EL ORÁCULO DE APOLO

 

La Migración y la convergencia cultural

Por Enrique Pallares

 

Actualmente habitamos este mundo más de 7, 700 millones de seres humanos, según los datos de las Naciones Unidas. De esta cantidad el 3% son migrantes internacionales, esto es 231 millones de personas viven fuera del país en el que nacieron. Sin embargo, esta tendencia de emigración cada vez es mayor. La dirección de esta migración es por lo general del sur del planeta hacia el norte. Este proceso social llevará al mundo a una inevitable transformación.

 

Vivimos una época en la que cada vez la proporción de personas ricas (en gran medida personas de mayor edad) es menor, y la de personas pobres (y jóvenes) es mayor. Las desigualdades mundiales y los conflictos políticos, ideológicos, de guerra y violencia aumentan las presiones migratorias sin cesar. Y, desde luego, los países más desarrollados se encuentran en una encrucijada difícil de carácter demográfico y de ámbito laboral.

 

La migración mundial ha sacado de la pobreza a millones de personas y también ha fomentado el crecimiento económico. En realidad, la inmigración es una fuerza transformadora que produce cambios sociales y culturales profundos, no sólo en los países de llegada sino también en las sociedades de origen. La migración y la difusión, según Luigi Cavalli-Sforza y Marcus Feldman, son las fuerzas más importantes en la introducción de variedad y novedades culturales.

 

El progreso cultural de los sistemas socioculturales ha podido consistir más en la asimilación de los inventos ajenos que en la invención propia. Casi siempre son muy pocos los inventos originados dentro de cualquier sociedad y cultura que tienen éxito. Según el antropólogo Ralph Linton, en su Estudio del Hombre, si todo grupo humano hubiera tenido que evolucionar por su sólo esfuerzo, el progreso hubiera sido tan lento que es dudoso que sociedad alguna hubiera superado a estas alturas el nivel del Paleolítico.

 

La inmigración va acompañada no sólo de procesos de aculturación por parte de los inmigrantes sino también de medidas políticas de los Estados para controlar las oleadas de personas que buscan entrar a los diferentes países. Pero también este proceso lleva consigo distintas y variadas reacciones de los ciudadanos establecidos y desde luego de sus políticos, que pueden considerar que los recién llegados sean una amenaza económica, cultural y política.

 

La xenofobia crece, el miedo a lo extranjero se propaga y contagia combinado con los problemas y crisis económicas, con el terrorismo, los narcotraficantes, la guerra y los refugiados, o incluso con la violencia familiar que existe en aquellos países pobres con pocas oportunidades.

 

Según el informe Moving for Prosperity: Global Migration and Labor Markets, actualmente, los niveles de concentración aumentan cuando los grados de aptitudes y habilidades son mayores. Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia acogen a casi dos terceras partes de los migrantes con educación terciaria. Y resulta asombroso que el 85 % de todos los migrantes ganadores de un Premio Nobel de Ciencia se encuentren en Estados Unidos.

 

En el caso de la historia de Estados Unidos vemos que ha sido extraordinaria su capacidad de absorber a decenas de millones de personas de todas las clases, de todas las culturas y de todos los países. De hecho, gran parte de esta historia ha consistido en un proceso de inclusión y exclusión, con casos muy escandalosos de expulsiones y deportaciones.

 

De acuerdo con la historia de este país, más de 100 millones de estadounidenses son descendientes de la primera ola de inmigrantes (principalmente europeos) que llegaron en el siglo XlX a Nueva York. De acuerdo con los datos actuales, más de la mitad de la población estadounidense actual (cerca de 320 millones de habitantes), tienen antepasados que entraron entre 1820 y 1920.

 

Actualmente Los Ángeles es la principal metrópoli inmigrante del mundo. En 1960 aún era la más blanca y la más protestante de las grandes ciudades del país. Hoy de los 10 millones de personas residentes en el condado de Los Ángeles, 7.2 millones pertenecen a minorías étnicas. Alberga la mayor concentración de mexicanos, salvadoreños, guatemaltecos, filipinos, coreanos, japoneses, taiwaneses, vietnamitas, camboyanos e iraníes. Pero también tiene grandes conglomerados de armenios, chinos, hondureños, indios, rusos, judíos israelíes y árabes. Es una ciudad cosmopolita como la antigua ciudad de Mileto en la Grecia clásica.

 

Pero ahora, el país que acogía a miles de migrantes, se ha convertido en la nación de la deportación forjada mediante la militarización de la frontera y leyes federales dacronianas que ampliaron enormemente las categorías de delitos que fuerzan la expulsión; la creación de una terrible maquinaria para la detención y deportación de inmigrantes y un bloqueo ante cualquier reforma sustantiva de la legislación federal en materia de migración.

 

La inmensa mayoría de las sociedades se encuentran sumidas en un proceso de convergencia cultural inevitable, debido al progreso de los medios de transporte y comunicación. El aislamiento cultural es crecientemente difícil y el mantenimiento de la fragmentación geográfico-cultural del mundo resulta a la larga insostenible. Podrá haber excepciones y resistencias pero sobre la dirección general del proceso de convergencia no cabe duda. ¿A dónde conduce este proceso? Pues conduce a una mayor uniformidad cultural del planeta. Este mismo proceso conduce también a un mayor pluralismo y variedad cultural local en cada zona geográfica del planeta. Lo que antes estaba separado por zonas, ahora tiende a mezclarse y a yuxtaponerse en todas partes.

 

Antes los musulmanes estaban en un sitio, los católicos en otro. En un sitio sólo se hablaba una lengua y en otro otra. Los tipos de gastronomía o de música estaban perfectamente localizados. Ahora en África hay más católicos que en Italia y más musulmanes que en Arabia y en Japón se escucha más Beethoven que en Alemania. En fin, la migración no se puede detener y la tendencia presente y futura es a que todo se mezcle y yuxtaponga.

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