Olvídese de testamentos políticos, para eso tenemos Constitución
Por Cacho
La más reciente bufonada – por decir lo menos – del ente que preside este país, es motivo de preocupación, incluso de quienes le rodean, lo lisonjean y le dicen sí a todo, lo que Andrés Manuel López Obrador pretende es imponer su capricho a millones (que no son pocos) de mexicanos que no comulgan con su proyecto.
A los otros, ya los tiene comiendo de su mano.
López Obrador se ha mostrado últimamente tal cual es, un sujeto alejado de la realidad, él construye la suya y quiere imponérsela a México entero mediante un circo que repite todas las mañanas de la semana para ir penetrando en la mente de las gente desinformada, la de buena voluntad y la de los que le siguen con fe ciega, a quienes no me atrevo a adjudicarles adjetivo alguno.
Pero vayamos por partes.
¿Cuál es la definición de testamento?
“El testamento es un acto por medio del cual una persona manifiesta libremente su voluntad para disponer de sus bienes, derechos y obligaciones, y designarlos a una o varias personas para después de su muerte”.
Una persona manifiesta libremente su voluntad.
O sea que López admite implícitamente que desea imponer lo que deberá suceder si él fallece.
“…Para disponer de sus bienes…” O sea que en su onírico pensamiento cree que el país es de su propiedad.
Pues hay que dejarle en claro que no es así.
El hecho de que resida en un palacio no lo convierte en monarca, mucho menos en el dueño de esta gran nación.
Y pretende todavía designa a una o varias personas para que se lleve a cabo su voluntad.
Eso sí que es de locos.
Y de más locos permitírselo sin siquiera exponer que esta estrategia política que está echando a andar es absolutamente impensable, mucho menos, permisible.
Se podrá alegar que lo antes expuesto son conjeturas a raíz de una expresión presidencial y la definición de una palabra, pero no es así.
Pues muy claro que López dijo, y lo cito:
“Tengo desde hace algún tiempo un testamento y ya siendo presidente le agregué un texto que tiene, como lo dije en el video, el propósito de que en el caso de mi fallecimiento se garantice la continuidad en el proceso de transformación y que no haya ingobernabilidad y que las cosas se den sin sobresaltos, sin afectar el desarrollo de país, garantizando siempre la estabilidad y el que se avance en el proyecto que hemos iniciado”.
Así lo planteó el pasado lunes.
Pero este reyecito de un país de la imaginación olvida algo.
Hay una Constitución que prevé claramente lo que procede en caso de que un presidente llegara a faltar por fallecimiento o enfermedad grave.
Que no se tome atribuciones que no le corresponden.
Y que la ciudadanía impida que este gobierno se convierta en acciones dictadas por la voluntad de una sola persona.
La oposición política es cero a la izquierda, se necesita, ahora sí, defender la democracia como desde un principio la plantearon los griegos al final del siglo VI antes de Cristo.
Y los ciudadanos debemos hacer valer el antiguo proverbio, también en griego que dice:
Vox populi, vox Dei
Pues, se tenía que decir… y se dijo.