“Sincronicidad” –el canto del cisne de The Police (conclusión)
Por Jorge Villalobos
El estilo de los primeros tres álbumes de The Police (‘Outlandos d’Amour’, ‘Regatta de Blanc’ y ‘Zenyatta Mondatta’) fusionó con éxito los ritmos jamaiquinos con el rock y algunos elementos de punk y new wave, pero pronto la fórmula del reggae que los distinguió al principio se convirtió en la tendencia de moda, y para 1980 había muchos grupos “clones” de The Police, así que cuando grabaron el álbum ‘Ghost in The Machine’ intentaron un giro en su música dándole predominancia al uso de sintetizadores y metales (cornos, saxofones). Cuando volvieron al estudio de grabación en 1982 estaba decidido que intentarían una mayor variedad de estilos y una producción menos densa, y el resultado fue un álbum más experimental, musicalmente mucho más fino, con elementos de jazz y world music, música ambiental y soft-rock; apenas un par de canciones conservan aquel reggae tan favorecido años atrás.
Acorde a la aspiración de un cambio significativo en el estilo de The Police, durante el periodo en que el trío cesó sus actividades en conjunto Sting compuso la interesante colección de canciones que habrían de integrar ‘Synchronicity’, con un enfoque más maduro e intelectual que su trabajo previo. En entrevistas posteriores habría de explicar que “cuando era maestro de escuela, o cuando estaba desempleado, componía muchas canciones y sentía que estaba escribiendo para el hombre que estaba a mi lado en la cola de la beneficencia. Y ahora, debido a que soy quien soy, llevo una vida enrarecida que es única para mí y otras pocas personas, y el hombre de la calle no estará interesado en lo que quiero decirle. Escribo por experiencia, pero no es algo que suene a nadie en ningún otro lugar. Ya se han hecho todas las canciones ‘del camino’, así que… escribo sobre mi propio estado psicológico con la esperanza de que alguien simpatice” (New Musical Express, dic. 1983; las referencias de prensa fueron tomadas de https://www.thepolice.com/synchronicity).
El nuevo material de Sting estaba basado en sus lecturas y en su situación personal en ese periodo, y algunos periodistas de rock criticaron su tendencia literaria e introspectiva. Para Richard C. Walls, de ‘Creem’, “…uno quiere darle crédito a Sting por tratar de no quedarse inane. Aún así, uno recuerda cómo Sting comentó que The Clash [grupo punk inglés liderado por Joe Strummer] tienen ‘intelectos de catorceañeros’, lo que suena bien, pero al menos Strummer y compañía se muestran como chicos de catorce años enojados, listos y dispuestos a cambiar las cosas en vez de simplemente hacer pequeñas observaciones fragmentadas sobre la falta de bondad en el mundo (…) el sufrimiento pasivo de Sting (el secreto de su éxito, una imagen romántica, inofensiva, apropiadamente victimizada) se vuelve un poco aburrido”.
Entonces me pregunto si este señalamiento de Walls es verdadero o solamente lo usó para denigrar a Sting por haber criticado a su vez a The Clash, o simplemente Walls es más adicto a la música punk que al rock “inofensivo”. ¿Es que el rock debe ser duro, bruto, fútil, de fiesta o protesta sin más, o cabe en él la posibilidad del gozo estético y de la aspiración intelectual? Supongo que, como una moneda, tiene dos caras. Tampoco es que yo le tenga mucho cariño a Sting, pero reconozco su estímulo en mi propio desarrollo intelectual: de no ser por el título del álbum yo tendría confundida la sincronicidad con la sincronía.
Como escribió Stephen Holden en la revista ‘Rolling Stone’: “Cada pista de ‘Synchronicity’ no es simplemente una canción, sino una discreta banda sonora en miniatura”, y efectivamente, cada pista del álbum narra una historia distinta. En un somero recuento, se tratan temas tan dispares como el abandono de la fe o la preocupación por el destino de la humanidad, la paranoia, el cinismo, la soledad; entre las dosis de surrealismo y belleza hay también algo siniestro y retorcido, rencor reprimido, alegorías dolorosas y simbolismo misterioso. Por supuesto, algunas canciones destacan más que otras, pero el conjunto es coherente y logra la colección de composiciones más interesante de la banda más importante de principios de los ochentas.
