EL HILO DE ARIADNA

Armando Núñez y la generosidad como expresión artística
Por Heriberto Ramírez

 

La comunidad artística de Chihuahua ha perdido a uno de sus miembros más distinguidos y apreciados. En la orfandad ha quedado la familia jazzística de nuestra ciudad, pues su principal impulsor ha partido en busca de nuevos horizontes. Después de una convalecencia luchando en contra de la enfermedad Mandys sucumbió ante lo inevitable.
La partida definitiva de un ser querido suele ser un motivo poderoso para redimensionar su legado. Que como en este caso puede acentuar más el dolor de la pérdida, pero también es una forma de reconocer toda la noble entrega que tuvo hacia la música y para sus creadores.
Armando se dio a conocer en la escena local a raíz de su participación con el grupo Espacios vacíos, entró como guitarrista sustituto en un grupo que tocaba covers, de inmediato la banda transitó a interpretar las composiciones de Mandys, siendo este un veinteañero, acompañado de su inseparable guitarra blanca Yamaha. Su música, totalmente instrumental, bordeaba los límites entre el rock instrumental y el jazz contemporáneo. Encontró en el resto de la banda, Jimmy Andrade y Alex Tirado una complicidad solidaria, luego llegarían Luis “El cuate” y Sergio Gaytán. La originalidad de su propuesta los llevó a realizar una gira por el noreste del país tocando en los principales escenarios, apoyados por el Consejo nacional para la cultura y las artes y el gobierno del estado de Chihuahua. Con ellos realizó un par de excelentes grabaciones.
Una de las cualidades de Armando fue su entrega al estudio, en cuanto pudo se fue a estudiar a la Universidad de Guanajuato, donde estudió con maestros como, Carlos Vidaurri, Ricardo Zohn y José Luis Castillo, por cierto el primero de ellos le obsequió una maravillosa guitarra. Regresó y participa como compositor en el Premio Chihuahua, ganando en dos ocasiones; pero al poco tiempo se fue a un campamento a Estados Unidos donde alguien le ofreció una beca para estudiar en Denton Texas, realizando ahí una maestría en improvisación de jazz. Durante un tiempo trabajo tocando en cruceros viajando por distintas partes, hasta que de nuevo decide asentarse de nuevo en Chihuahua.
Ocupa la dirección del Conservatorio musical de la ciudad, y empieza alternando su carrera creativa con la función pública, siempre entregado y exigente con los maestros y los estudiantes, buscando en todo momento la excelencia de todos. Por ese tiempo es aceptado como maestro de guitarra en jazz en la Facultad de Artes. Una época en la que de manera conjunta participamos en la organización de dos ediciones del festival de jazz. Gracias a sus contactos establecidos se pudo contar con la memorable participación de Joshua Redman, Kurt Rosenwinkel, Eddie Gómez, Edgar Dorantes, Joe Lovano y Agustín Bernal, entre muchos otros.
El festival de jazz, gracias a sus gestiones, pudo vincularse con la academia, así que las grandes estrellas de la escena jazzística del mundo pudieron compartir sus conocimientos, habilidades y destrezas con la base estudiantil, tanto del Conservatorio como de la Facultad de Artes. El festival alcanzó niveles impensables para beneplácito de los amantes del jazz y de toda la comunidad, no solamente de la capital sino en Ciudad Juárez y Parral, peso a las complicaciones logísticas que esto representó.
En un respiro escribe y publica, con la UACH, su primer y único libro hasta ahora, Jazz lexicón, con una presentación memorable, pues como era de esperarse, además de los comentarios, de Paco Sáenz y Gustavo Flores, se realizó un concierto, sobre esto en su muro comentó “uno de mis recuerdos más queridos es de cuando el Dr. John Murphy, Director de la División de Estudios de Jazz de la Universidad del Norte de Texas (UNT, la escuela de jazz más antigua del mundo) aceptó escribir la introducción para mi libro, y aceptó también venir a Chihuahua para presentarlo y tocar con mi banda”.
El libro tuvo una acogida bastante aceptable entre las escuelas de jazz del país, agotando el tiraje en poco tiempo, pues Mandys se involucró a fondo en sus distribución y promoción en todos los espacios posibles. Eran buenos tiempos, desde el punto de vista creativo, también mantenía una columna en la revista especializada MúsicoPro, publicando sesudos comentarios de análisis. También aceptó un puesto administrativo en la Facultad de Artes que le permitió el diseño y puesta en marcha de una maestría en producción musical.
Su personalidad apacible, siempre amigable hacía llevadera cualquier relación con él, claro, siempre y cuando implicara una relación honesta y genuina, sobre todo en el mundo del arte. Era un gran lector, se mantenía actualizado en los métodos de composición y su memoria privilegiada era una especie de espectáculo entre sus amigos, nos esmerábamos en hacerle escuchar grabaciones recónditas y él siempre atinaba a decir de quién se trataba, cuándo y dónde se había realizado. Nunca jamás encontramos un desacierto en su mente inagotable.
Entre sus bienes heredados podemos anotar la existencia de una comunidad jazzística fortalecida, con un apoyo académico donde continuar estudiando, espacios abiertos para albergar a los músicos de jazz, cafés, restaurantes, espacios públicos que él fue negociando con músicos y propietarios, buscando siempre que tuvieran un trato justo. Así podemos hablar de músicos y agrupaciones que en su incondicional compañía fueron desarrollando sus propios proyectos: Iván Sparrow, Ricardo Manjarrez, Tawally Prado, Rafa Sáenz, Sergio Xcaer, Tony Trejo, Job Rodríguez, Paloma Campos, Gaby Sáenz, Pulsar 4, Jazzteño de Mario Montes, Stratos, entre muchos más.
Sus destacadas habilidades digitales también le permitieron crear un amplio registro de múltiples conciertos de jazz, integrando un invaluable acervo históricos del jazz en los últimos años realizado en el norte de México. Entre sus últimas colaboraciones está con Gil del Bosque, que pronto habremos de escuchar. En la historia también quedan colaboraciones con Eskirla o con Jimmy Lozano.
Sirva la presente nota para enviar mis más sentidas condolencias a su familia, que siempre lo apoyó de manera incondicional en su carrera como artista en un contexto donde los músicos, suelen encontrar en el seno familiar los primeros obstáculos. Un abrazo solidario a todos sus seres queridos. Ahora nos queda revalorar, preservar su legado y, como él seguramente lo deseó, continuar la obra emprendida.
En el recuerdo de muchos quedará su nostálgica sonrisa, con un dejo de ensoñación permanente. Su calidez solidaria y su infinita sabiduría musical. Su amigabilidad para abrir las puertas de su casa a tocar o escuchar jazz con su inseparable compañera de toda la vida Luly Sosa. Si se me pidiera encerrar en una palabra el legado de Mandys, yo diría: generosidad.

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