y bienes de consumo.

Ahora bien, tratar de sostener una promesa incumplida, (pues no ha bajado y en cambio sí ha subido la gasolina, aunque diga López que no) le está saliendo muy caro al país.

Esos ingresos que dejan de percibirse vía IEPS, impactarán en las becas a nini´s, apoyos a adultos mayores, becas a los estudiantes de primaria y secundaria, etc.

Porque quitarle un centavo a la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o la elegante “central avionera” Felipe Ángeles, ni pensarlo.

Espero muy sinceramente que el escenario aquí expuesto no se convierta en una realidad.

Porque lo pagaremos muy caro.

Pues, se tenía que decir… y se dijo.

P.D.- No se nos olvida que aún no hay explicación, creíble o increíble, de cómo es que el hijo mayor de AMLO, José Ramón López Beltrán, a quien no se le conoce trabajo (ni antes, ni después de que su papá llegó a la presidencia de la República), vive como millonario en el extranjero.

 

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