EL HILO DE ARIADNA

La celebración nacional del libro, siempre insuficiente

Heriberto Ramírez

 

El viernes 12 de noviembre se desplegaron un sinfín de actividades por todo el territorio mexicano para celebrar el Día nacional del libro, aunque tal vez algunos desconozcamos por qué se ha elegido ese día para esta merecida celebración. Hasta donde se tiene noticia es en razón del aniversario por el natalicio de la Décima Musa Sor Juana Inés de la Cruz (1651), defensora valiente del derecho de leer, una de las mayores figuras de la literatura y el pensamiento hispanoamericanos del siglo XVII, entregada a los libros siempre con una sed inagotable por el conocimiento. El día fue instituido por decreto presidencial de José López Portillo en 1979. 

En el caso del estado de Chihuahua, una buena parte de esas actividades, organizadas por la Secretaría de Cultura, se concentraron en la capital y en Ciudad Juárez, con exposición y venta de libros, talleres, conferencias, proyecciones de películas. En apoyo a la conmemoración, bajo el lema “Amo los libros”, se dieron cita escritores, libreros y editores locales para presentar sus novedades y establecer una relación más estrecha con sus lectores. 

Así, los asistentes, aquí en la capital, pudieron asistir a la conferencia de apertura sustentada por el reconocido historiador Jesús Vargas, “Libros como objetos de libertad”, al igual que a las charlas de las destacadas escritoras Victoria Montemayor con “Dante y Baudelaire: entre el Paraíso y el Infierno”, o “Feminismo Teológico Sorjuanino” por Isabel Mier, y escuchar nuevas voces como la de Jorge Domínguez al comentar sobre la película El Principio de Gonzalo Martínez y de Jorge Barraza en un mesa sobre historietas. Todas estas actividades tuvieron lugar en las instalaciones de la Secretaría de Cultura, con el apoyo diligente y eficiente de su personal.

En países como España la pandemia representó un repunte en la venta tano de libros impresos como digitales, en el caso de México esto no ocurrió así, porque las librerías permanecieron cerradas por un largo tiempo al inicio de la contingencia sanitaria y porque los índices de consumo de lectura históricamente han sido menores. Así que esta celebración viene más que bien.

Lo anterior, nos da una idea de la insuficiencia al dedicar un solo día a esa noble labor de fomentar la lectura y la escritura, tal y como ocurre en muchas otras celebraciones. Aquí, se destaca en virtud de su relevancia tanto como un asunto de salud pública para estos tiempos difíciles, y también por implicaciones para el aprendizaje o la vida democrática. Cuando esta debería ser una tarea cotidiana e incesante si realmente queremos llegar a ser una sociedad lectora.

Las editoriales locales independientes como Medusa Editores y Sangre Ediciones, o la iniciativa del Libro perdido de los entusiastas jóvenes del Club Rotaract Chihuahua Majalca tienen un valor inestimable, pues son especies de flores ondeando desafiantes sus tersos pétalos ante la interminable adversidad a su alrededor.

La suspensión, ni siquiera anunciada, de la Feria del Libro siembra dudas y suspicacias sobre los planes de fomento a la lectura y la escritura. Hasta ahora, las instituciones culturales de Chihuahua, de todos los colores, han quedado a deber en cuanto a esta asignatura. Parecieran señales de indiferencia o incapacidad para cumplir con estas tareas, tal y como lo estipula la ley. O quizá resulte más fácil de controlar una sociedad no lectora y, por tanto, menos crítica.

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