Sting había estado leyendo obras de Arthur Koestler desde que compuso el material para el álbum previo de The Police, para el cual tomó el título de uno de sus libros, ‘The Ghost In The Machine’ (‘El fantasma en la máquina’). Luego, siguiendo la lectura de Koestler, en ‘The Roots of Coincidence’ (‘Las raíces de la coincidencia’) fue a dar con el concepto expuesto por Carl Jung en ‘Synchronicity: An Acausal Connecting Principle’ (‘Sincronicidad: un principio de conexión acausal’).
Ya referimos a ‘grosso modo’ el concepto de la sincronicidad (vea la parte 1 en http://www.laparadoja.com.mx/2021/01/esqueletos-en-el-closet-por-jorge-villalobos). En “Synchronicity I”, la canción que inicia el álbum, Sting explica a su manera el concepto jungiano: “Con un aliento, con un flujo / Conocerás la sincronicidad / Un trance de sueño, un baile de ensueño / Un romance compartido, sincronicidad / Un principio de conexión / Vinculado a lo invisible / Casi imperceptible / Algo inexpresable / Insusceptible a la ciencia / Lógica tan inflexible / Conectable causalmente / Nada es invencible / Si compartimos esta pesadilla / Podemos soñar, Spiritus Mundi / Si actúas como piensas / El eslabón perdido, sincronicidad / Te conocemos, me conocen / Extrasensorial, sincronicidad / Una estrella que cae, una llamada telefónica / Se une a todo, sincronicidad / Es tan profundo, es tan ancho / Estás dentro de la sincronicidad / Efecto sin causa / Leyes subatómicas / Pausa científica / Sincronicidad / Sincronicidad”. El arreglo musical de estilo new wave, a pesar de sonar tan ubicado en la época en que se grabó, sigue sonando fresco en la actualidad.
A propósito de la palabreja: ‘Spiritus Mundi’ (o ‘alma del mundo’) fue un término utilizado por el poeta y dramatugro inglés William Butler Yeats para describir el alma colectiva del universo, de la cual proviene la inspiración de todos los poetas; es la fuente de todas las imágenes y símbolos, un “inconsciente colectivo”.
Con un acompañamiento de percusiones africanas y flauta, “Walking In Your Footsteps” (“Caminando sobre tus huellas”) alude a los dinosaurios para hacer referencia al riesgo de extinción vía la guerra nuclear, una preocupación real desde el periodo de la Guerra Fría para la comunidad mundial, que continuaba latente a principios de los ochentas.
“O My God” habla de la frustración de un hombre solitario que siempre sale perdiendo y está cansado de poner la otra mejilla, de ser siempre el que se moja con la lluvia cuando el paraguas es tan grande, pidiendo llenar el espacio vacío; el sabroso ritmo rapidón y jazzero de la canción finaliza con un solo de sax cortesía de Sting.
Compuesta e interpretada por Andy Summers, “Mother” es la rola más difícil de digerir del álbum, un alarde de raga-progresivo-experimental-dadá-árabe en compás atípico, oboe incluido, para acompañar el sarcasmo freudiano de una letra paranoica en la cual el protagonista repta en un submundo de frustración plena ante el constante acoso de su madre con llamadas telefónicas, al grado de que se la imagina en las chicas con las que intenta ligar.
En “Miss Gradenko”, obra de Stewart Copeland, se da un contraste irónico entre una música antillana y un texto que trae a la mente el comunismo ruso; según su autor, trata acerca del amor prohibido en un régimen totalitario. El cantante se dirige a una mujer que le dejó una nota “peligrosa” durante una reunión diplomática: “Parece que tu uniforme no te sienta bien / Luces demasiado viva en él / Has dejado que se muestren tus sentimientos / ¿Estás a salvo, señorita Gradenko? / ¿Hay alguien vivo aquí? / ¿Hay alguien aquí? / Nadie más que nosotros”. Dos almas vivas en una reunión de políticos fríos parecen sospechosas.
