
¡Felicidades al INE y a sus colaboradores ciudadanos!
Por Enrique Pallares
En México se ha logrado construir, con mucho esfuerzo, instituciones que han fortalecido la democracia y la libre expresión de las ideas. Estas instituciones permiten al ciudadano manifestar sus opiniones de cualquier índole, sin más restricciones que el uso de la razón y sin que el Estado obligue a pensar en una sola dirección mediante acciones coercitivas. Esto es fundamental en el fortalecimiento de la democracia. Debilitarlas o controlarlas desde el gobierno, o intimidar a sus integrantes, es ir en contra de ese proceso de libertad y democracia. Es por eso, que el deber del ciudadano, si quiere mantener esta clase de régimen político es vigilar el mantenimiento de estas instituciones.
Como es de su conocimiento, en este largo y espinoso proceso de ir construyendo la democracia en México, en un rápido recorrido, vemos cómo el Instituto Federal Electoral sustituyó a la Comisión Federal Electoral, después de los conflictos poselectorales de 1988. Para 1990 se publicó el llamado Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE).
En este camino también hubo importantes reformas, que impactaron de manera significativa la integración y atributos del organismo depositario de la autoridad electoral. Si seguimos esta historia, hay que recordar que en un principio se constituyó como un órgano de Estado con una concurrencia de los poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. A pesar de esta situación, la verdad es que los primeros Magistrados fundadores colaboraron ampliamente en el proceso de democratización de México.
Así pues, el Instituto Federal Electoral fue el organismo responsable de cumplir con la función de organizar las elecciones federales del país. Técnicamente era un órgano constitucional pues, al igual que los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, nace directamente de la Constitución Política que nos rige. Este instituto inició sus operaciones el 11 de octubre de 1990 y las finalizó el 4 de abril del 2014.
Posteriormente, con la reforma constitucional publicada el 10 de febrero de 2014, se creó el Instituto Nacional Electoral (INE) como uno de los órganos constitucionales autónomos de México, que viene a ser el ente público encargado de regular los procesos electorales, de participación ciudadana y normar las directrices a las que se sujetaran los participantes en las contiendas electorales.
Su tarea no es fácil pues sus funciones incluyen organizar las elecciones en todo el territorio mexicano, en coordinación con los organismos públicos electorales de las entidades federativas, quienes se encargan de organizar las elecciones de Gubernaturas, Diputaciones locales y Ayuntamientos o Alcaldías de Ciudad de México. También intercede en otros procedimientos de participación ciudadana como Consultas Populares, Procesos de Revocación de Mandato e Iniciativas Ciudadanas; además de estar facultado para intervenir en las elecciones de dirigencias de los partidos políticos, a solicitud de estos; emitir a través del registro federal de electores la credencial para votar y que se constituye como principal identificación oficial en todo el territorio nacional.
También norma los tiempos de participación en los procesos electorales, incluidos el Poder Ejecutivo; y vigila el uso de los recursos públicos entregados a órganos electorales y partidos políticos.
Como podemos ver sus funciones son complejas y complicadas, pero al mismo tiempo, para cumplir con sus tareas requiere de una estructura ágil y dinámica. Como se ha señalado en otras ocasiones, las democracias carecen de fórmulas mágicas para terminar de inmediato con los complejos problemas sociales, unos viejos, otros nuevos.
Sin embargo, la democracia es el único sistema político en donde más o menos se permiten elecciones limpias y transparentes. En este sistema se puede combatir los actos de gobiernos abusivos mediante votos de castigo, se promueve la independencia de los poderes, como lo es el Judicial, o bien se vigila, mediante organismos defensores de los derechos humanos además de organismos no gubernamentales, las acciones del gobernante.
En ningún proceso electoral existe la garantía de que, a quien se elija, será un buen gobierno. Por lo tanto es mejor considerar una teoría sencilla de la democracia, esta es: no se trata de saber quién debería gobernar mientras no exista la posibilidad de poder destituir al gobierno sin derramamiento de sangre. De esta manera todo gobierno que puede ser derrocado conserva un fuerte estímulo (o tendría una gran preocupación) para comportarse y convertirse de tal manera que uno estuviera satisfecho con él. Pues ese estímulo desaparece cuando el gobierno sabe que no se le puede destituir tan fácilmente.
De acuerdo al Índice de Democracias en el Mundo, elaborado por The Economist desde 2006 y basado en cinco categorías -proceso electoral y electoralismo, funcionamiento gubernamental, participación política, cultura política y libertades civiles-, divide todos los Estados analizados (165) en cuatro tipos de regímenes según su nota global: democracia plena (como Canadá, Chile o Noruega); democracia imperfecta (como EEUU, México o la India); régimen híbrido (como Guatemala, Bolivia o Turquía) y régimen autoritario (como Venezuela, China, Rusia o Corea del Norte). Recomiendo consultar el mapa.
La felicitación al INE es por ir en la dirección correcta hacia una democracia plena. Su historia brevemente comentada aquí, revela el gran esfuerzo que se ha hecho en México por construir una sociedad abierta y con libertades civiles. Por haber celebrado elecciones tan complejas en el 2021 de una manera tan eficiente y eficaz. Por mantener una postura neutral, y así de esta manera, ir construyendo instituciones que fortalezcan la democracia. Que se constituyan tan fuertes, como para no dejar que muera un sistema político que permita la libre discusión de las ideas y la tolerancia a la diversidad.