A DECIR VERDAD

 

Los trenes bloqueados ponen en riesgo a Pemex y al Buen Fin

Por Rubén Iñiguez

 

¿Qué clase de país es este? Desde el 2 de octubre se bloquearon por demandas sindicales la araña ferroviaria de Caltzontzin en Uruapan, Michoacán, ocasionado bloqueos que detuvieron una treintena de convoyes que transportan refacciones, alimentos y mercancía necesaria para el Buen Fin, además de piezas necesarias para el óptimo funcionamiento de Pemex, y en general, estos cierres han provocado un gran daño a la industria nacional. Pues, según datos de la Concamin, dichos bloqueos representan pérdidas de 22 mil millones de pesos a la fecha.

Mientras que la autoridad sigue inactiva, impávida, permitiendo que se viole el estado de Derecho, ya que los activistas del CNTE deterioran fuertemente a la industria mexicana, a las paraestatales, y nadie les dice nada, como si no tuviéramos Gobierno federal. ¿O será que no lo tenemos? Esto sucede en México, país miembro del TMEC, que pretende salir de una recesión histórica. Sin embargo, el tema parece no preocupar a la Presidencia de la República que está más interesada en el beisbol.

El bloqueo ha provocado que algunos buques desciendan hasta Panamá, y hagan un costoso rodeo en tanto que otros han habilitado otras rutas alternas, igual de costosas. ¿Serán de tan grande prioridad nacional las demandas del CNTE para que se provoque un daño así a México? o hemos llegado a la ingobernabilidad y ausencia de seguridad física y jurídica en las vías de comunicación nacional. La gloriosa Guardia Nacional y los organismos de seguridad militarizados del estado, están lejos de actuar. Cuando hay problemas, curiosamente no les compete, y cuando no los hay, si intervienen contra protestas campesinas, como ocurrió en Chihuahua.

Prácticamente estamos a la suerte. Supeditados al capricho de un grupo de “maestros” que anteponen sus prestaciones no recibidas a la economía mexicana. Esto resulta absurdo, kafkiano y una inverosímil historia, mientras que el hombre de las mañaneras, “ya saben quién” sigue ajeno a las situaciones nacionales que deberían importarle.

A veces he llegado a pensar que hasta lo hacen a propósito, porque todo les sale mal o quizá todo esté orquestado desde los pasillos de Palacio Nacional, el pretender acabar con la economía mexicana mediante toda clase de maniobras, para que el sector privado carezca de voz, de representación, mermado en sus ingresos, para que así, se desintegre. No hay otra explicación.

El sector privado soñó con una alternativa ferroviaria que consistiría en un ferroviario de Mazatlán a Matamoros, como parte de un sistema estratégico para TMEC, para que este tren pudiese llegar hasta Winnipeg, Canadá.

Los analistas advierten que la autopista de Mazatlán-Durango, se ha saturado por el frecuente uso de transportes de contenedores, y cargueros diversos. Prácticamente abren la puerta a una conexión que implica mejoras portuarias tanto a Mazatlán, como a Topolobampo, para poder realizar una efectiva transmisión de mercancías.

Absurdamente, se apuesta mucho más al proyecto del Tren Maya, que pretende llegar hasta Tabasco, por un mero capricho del mesías tropicalizado, y que ocasionaría un serio daño a nuestro ecosistema.

La oportunidad ferroviaria de Mazatlán a Matamoros se perderá entre los proyectos viables, pero que solamente dependerán de la capacidad privada para realizarse, porque el gobierno del presidente López Obrador tiene otros datos y no ve más allá del sureste.

Nadie resulta responsable, la impunidad de esos antiguos aliados de campaña del presidente impera de manera evidente. Las pérdidas millonarias ocasionadas por sus bloqueos, deberán de pagarse entre todos los mexicanos a través de más impuestos. El papel del gobierno parece ser el destructor activo, o pasivo, o por omisión, o por ineptitud, o por perversidad.

¿Qué país es este? En el que se ha convertido en sólo dos años. Pues lo que funcionaba se desmantela; lo que se había construido con eficacia, se anula; lo que aseguraba planes de desarrollo, se combate. Sólo abunda la demagogia interminable, el discurso divisor y el encono.

No encuentro otra explicación. Si usted la tiene, hágamela saber porque lo positivo de este daño, solamente puede estar en fomentar conductas delictivas perversas que valen 22 mil millones de pesos, en tiempos de plena recesión, desempleo y desconfianza en la inversión. Todo lo anterior, sin duda, ha distinguido a la actual administración federal.

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