Esas son las composiciones menores, el resto del álbum le pertenece por entero a Sting, que vino a apoyar a la causa de la educación pública al compartir algunos temas de su biblioteca.
El ambiente musical generado por el trío en “Tea In The Sahara” (“Té en el Sahara”) permite al escucha imaginarse a sí mismo entre las dunas del desierto en Marruecos y lo pone a tono para una delicada composición surrealista que evoca una historia narrada como parte de la novela de Paul Bowles ‘The Sheltering Sky’ (“El cielo protector”): tres hermanas bailarinas se encuentran en medio del desierto con un piloto viajero a quien le piden que les provea té para beber y a cambio bailan para su placer; esperarán pacientemente cada año en el mismo lugar el regreso del viajero con su encargo; “El cielo se volvió negro, ¿volvería él alguna vez? / Subirían una alta duna, rezarían a la luna / Pero él nunca volvería, así que las hermanas arderían / Mientras sus ojos rastreaban la tierra, con sus tazas aún llenas de arena”.
En “Wrapped Around Your Finger” (“Envuelto alrededor de tu dedo”) se expone una idea complicada y un tanto siniestra. En esta narrativa los anillos de matrimonio de una pareja simbolizan la relación de subordinación de uno hacia el otro, independientemente de cuál es el papel de cada uno. El primero se involucró en la relación atraído como en trance hipnótico por el conocimiento del segundo, que lo vio como un aprendiz a quien podría someter a su voluntad, “atrapado entre Escila y Caribdis” (monstruos marinos de la mitología griega que se encontraban frente a frente en un estrecho canal de agua, donde harían sucumbir a aquel marino que se atreviera a intentar cruzarlo); el aprendiz está en la misma posición que el personaje de Fausto en la tragedia del escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe: su sed de conocimiento le ha llevado a hacer el pacto de quedar “envuelto alrededor del dedo” de su pareja, relación que queda clara en las líneas “Mefistófeles no es tu nombre / pero igual sé lo que tramas / Escucharé atentamente tus lecciones / las verás hacerse realidad”. Los papeles de los personajes se invertirán una vez que el aprendiz haya adquirido el conocimiento que desea, entonces será el maestro quien se vea envuelto alrededor del dedo del otrora aprendiz. Las interpretaciones dicen que la metáfora de los anillos simboliza el divorcio, un proceso por el cual Sting había pasado recientemente. El soberbio acompañamiento musical resulta tan hipnótico como la narración.
“King Of Pain” es otra composición introspectiva, producto del estado de ánimo de su autor en ese periodo. En el texto el narrador compara su alma con una serie de imágenes tristes y sombrías y se condena a sí mismo a ser el “Rey del dolor”: “Hay una manchita negra en el sol hoy / lo mismo que ayer / Hay un sombrero negro atrapado en la copa de un árbol alto / Hay un trapo en el astabandera y el viento no parará / Hay un fósil atrapado en un alto acantilado (esa es mi alma allá arriba) / Hay un salmón muerto congelado en una cascada (esa es mi alma allá arriba) / Hay una ballena azul varada por el reflujo de una marea primaveral (esa es mi alma allá arriba) / Hay una mariposa atrapada en una telaraña (esa es mi alma allá arriba) / Hay un rey en un trono con los ojos arrancados / Hay un ciego buscando una sombra de duda / Hay un hombre rico durmiendo en una cama de oro / Hay un esqueleto ahogándose con una costra de pan / Hay un zorro rojo desgarrado por la jauría de un cazador / Hay una gaviota de alas negras con el lomo roto / Hay una manchita negra en el sol hoy / lo mismo que ayer / Me he parado aquí antes dentro de la lluvia torrencial / Con el mundo girando en círculos que corren alrededor de mi cerebro / Supongo que siempre estoy esperando que acabarás con este reinado / Pero es mi destino ser el rey del dolor”.
