8 de marzo, otros discursos más por la mujer
Por Mario Alfredo González Rojas
8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. A la mujer se le podía conocer como buena madre, hija y esposa, pero no se le tomaba en cuenta como una profesionista, una deportista, una empleada, una investigadora, una doctora capaz.
Es más, como usted lo sabe, en la Antigua Grecia, la de los grandes filósofos, con todo y ser la cuna de la democracia, el papel de la mujer, pues era de segunda, hay que decirlo. El rol que desempeñaba era de carácter doméstico, no tenía participación en la vida pública; su principal papel era la procreación.
En esa situación estaba dedicada a hilar, tejer, organizar el trabajo de los esclavos y criar a sus hijos. Sólo podía asistir a las festividades religiosas, y eso, acompañada de una criada. Pero a la hora de los banquetes, únicamente el esposo acudía a comer y libar en honor de Dioniso (entre los romanos era Baco; como es más reconocido por los bebedores del mundo). Y otra cosa: no obstante ser los griegos los creadores de los Juegos Olímpicos, en los que se exaltaba la salud y la belleza, las mujeres no podían participar en ninguna disciplina, ni asistir a presenciar las competencias, en el dado caso de que estuvieran casadas.
Volando a los tiempos modernos, sucedió que en 1909, se celebró en Estados Unidos (ya era tiempo, al menos que se les rindiera un homenaje a las discriminadas compañeras del hombre) a instancias del Partido Socialista, el primer Día Nacional de la Mujer. Sucesivamente, en diversas partes del mundo se fueron organizando homenajes en este sentido.
Hay mucha historia sobre el tema de hacer justicia a la mujer. La ONU en 1975 declaró el 8 de marzo, como el Día Internacional de la Mujer, lo que constituyó un fuerte compromiso para las autoridades de cualquier país, como era el de otorgarle su lugar esencial en la vida social.
En el siglo XIX, había manifestado Arthur Shopenhauer, el filósofo alemán de la corriente pesimista, precisamente en 1819, en su libro “El amor, las mujeres y la muerte”, que “la mujer es el ser de cabellos largos e ideas cortas”, y dicha frase tuvo un impacto enorme para unos y para otras, durante años y años. De esa forma había contribuido este alemán, a rebajar aún más, la fama de las mujeres como seres de menor importancia que los hombres.
Lenin, el padre de la Revolución rusa, “volteó la tortilla”, cuando dijo 100 años después, en su reconocida obra La Emancipación de la mujer, que “una de las manifestaciones más flagrantes de la injusticia social, es la desigualdad de derechos de la mujer frente al hombre”.
De todo ha habido en el mundo de las ideas y de los autores en torno a la mujer. Valga recordar, de pasada, que en 1971, causó sensación un libro que escribió la socióloga argentina Esther Vilar, con el nombre de El varón domado. En éste se afirma, que las mujeres no son oprimidas por los hombres, como se venía pensando de siempre, sino que son ellas las que controlan a los hombres para su ventaja. Insistía Vilar, en que, con toda premeditación, la mujer se vale, por ejemplo, de sus artes amatorias, para convencer al hombre en muchas de sus pretensiones. Con tales argumentos, llegó a tacharse a doña Esther de antifeminista.
En la actualidad, se combina la igualdad formal con la desigualdad económica, de la que deriva naturalmente la desigualdad social. Por eso, las mujeres, en lo general ganan menos dinero en los trabajos que los hombres.
A esto se adiciona el mal trato, las posturas antifeministas, secundadas en muchas situaciones hasta por los gobiernos. Tiempos van y tiempos vienen y como dice la canción, sigue la “yunta andando”. La verdad, las discriminación y la violencia hacia las mujeres, no parece tener un fin cercano. Aunque, a veces, abunden los homenajes en su honor y hasta se distorsione el idioma, golpeando sus reglas, como sucede con el lenguaje inclusivo, el que todavía no acepta la Real Academia de la Lengua.
Con todo lo habido y por haber, tenemos que reconocer con suma tristeza, que en México, son asesinadas diez mujeres por día.
Feliz Día de la Mujer, y gracias por existir!