
El falso mesías y las “brillantes” inversiones
Por Cacho
Ya me queda bastante claro por qué tardó Andrés Manuel López Obrador 14 años en concluir sus estudios en la UNAM, pues pese a que en su currículum aparece que es licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Nacional Autónoma de México (1973 –1976), sí comenzó su carrera en el ’73, pero la realidad es que concluyó su formación en 1987.
Fue en ese año en el que sus tres sinodales firmaron el acta de examen profesional mediante la cual resolvieron aprobarlo. Así, a secas, pues no había otra, ya que de 39 exámenes que presentó a lo largo de su vida académica universitaria, 16 fueron extraordinarios.
Llama la atención que las materias de Economía, Economía Política, Estadística y Ciencia Política, las tenía reprobadas y las presentó en examen extraordinario. Eso explica lo de las inversiones que ha ordenado hacer en obras poco o nada viables y la forma de cómo “maneja” la economía del país.
Bueno, pues el título de esta colaboración obedece a que la prestigiosa revista británica The Economist, puso en la mira internacional a México, a través del presidente.
La revista dedicó su portada a López, a quien calificó como un “falso mesías” y advirtió que es un peligro para la democracia mexicana. Publica un artículo titulado “Los votantes deben frenar al presidente hambriento de poder de México”, en el que asegura que el mandatario divide al país y no está dispuesto a escuchar consejos.
Qué pena que sea éste el tema que pone a México en la lente internacional, en vez de sus destinos turísticos, su producción agrícola en la que resaltan el aguacate, tomate, su producción pecuaria, sus polos de desarrollo manufacturero y muchas cosas más.
Pero no, en el ámbito internacional se destaca el lado negativo de lo que sucede en este hermoso país, y lo peor de todo, no lo podemos refutar, aunque muchos de los seguidores de AMLO, esos de la fe y obediencia ciega, buscarán mil y una maneras de justificarlo, por absurdas u oníricas que sean.
La revista menciona en dicho artículo que “López Obrador divide a los mexicanos en dos grupos: ‘el pueblo’, por lo que se refiere a quienes lo apoyan; y la élite, a la que denuncia, a menudo por su nombre, como delincuentes y traidores a los que culpa de todos los problemas de México”.
“El desprecio del presidente por las reglas es una de las razones por las que las elecciones del 6 de junio son importantes” dice The Economist, al tiempo de destacar la importancia de que los mexicanos acudan a votar, dado que, de acuerdo con el medio británico, el titular del Ejecutivo no sigue las reglas del proceso electoral.
“López Obrador no ha hecho que México esté más limpio, pero ha resaltado la necesidad de una limpieza”, destaca The Economist que finaliza con un llamado:
“Estados Unidos no debería hacer la vista gorda ante el autoritarismo progresivo en su patio trasero. Además de enviar vacunas, incondicionalmente, Biden debería enviar advertencias silenciosas”.
Esto último, para nada está bien, somos los mexicanos quienes debemos resolver nuestros problemas y eso de ser el patio trasero de EU, suena bastante fuerte, aunque somos vecinos y así es como los estadounidenses ven a nuestro país.
Se agradece el apoyo del gobierno norteamericano con el asunto de las vacunas, pues el nuestro se ha visto totalmente rebasado por la ineficiencia y la incompetencia en este y otros rubros, pero en el tema de la salud sí se ha mostrado el respeto norteamericano, no la visión británica de “un patio trasero”.
Hasta aquí con “la quemada” que nos da como país el medio británico.
Ahora vamos con la refinería.
Feliz, López, marrullero y pendenciero como es su limitada visión de ser mandatario, recomendó “a los ardidos” por la adquisición del 100 por ciento de las acciones de la refinería texana Deer Creek, “untarse Vitacilina”.
Así se expresó el bufón de Palacio Nacional.
Y aquí es donde se explica que haya reprobado en su formación académica, algunas materias sobre economía, pues pagará 596 millones de dólares por las mencionadas acciones, pero el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, anunció que la empresa adquirida trae “su torta bajo el brazo”, aunque en sentido negativo para México: debe 980 millones de dólares que deberá pagar además de los 596 mdd de las acciones.
Una ganga.
Y además “olvidaron” informar que la firma (Shell) aseguró que, una vez que se concrete el pago la propiedad total de la refinería será de Pemex, mientras que Shell “continuará trabajando con ellos (Pemex) de manera integrada a través de nuestra instalación química en el sitio”.
“Esta transacción permite a Shell enfocar aún más su huella de refinación, manteniendo al mismo tiempo la opcionalidad de integración y conservando el valor a través de sus actividades de Productos Químicos y Trading”, expuso la petrolera británica.
No sé si alguien le dijo al presidente que para refinar crudo y producir combustibles se utiliza una variedad de productos químicos, más en el caso del oro negro mexicano, el Maya, que es pesado y que lleva un proceso de refinación más complicado para obtener gasolinas y diésel.
O sea, compraron una maquiladora de petróleo (más una deuda) para producir combustibles, pero están supeditados a la petroquímica de Shell, pues esa tecnología no va incluida en el trato.
Habrá que reprobar una vez más a López, el falso mesías mexicano.
Y hacerlo también en las urnas, el seis de junio, pues como dice Catón: Un voto por Morena es un voto contra México.
Pues, se tenía que decir… y se dijo.