Sting explicó en una entrevista para la revista ‘Musician’ (junio de 1983): “Hay momentos en la vida de todos en los que algo que encuentras se convierte en un símbolo de tu estado mental, como en ‘King Of Pain’, en la que conjuré símbolos de dolor y los relacioné con mi alma. Una mancha negra en el sol me pareció una imagen muy dolorosa, y sentí que era mi alma allá arriba en el sol. Es tan solo proyectar tu estado en el mundo del simbolismo, que es de lo que se trata la poesía”.
“Murder By Numbers” (“Asesina por números”) es la canción que originalmente no estaba incluida en el LP -había sido lanzada antes que el álbum como lado B del sencillo “Every Breath You Take”-, pero yo la conocí gracias al caset del señor Mora. Ya no se usan los casets, pero está disponible en las ediciones en CD y en los servicios de música por ‘streaming’, o es fácil de encontrar en YouTube. Un excelente jazzecito de cantina compuesto por Andy Summers es el perfecto acompañamiento para una de las letras más inquietantes de todo el catálogo de The Police, una especie de curso de inducción a la mente criminal: aprender, como los niños aprenden el ABC o el uno-dos-tres, a proyectar, efectuar y volverse adicto al homicidio. A pesar de la refinada manera en que The Police presenta el tema, posiblemente en la actualidad sería censurado, aunque sea menos brusco que los argumentos de las series de televisión. Sting lo explica como una crítica a la clase política y a las élites del poder y no como una composición apologética. La letra de la canción se volvió una pieza fundamental del argumento de la película ‘Copycat’ (‘El imitador’, 1995, protagonizada por Sigourney Weaver y Holly Hunter), en la que la rúbrica del asesino en serie es dejar versos de la canción en sus escenarios de crimen.
Ya referimos también que “Every Breath You Take” (“Cada vez que respires”) salió antes que el álbum y ganó el Grammy a la canción del año de 1983. Es muuucho muy conocida, y por su cautivante ritmo a tiempo de vals muchas personas la consideran como una bella canción de amor.
Sting: “‘Every Breath You Take’ es una canción muy triste y me entristece, pero es una tristeza maravillosa. Fue escrita en un momento de terrible angustia personal, y fue una gran catarsis para mí escribir esa canción” (Rolling Stone, sept. 1983). Según los implicados, grabar esa canción llevó más de una semana; dada su simpleza y el carácter reiterativo de su estructura lírica, el arreglo musical resultaba complicado; probaron hacerla en reggae, en rock y en otros ritmos, hasta que Andy Summers dio con ese ostinato ganador de premios.
Richard Cook escribió en New Musical Express con respecto a esta canción: “Cuando la voz dorada del arcángel se eleva repentinamente, pulida por la mejor grabación que el dinero puede comprar, es como si luces brillantes se hubieran convertido en una cancioncita malhumorada y malévola. La comunión entre oscuridad y luz en la música pop tiene su encarnación suprema en The Police”.
Stephen Holden publicó en Rolling Stone: “Mientras el narrador (…) sigue los movimientos más pequeños de su amante como un detective, luego se derrumba y suplica amor, el ritmo del pop ligero se convierte en la marca obsesiva del tiempo. Pocas canciones pop contemporáneas han descrito los matices de los celos de manera tan escalofriante”.
Cada vez que respires
Cada movimiento que hagas
Cada enlace que rompas
Cada paso que des, te estaré mirando
Cada día y cada palabra que digas
Cada juego que juegues
Cada noche que te quedes, te estaré mirando
Oh, ¿no lo puedes ver?
