LO QUE NO SOMOS TODOS LOS DÍAS

 

Entre la verdad y las redes sociales
Por Mario Alfredo González Rojas

 

Como suele suceder en los procesos electorales, este de 2021 no podía ser la excepción, en lo que toca a la lucha que se desata de diversas formas para desacreditar a los contrarios. Por diferentes conductos se manifiestan los agravios y los comentarios a favor también, y al terminar el proceso, todo queda en aparente calma, como si sólo se hubiese tratado de un sueño.

En este siglo ha aparecido otro escenario, el de las redes sociales, el que asume entre varias formas, la figura de un caballo desbocado. “Sin bridas y sin estribos”, como dijo García Lorca en “La Casada infiel”. Con paso incontenible, sin dejar “títere con cabeza”, en las redes sociales se ataca a candidatos, en ocasiones sin prueba alguna, y también se eleva a las alturas celestiales a otros que rayan en la mediocridad más abultada.

Se consideró que las redes sociales en el 2011, en la llamada “primavera árabe”, ayudaron a lograr la unidad de la población en Egipto, para derrocar al presidente de esa nación. Previamente, se había cometido un crimen que fue denunciado por las redes sociales. Dos detectives mataron en 2010 a Khaled Said, bajo el supuesto cargo de tráfico de drogas. Entonces, Gael Ghonim subió a las redes el hecho, lo que en dos minutos atrajo 300 seguidores, que muy pronto se multiplicaron. El presidente Mubarak, además odiado por encabezar un régimen dictatorial, ordenó el bloqueo de las comunicaciones por Internet y celular, y se le vino el mundo encima. El presidente tuvo que renunciar.

Este hecho nos indica cuál puede ser la fuerza en un momento dado, de las redes sociales. En cuestiones electorales, estas despiertan una gran atracción, son muy utilizadas actualmente. En el proceso de 2018 fueron muy socorridas, y quién sabe hasta qué grado tuvieron una gran influencia para el triunfo electoral de Jaime Rodríguez, “El Bronco”, como gobernador en Nuevo León. A lo largo de su campaña, Rodríguez presumía del uso que le daban a las redes los integrantes de su equipo de campaña. Fue una novedad su candidatura independiente, así como el supuesto valor de las propias redes como parte de su estrategia de proselitismo.

En el mundo político se vale de todo, con tal de promover la imagen propia y echar a perder también, la de los oponentes. A finales del siglo pasado se empezaron a usar estas herramientas, primero como una forma de diálogo entre amigos, luego con los amigos de los amigos, y después con los amigos, de los amigos, de los amigos. Ya se forman unas verdaderas cadenas, engranándose en un dos por tres. Así, lo bueno y además lo malo, circulan, con la velocidad del rayo.

Herramientas como el “feis” y el Twiter, entre otras, son manejados hasta por los niños. Ya no basta lo que se diga en los mítines, entrevistas, spots, ahora existe un gran aliado de muchos políticos, para “llevar agua a su molino”. En México, la calumnia y la difamación en algunos estados se pagan con cárcel y con multas, pero sobre todo en la política, esto no tiene nada que ver con la justicia. Se puede acusar a un candidato de lo que sea, pero como establece uno de los principios generales del Derecho, “no hay mejor testigo que el papel escrito”; de tal forma, que señalamientos al por mayor, de la imagen de una persona, de su conducta, se quedan en simples dichos, que se creen o no se creen por los electores, ya es cosa de cada quien.

Y como el que afirma está obligado a probar, pues no pasa nada, sobre todo porque las aseveraciones en estos tiempos y con estas herramientas como son las redes sociales, no tienen ni pies ni cara del remitente, es decir, son piedras arrojadas, con la mano escondida. Lo ideal para formarse un buen juicio de un candidato, es estar bien informado por fuentes adecuadas, nada de que dijo que dijeron. Y a veces no tiene ningún fundamento, eso de que “cuando el río suena es que agua lleva”. No se nos olvide, que una mentira repetida muchas veces acaba siendo considerada como una verdad. Hay verdaderos magos de la difusión, ahí está el caso de José Goebels, el jefe de Ilustración y Propaganda de Hitler, que era un auténtico artífice de estas cosas, de pregonar mentiras con tal insistencia e inteligencia (no olviden que hasta para saber engañar hay que tener neuronas), que hizo que incluso las juventudes y la niñez de Alemania, creyeran que les hablaba un semi dios, al convencerlos de la tesis, de que el pueblo germano era de una raza superior, etc. ¿Resultados? Se fue a la guerra, completamente fanatizados con las ideas de superioridad a toda prueba.

A mayor cultura del pueblo, más madurez democrática. Por eso, es una verdad, que los pueblos tienen los gobernantes que se merecen. Recuerdo una conferencia de Roberto Blanco Moheno, dictada hace ya algunos años en Hidalgo del Parral, que lógicamente despertó al final el interés de algunos de los presentes, para hacer preguntas. Uno de los “preguntones”, un joven estudiante del Tecnológico, contradecía y contradecía al culto orador, con su punto de vista, hecho sin sentido. Esto hizo que el autor de “Cuando Cárdenas nos dio la tierra”, se desesperara, cosa también lógica, y entonces le expresó al estudiante, que cuántos libros había leído, aparte de los de la carrera.

Por las redes sociales fluye una enorme cantidad de mentiras y verdades. Seamos cuidadosos con las fuentes informativas. Ya lo decía el poeta Enrique González Martínez: “husmea, sigue el rastro de la verdad arcana, escudriñante el ojo y aguzado el oído”. ¿Qué se busca de un candidato, para que nos convenza? Experiencia, “que sea un gallo probado”, como dice el corrido, preparación y honestidad.

Y así como lo dicta el Derecho, de que lo que es notorio no necesita probarse, ninguno está obligado a beneficiar a otro con daño de tercero.

Mostrar más
Botón volver arriba