Guerra y Paz
Por Enrique Pallares R.
La invasión rusa a Ucrania trae a la memoria las novelas que se han escrito con temas relacionadas con la guerra. Tal es el caso en esta ocasión de Guerra y Paz ambientada en la invasión, también injustificada, de Napoleón Bonaparte a Rusia.
Guerra y Paz es el título de una de las grandes novelas rusas. Su autor, uno de los clásicos novelistas rusos: León Tolstói (1828-1910). Junto a él, Turguenev, Pushkin y Dostoyevsky se caracterizan por poner una gran preocupación por la intensidad de la vida interior. Casi todos los personajes de estos autores se muestran atormentados por su autoconciencia y que apenas consiguen hacer algo con sus vidas, habiéndolas ya gastado.
León Tolstói fue un escritor prolífico, aunque su reputación básicamente se forjó alrededor de sus dos grandes obras, Guerra y Paz (1869) y Ana Karenina (1877). En estas obras de un gran realismo, incursionan con una destacada profundidad en el retrato de sus personajes que revela una penetrante capacidad de observación por descubrir presupuestos filosóficos del quehacer cotidiano de los hombres y mujeres comunes.
La trama de esta novela se desarrolla fundamentalmente durante la invasión napoleónica a Rusia, siguiendo la historia entrelazada de cuatro familias. Se trata de una novela extensa que culmina con la invasión francesa a Rusia en 1812. En ella se mezclan la ficción y la realidad de personajes que comparten el escenario con Napoleón y el zar Alejandro I, la familia Bezújov (principalmente Pierre) la familia Bolkonsky, el viejo príncipe Nikolái Andréievich, y la princesa María.
La obra, lejos de presentar la guerra como una virtuosa experiencia donde se forja el ánimo, la personalidad y la grandeza de un país, la novela la expone en todo su horror, mostrando, en cada una de las batallas, en especial la descripción de la victoria de Napoleón en Austerlitz, la monstruosa sangría que acarrea y las infinitas penurias e injusticias que golpean a los hombres y mujeres comunes y corrientes que constituyen la inmensa mayoría de sus víctimas.
Guerra y Paz nos seduce, porque explora problemas filosóficos que preocupan a todos los seres humanos tales como qué es el amor o qué es el mal. Así lo hace ver Bezujov cuando se pregunta por qué la gente mala se agrupa tan rápidamente y la gente buena no. También porque nos relata la estupidez macabra y criminal de quienes desatan esos cataclismos, hablando del honor, del patriotismo y de valores cívicos y marciales, todos ellos monstruos metafísicos, que son palabras cuyo vacío y nimiedad se hacen patentes en el momento en que se disparan las primeras balas.
La novela de Tolstói tiene mucho más que ver con la paz que con la guerra y el amor a la historia y a la cultura rusa que sin duda alguna no exalta para nada el ruido y la furia de las matanzas. Por el contrario, destaca esa intensa vida interior, de reflexión, dudas, búsqueda de la verdad y empeño de hacer el bien a los demás que quedan encarnadas en el pasivo y benigno Pierre Bezújov, el héroe de la novela.
En su filosofía o en su religión, la dimensión espiritual de sus personajes va más en la búsqueda de una verdad que permita distinguir nítidamente el bien del mal y obrar en consecuencia. Sus personajes quedan convencidos de que pese a la abundancia de canallas y gentes viles que se salen con la suya, ya sumando, los buenos son más numerosos que los malvados, que las ocasiones de goce y de serenidad son mayores que las de amargura y odio y que, aunque no siempre sea evidente, la humanidad va dejando atrás, poco a poco, lo peor que ella arrastra.
Aunque al final, Tolstói llega a la conclusión de que la fuerza que desempeña el papel principal en el desarrollo de la historia es la irracionalidad y lo impredecible del comportamiento humano, la novela nos invita a pensar de que, a pesar de todo, la aventura humana es infinitamente más rica y exaltante que las miserias y pequeñeces que también se dan en ella. Que, ya vista en su conjunto, con una perspectiva reflexiva, esa aventura vale la pena de ser vivida. No debe extrañar, que en sus últimos años, Tolstói defendió fuertemente el pacifismo y renunció a las posesiones materiales.
¿Es una obra voluminosa? Sí, pero vale la pena de ser leída, sobre todo en estos tiempos. Pues aún en el siglo XXI este libro debe ser considerado como un libro de culto porque trata del amor a la vida plena.