Me perteneces
Cómo se duele mi pobre corazón
Con cada paso que das
Cada movimiento que hagas
Y cada promesa que rompas
Cada sonrisa que finjas
Cada reclamo que hagas, te estaré mirando
Desde que te fuiste
He estado perdido sin una señal
Sueño de noche, sólo puedo ver tu rostro
Miro alrededor pero eres tú a quien no puedo reemplazar
Me siento tan frío y anhelo tu abrazo
Sigo llorando cariño, cariño, por favor
Así que no es una canción de amor. Más bien parece una amenaza. Bueno, sí es de amor, pero de un amor enfermizo y perverso, o, ¿qué podemos pensar de un amante que acosa a distancia a la persona que ama, y además se lo declara? ¿O de verdad esto es el colmo de la devoción? En vista de los antecedentes personales de su compositor, que pasaba por una etapa difícil en su vida, esta última pregunta es pura retórica. El mismo Sting cuenta que muchas parejas le han comentado que esa ha sido su ‘canción de bodas’, a lo que él invariablemente contesta: “Pues… ¡buena suerte!”.
‘Synchronicity II’ es la canción más potente y pesada del álbum, con un ritmo dinámico y contundente que envuelve al escucha en el ambiente para, al fin, recibir un ejemplo práctico de sincronicidad, usando como símbolo al monstruo del lago Ness.
Sting: “La ansiedad y agresión del hombre están simbolizadas por un evento en un lago en algún lugar lejano, sin una conexión causal entre ambos. Esa es la sincronicidad, dibujar una analogía” (Musician, jun. 1983). “…hay una situación doméstica en la que un hombre está al borde de la paranoia, y a medida que su paranoia se incrementa un monstruo se yergue en un lago escocés; el monstruo es un símbolo de la ansiedad del hombre. Es una situación sincronística. No están conectados de manera lógica, pero simbólica y emocionalmente sí lo están” (Rolling Stone, sep. 1983).
Otra mañana familiar suburbana / La abuela le grita a la pared / Tenemos que gritar por encima del estruendo de nuestros Rice Krispies / No podemos escuchar nada en absoluto
Madre canta su letanía de aburrimiento y frustración / Pero sabemos que todos sus suicidios son falsos / Papá solamente mira a la distancia / Es simplemente más de lo que puede soportar
A muchas millas de distancia / Algo se arrastra desde el cieno / En el fondo de un oscuro lago escocés
Otra fea mañana industrial / La fábrica eructa suciedad hacia el cielo / Él camina sin obstáculos a través de los manifestantes de hoy / No piensa en preguntarse por qué
Las secretarias hacen pucheros y se arreglan como tartas baratas en la zona de tolerancia / Pero todo lo que él piensa hacer es mirar / Y cada encuentro con su así llamado superior es una humillante patada en la ingle
A muchas millas de distancia / Algo se arrastra hacia la superficie / De un oscuro lago escocés
Otra jornada laboral ha terminado / Solo el infierno de la hora pico queda por enfrentar / Empacados como lemmings en brillantes cajas de metal / Concursantes en una carrera suicida
Papá se aferra al volante y mira a solas a la distancia / Sabe que algo tiene que romperse en algún lugar / Ahora mira la casa de la familia vislumbrarse ante sus faros / La pena escaleras arriba que hace que le duelan los globos oculares
A muchas millas de distancia / Hay una sombra en la puerta / de una cabaña en la orilla / de un oscuro lago escocés / A muchas millas de distancia
En una suerte de sincronía misteriosa y atemorizante, el hombre de la historia llega a su propia casa al mismo tiempo que Nessie ha decidido salir del lago y proyecta su sombra ante una cabaña cercana, ¿se convertirá el hombre en otro monstruo?
Para finalizar, otro ejemplo de sincronicidad: justo cuando comencé esta reseña de ‘Synchronicity’ recibí un mensaje de mi amigo RR en el que me informaba que había hablado con el señor Mora, quien me enviaba un saludo. Tuve una visión onírica del señor Mora saliendo de su casa para otear hacia el norte, haciendo un cuenco con su mano alrededor de su oreja izquierda para captar el sonido de una grabación de The Police reproduciéndose a muchas millas de distancia.
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