EL ORÁCULO DE APOLO

 

Arturo Rosenblueth un gran científico chihuahuense

Por Enrique Pallares

 

En esta ocasión hablaremos de Arturo Rosenblueth Stearns quien fue un extraordinario investigador, médico y fisiólogo mexicano que nació el 2 de octubre de 1900 en ciudad Guerrero, Chihuahua. Sus primeros estudios los realizó en la capital y posteriormente en Monterrey. Aparte de su afán por la música, especialmente el piano, su interés por la ciencia le nació cuando leyó algunos libros de Henri Poincaré, específicamente lo relacionado con el método científico.

Después de que termina la preparatoria, se trasladó a la Ciudad de México a estudiar medicina en la Universidad Autónoma de México. Estudió en Berlín y posteriormente obtuvo una beca para ir a estudiar en La Sorbona de París en donde obtiene, en 1927, el grado de Doctor en Medicina. Llegó a México decidido a dedicarse a la neurosiquiatría, pero en corto tiempo se rebeló en contra de las prácticas inhumanas usadas para la atención de los enfermos en el célebre manicomio “La Castañeda”.

Tras algunos años de trabajar en la Escuela Nacional de Medicina, en 1930 obtiene la Beca Guggenheim para estudiar en el Departamento de Fisiología de la Universidad de Harvard, especialmente en la transmisión química de elementos nerviosos conocida hoy como sinapsis.

Rosenblueth regresa a México en 1940, para trabajar en el departamento de fisiología del Instituto Nacional de Cardiología, en donde desempeñó una destacada labor como investigador, colocando a México en un lugar importante sobre estas especialidades médicas.

Arturo Rosenblueth se dedicó a fortalecer los campos de transmisión neuromuscular, y del impulso nervioso, la sináptica, la propagación de los impulsos del corazón, el control de la circulación de la sangre y de la fisiología de la corteza del cerebro. Contribuyó a establecer la noción de la acción específica de la acetilcolina liberada como la causante inmediata de la transmisión de los impulsos nerviosos en los músculos estriados. Estudió algunos de los problemas del músculo cardíaco y las leyes que rigen el flutter o el también llamado aleteo auricular (se trata de una afección en la que las cavidades superiores del corazón laten demasiado rápido). Una de sus proyectos más importantes fue la de intentar dar las bases de una matemática biológica, la cual le daría a esta disciplina una estructura formal y que lo llevó a realizar trabajos en metodología y filosofía de la ciencia, junto con temas de matemáticas y música.

Hizo colaboraciones importantes en la elaboración de la máquina de retroalimentación voluntaria, que sirvió posteriormente para explicar e identificar los síntomas del mal de Parkinson. También fue jefe del Laboratorio de Fisiología del Instituto Nacional de Cardiología y fundador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav).

Uno de sus trabajos que se destacó por su amplia difusión fue “Mente y Cerebro” cuyo tema fundamental es la relación que se da entre los procesos mentales y el sistema nervioso, así como de los procesos psicológicos que intervienen en el cerebro. También fue autor, en colaboración con Walter B. Cannon, del trabajo “Fisiología del sistema nervioso autónomo” y de otras obras relacionadas con la transmisión de los impulsos nerviosos.

Trabajó con varios destacados hombres de ciencia, dentro de los que sobresale Norbert Wiener, discípulo del gran filósofo británico Bertrand Russell, y quien a la postre sentara las bases de la cibernética. Rosenblueth conoció al ex niño prodigio Wiener (llamado así por haberse licenciado en matemáticas a los 16 años), en Harvard, cuando nuestro fisiólogo presidía una de tantas reuniones de discusión sobre la ciencia y su método. Aunque Wiener disentía sobre muchos temas con él, nuestro científico lo consideró como un estímulo constante para conservar su larga amistad con el padre de la cibernética.

Wiener fue invitado a México para asistir a un congreso de la Sociedad Matemática Mexicana y según palabras del propio matemático, le encantó haber cruzado la frontera, y encontrase en un ambiente fuera de los “inhibidos norteamericanos”. Se queda en México para trabajar junto con Rosenblueth en el Instituto Nacional de Cardiología sobre ese tipo de temblor muscular conocido con el nombre de “clonus”.

Por estos trabajos y su gran tarea como investigador, obtuvo en 1966 el Premio Nacional de Ciencias. El Dr. Arturo Rosenblueth muere en 1970 y fue sepultado en La Rotonda de los Hombres Ilustres como reconocimiento de su valor intelectual, como un gran científico y un hombre de gran calidad humana.

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