LA TINTA ERRANTE

 

La fraternidad entre las drogas y las canciones

Por Germán Campos

 

Quién sabe a ciencia cierta la razón por la cual existe una estrecha relación entre la música y las drogas. Y es que a las cosas hay que llamarlas como son y no con circunloquios de banqueta. No son pocas las veces que nos hemos topado con canciones que disparan imágenes a través de ondas sonoras y nos proyectan una historia que nos llena de incertidumbre y un extraño deseo de conocer más sobre el génesis de las palabras que canta algún emocionado vocalista.

Las próximas líneas pretenden ser un pequeño compendio de canciones que nacieron del resultado de la combinación del exceso y, en ocasiones, el éxito que llevaron al consumo de algún estupefaciente y que en ciertos casos terminó con resultados catastróficos pero que algunos músicos han catalogado como fundamentales en sus carreras. Hay aquí algunas historias por demás atrayentes que lograron escapar de las mentes de sus creadores y encontraron una melodía en la que por fin pudieron ser inmortalizadas.

The Needle and the Damage Done

La lista no comienza para nada esperanzadora. La banda Crazy Horse, grupo por demás longevo y que vio sus inicios en los años 60’s bajo el cobijo de varios nombres oficiales y con una importante cantidad de álbumes en su haber, formó parte de la alineación que junto con Neil Young trajo a la vida el disco Everybody Knows This Is Nowhere en 1969. Aunque fungieron como banda acompañante, es innegable la sustancia musical que aportaron al resultado del producto final. Uno de los integrantes de esta banda fue Danny Whitten quien se estableció como músico y compositor excepcional y que gozaba de bastante respeto en el ámbito en los años 60’s y 70’s. La trágica historia de Whitten no comienza ahí, aunque fue por esos años cuando su adicción a la heroína lo afectó de tal manera que Neil Young se vio forzado a romper su relación con Crazy Horse como banda acompañante.

La canción The Needle and the Damage Done hace referencias directas a los daños y a la batalla que Whitten durante su dependencia a la heroína. La alusión poco discreta “vi cómo la aguja se llevaba a un hombre más” se escucha de la voz de un Neil Young conmocionado pero, por algún motivo, no sorprendido; quizá por el encuentro fallido que tuvo con Whitten horas antes de su muerte aquel noviembre de 1972 en su estudio de San Francisco.

White Rabbit

Jefferson Airplane lanzó su segundo álbum Surrealistic Pillow en 1967, esta vez con la voz de una poderosa cantante de Chicago de nombre Grace Slick. Este disco incluyó nuevas versiones de dos canciones que habían sido grabadas por la primera banda de Slick The Great Society y que llegaron a convertirse en sellos emblemáticos para Jefferson Airplane: Somebody to Love y White Rabbit. En 1966, Slick tomó la idea para la letra de la canción de la obra Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll.

Hay en la letra claras referencias a personajes incluidos en la novela de Carroll: Alice, Red Queen, etcétera; tantas que pareciera como si Slick hubiera intentado contar su propia versión de la historia. Slick toma cierta libertad al añadir insinuaciones poco menos que sutiles al consumo de drogas que, para gran parte de los músicos en los 60’s, contribuían a la expansión de la mente y a la composición creativa. Aun cuando a Grace Slick se le ha cuestionado acerca de cómo surgió la letra de la canción (supuestamente después de haber consumido ácido), ella ha negado cualquier relación que pudieran encontrar tanto los seguidores de la banda como los que casualmente la escuchan, y sostiene su versión de que el su “conejo blanco” es en realidad la imaginación que uno siempre debe perseguir.

Cocaine

Después de su intento fallido de sobrellevar una fuerte adicción a la heroína en los años 70’s y tratar de contrarrestarla con altos consumos de alcohol y cocaína, Eric Clapton se jactaba de tener el control de deshacerse de sus adicciones en cualquier momento y de cualquier manera, sólo que no sentía la necesidad de hacerlo. Clapton buscó la forma de reincorporarse en su posición de compositor pero la realidad es que le fue muy difícil tomar el rumbo correcto al hacer un nuevo intento. J.J. Cale, un guitarrista de Oklahoma, grabó una canción llamada Cocaine en 1976 para su disco Troubadour que Clapton pidió prestada a su vez para su álbum Slowhand de 1977. Clapton atravesó un infierno al tener que arreglar su vida lo suficiente para volver a escribir canciones y por supuesto no le resultó nada fácil. Aunque sus problemas con el alcohol y las drogas no eran nuevas para entonces, jamás le habían afectado a tal nivel de no estar a gusto con lo que componía.

La canción Cocaine llegó en un momento decisivo a su carrera debido al hecho de que Clapton conocía a profundidad lo que dicha droga podía causar en cualquier ser humano que le abriera las puertas de su mundo privado. La letra describe cómo cualquier individuo puede llegar a refugiarse en la cocaína sin importar que tan malas o buenas sean las circunstancias en las que habite. El compositor de Layla no era ajeno a estas vicisitudes y tomó la decisión de interpretar esta canción con cierta ironía, sin llegar a convertirla en una bandera en contra del consumo de drogas.

Tal vez esta lista es demasiado cruel al dejar varios ejemplos más que sin duda deberían de representar su posición privilegiada, pero ya habrá oportunidad de adentrarnos con más calma y más saña para decidir el orden en la posible próxima lista de canciones. Por el momento, incluirlas en nuestras listas de reproducción no suena nada mal.

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