EL ORÁCULO DE APOLO

“EL PRINCIPE” de Nicolás Maquiavelo
Por Enrique Pallares

Hablaremos ahora de un pensador extraordinariamente polémico como lo ha sido Nicolás Maquiavelo (1469-1527). Como todos ustedes saben, fue un diplomático, funcionario, filósofo político y escritor italiano, considerado padre de la Ciencia Política moderna. Se considera como una de las figuras relevantes del Renacimiento italiano.
“El Príncipe” (o el gobernante) es un tratado político escrito por Nicolás Maquiavelo en 1513, mientras se encontraba encarcelado en San Casciano. Él estaba preso por que lo habían acusado de haber conspirado contra los Medici. El libro fue publicado en 1531 y se lo dedicó a Lorenzo II de Medici, duque de Urbino, como respuesta a dicha acusación, y al mismo tiempo como un regalo. Se trata de la obra de mayor renombre de este autor, y es la obra por la cual se acuñaron el sustantivo maquiavelismo y el adjetivo maquiavélico y cuya influencia sigue vigente hasta la época actual.
“El Príncipe”, es un tratado de Política que describe la forma en que un gobernante debe gobernar y comportarse frente a sus súbditos. Su objetivo fundamental es mostrar cómo los príncipes deben gobernar sus Estados, según las distintas circunstancias, para poder conservarlos exitosamente en su poder. Maquiavelo lo va demostrando constantemente mediante múltiples referencias a gobernantes históricos y a sus acciones. El Príncipe fue retomado y comentado en su momento por personalidades de la política y la cultura como Benito Mussolini, Napoleón Bonaparte o Voltaire, entre otros.
El autor de “El Príncipe”, en oposición a toda la tradición de la filosofía política que venía desde Platón y Aristóteles en adelante, afirma que hay que dejar de idealizar gobiernos y ciudades utópicas, fantasiosas e inexistentes, para inclinarse en cambio por los seres humanos reales y los pueblos que existen realmente, con el fin de examinar el comportamiento efectivos de ellos y aceptar, que el ejercicio real de la política contradice con frecuencia la moral y que dicho ejercicio no puede guiarse por ella.
La obra de Nicolás Maquiavelo se adentra por igual en los terrenos de la política y la literatura, por ejemplo, dentro de la literatura, su comedia “La mandrágora” (Mandragola, 1520), no viene siendo más que una sátira mordaz de las costumbres florentinas de la época. Sus textos políticos e históricos son el resultado de su experiencia diplomática al servicio de Florencia, como lo es el caso, por ejemplo, del texto “Descripción de las cosas de Alemania”, escrito en 1532. En otro trabajo, “Discursos sobre la primera década de Tito Livio (1512-1519) esbozó, anticipándose a Vico, la teoría cíclica de la historia: la monarquía tiende a la tiranía, la aristocracia se transforma en oligarquía y la democracia en anarquía, lo que lleva de nuevo a la monarquía.
“El Príncipe” es una obra que está estructurada en 26 capítulos en ella presenta como característica sobresaliente el método de dejar de lado sistemáticamente, con respecto a las estrategias políticas, las cuestiones relativas a la moral y a la religión. Sólo interesa conservar el poder. De hecho, para Maquiavelo así actúan y obran incluso papas como Alejandro VI, que constituían la clave de su gran éxito.
El príncipe, es una obra que está inspirada en la figura de César Borgia; en realidad describe cómo actuaban los Borgias en general. En realidad describe cómo actuaban, de hecho, los príncipes y gobernantes de su época. Maquiavelo distingue varios modelos de Estado según cuál sea su origen (la fuerza, la perversión, el azar, etc.) y deduce de ahí cuáles deben ser las políticas más adecuadas para su perduración. Desde esa perspectiva se analiza el perfil psicológico que debe tener el príncipe (o cualquier gobernante) y se dilucida cuáles son las virtudes humanas que deben primar en su tarea de gobierno. Maquiavelo concluye que el príncipe debe aparentar poseer ciertas cualidades, ser capaz de fingir y disimular bien y subordinar todos los valores morales a la razón de Estado, encarnada en su persona.
Aunque, según las fuentes, nunca lo dijo, se le atribuye la frase «el fin justifica los medios», la cual resume muchas de sus ideas.
Se lo considera como uno de los teóricos políticos más notables del Renacimiento, pues con su aporte se abre camino a la modernidad en su concepción política y a la reestructuración social. Decía que «si una persona desea fundar un estado y crear sus leyes, debe comenzar por asumir que todos los hombres son perversos y que están preparados para mostrar su naturaleza, siempre y cuando encuentren la ocasión para ello.» Maquiavelo considera al ser humano como una dualidad que se debate entre su condición humana y su condición de animal. Para este autor, el ser humano es capaz de hazañas, logros y luchas, pero para alcanzarlas toma el camino del egoísmo y del instinto.
La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro El Príncipe, es la del cinismo como actitud indispensable en las tares del gobierno. La suposición de que el fin justifica los medios, ha sido tenida como paradigmática, aunque, como dije antes, parece que él no afirmó tal cosa.
Sin embargo, nunca debemos perder de vista la época que le tocó vivir para poder entender su posición. Una época de luchas y guerras, traiciones y conspiraciones en donde era difícil gobernar. Era complicado cómo conquistar y sostener el poder político de manera segura. El concepto de democracia estaba completamente ausente en el diario quehacer político.
Algunos textos de El príncipe se convirtieron en frases célebres de su obra más leída y discutida, exaltada y vituperada, amada y odiada de la literatura política de todos los tiempos. He aquí algunas:
“En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”.
“La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”.
“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”.
“El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo”.
Una obra que vale leer críticamente.

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