EL ORÁCULO DE APOLO

Crisis global o punto de inflexión
Por Enrique Pallares R.

Son muchas las voces que se escuchan con un ¿Qué está pasando en el mundo? Tenemos pandemia, cambio climático, generalización de la violencia, auge de las autocracias, grandes migraciones, incremento en la corrupción, aumento de la pobreza en el mundo, incremento de la delincuencia organizada frente a gobiernos desorganizados, desarrollo a gran escala de la tecnología armamentista, la verdad ya no se acepta como valor epistémico, se relativiza y proliferan los falsos discursos y un largo etcétera. Esto es exagerado o realmente así está pasando.
Tal parece que hoy estamos viviendo un nuevo retorno de la barbarie aunque la amenaza no venga de alguna de las grandes potencias. Estamos viviendo en sistemas sociales depredadores, sin regulación alguna y globalizado. Estamos viviendo también en constantes crisis económicas y sociales y con crisis ecológica global. Vivimos también en una crisis de legitimidad de la democracia parlamentaria en donde los sistemas autocráticos dan otra definición al término. Vivimos una crisis civilizatoria que afecta al pensamiento “occidental” (la encierro entre comillas porque en realidad occidente se ha globalizado).
La filósofa estadounidense Martha Nussbaum nos ha puesto en alerta de lo que ella llama “crisis silenciosa” del pensamiento occidental. En esta crisis prevalece una concepción economicista y tecnocrática del conocimiento y la educación.
La humanidad se enfrenta a inmensos retos que ponen en riesgo la vida, la libertad, la convivencia y la sobrevivencia de millones de seres humanos. Carecemos de una razón común que permita unir los tres grandes ámbitos de la experiencia humana: la convivencia política, la subjetividad ética y el conocimiento del mundo. Esta preocupación por entrelazar estos tres elementos se mantuvo como herencia del pensamiento griego y se convirtió en el gran proyecto civilizatorio. Este programa desde luego que no ha tenido un camino real, lineal y ascendente como nos los recuerda la historia. Aunque ha habido grandes logros tal parece que estamos en un punto de inflexión.
Por ello hay que repensar de nueva cuenta la ética, la política y el cosmos, para adecuarlas a las condiciones de una sociedad global cada vez más compleja, interdependiente y llena de incertidumbres. En lo ético necesitamos identificar valores comunes que nos hagan la convivencia más armónica y revele nuestras responsabilidades. En lo político la silenciosa propagación de las autocracias exige pensar en un nuevo contrato social que refuerce los derechos civiles, establezca programas más enérgicos de lucha anticorrupción y se tenga estrategias efectivas para minimizar la desigualdad económica. En la educación fortalecer el conocimiento de nuestro mundo, aumentar el acceso a la educación y nos haga ser conscientes de lo que somos y el lugar que ocupamos en el universo.
Se nos presenta de este modo, como una necesidad imperiosa, renovar profundamente el ejercicio del pensamiento crítico, pues el asalto de la irreflexión está en todos los ámbitos de la vida pública. La reflexión filosófica tiene ante sí una gran tarea y una gran responsabilidad: ayudar a reconstruir esa razón común para esta humanidad entretejida ya en una sociedad global.

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