VIAJE EN CARRETERA

Artista de clóset
Por: Violeta Rivera Ayala

Hola, bienvenidos de nuevo al siguiente “Viaje en carretera”… Efectivamente, antes era ´artista de clóset´; en una entrevista me dijeron que de ´de pozo´ por profundo y de entraña. Tenía una recámara que destiné para estudio y pasaba horas dibujando; todo lo iba pegando en la pared. Pero no, no estaba tan colorido como ahora, utilizaba una o dos tintas, casi todo a negro y rojo. Ajam, visión de perro, qué chistositos, eh.

El caso es que dibujaba pero casi nadie veía mis trabajos. Un día llegó mi amiga Bere, que en ese entonces coordinaba el área de Artes Visuales del Instituto Chihuahuense de la Cultura. Sentenció: Tienes que exponer en la Quinta Gameros.
No, qué miedo.
Sí, dame esas tres piezas, hay que enmarcarlas y las expones en la próxima colectiva.
Así fue. Pero para mí no estuvo tan sencillo. Llegué puntual, recuerdo que vestía un pantalón de satín negro que me gustaba mucho y tal vez traía zapatos de charol; en ese tiempo me encantaba esa combinación de texturas. Inauguraron el evento de manera muy formal, tal como lo amerita el centro cultural más importante de la Universidad y uno de los grandes íconos arquitectónicos de Chihuahua, por su belleza e historia.
Posamos para la foto y luego se acercó el Director: Violeta, ¿cómo está?, no sabía que pintaba y dibujaba, me interesa una de sus piezas. Me apresuré a decir gracias y aproveché que se aproximaban mis amigas de la Facultad para escabullirme entre la distracción y el ruido de la gente.
¿Dónde están tus cuadros?, preguntaron ellas. Vámonos rápido, contesté, y las jalé hacia el lobby. ¿Qué pasa? -Inquirieron-. No quiero estar aquí, concluí.
Como buenas cómplices salieron del recinto conmigo. Pánico escénico. Yo creía que ser artista sólo era privilegio de semidioses, no sé, tipo Aquiles. Ya más tarde comprendí que ante todo es oficio y entrega.
¿Qué hacemos, entonces?
Vamos por unas hamburguesas.
La hamburguesa me supo a gloria. Era una grosería comerla, casi un pecado. A cada una le ponen un aguacate completo y van con harto tocino súper crujiente. Si eres capaz de comerte dos o tres, te las regalan. En vez de estar tomando vino, bocadillos y cerrando una posible venta, me encontraba risa y risa con las chicas, embutiéndonos calorías que corresponden a tres días.
Se podría decir que no salí del todo del clóset de artista, sólo me asomé un poco. Retomé seguir pintando en el anonimato de mi habitación, así, durante alrededor de otros cinco años más, hasta que un día, decidí dar el brinco. El cómo es otra anécdota que tal vez no contaré por aquí.
Y tal cual pasa cuando alguien revela su verdadera identidad, los más cercanos y observadores ya lo sabían y hasta exclamaron que me había tardado. Para algunos fue una verdadera decepción. Otros lo cuestionaron, lo dudaron. Yo, me sentí libre. Diría Gloria Trevi: Me solté el cabello. Eso sí, nada siguió igual.
Desde entonces ya pasaron otros nueve años. A través de este tiempo, el blanco y negro se han tornado multicolor y he logrado pasar del tamaño carta hasta muros de 3 x 17 metros y ojalá vengan más paredes, más lienzos y más colores. Recuerdo clarito que al presentar la renuncia laboral, pensé que mi ex jefa se iría para atrás similar al ´Condorito´; sin embargo, respondió: No me asombra, en las juntas, en vez de tomar apuntes, te la pasas dibujándonos.
Ustedes, ¿han salido de algún clóset?
https://viocolor.mx.

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