POR LOS RINCONES DE LA HISTORIA

23 de octubre, Día del Médico

El Día del Médico en México, es una celebración que se acostumbra en nuestro país desde 1937, para hacerla coincidir con el establecimiento de Ciencias Médicas en 1833, que fue antecedente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Dicha creación fue obra del doctor Valentín Gómez Farías, entonces vicepresidente de México. La medicina es una profesión de las más nobles y benéficas para el ser humano. Vale decir, que según datos del INEGI, del año anterior, en México hay poco más de 277 mil médicos, lo que equivale a dos galenos por cada mil habitantes.
Como se ve, estamos en promedio, completamente desprotegidos, siendo que el médico es pieza clave en el desarrollo de la salud pública, y su colaboración es vital para difundir la información sobre la materia. Ellos promueven estilos de vida saludables y reducen los factores de riesgo.
En el mundo, según datos de la OMS de 2015, existen 139 médicos por cien mil habitantes. Un dato interesante, es el que presenta la ONU, acerca del país que proporcionalmente a su número de habitantes, cuenta con el mayor número de médicos. Este es el caso de Cuba, que tiene más de 95 mil médicos, o sea 9 por cada mil habitantes, y más de 85 mil enfermeros prestan su servicios en la isla, en donde hay más de 11 millones de habitantes. Las estadísticas se exhibieron a inicios de 2019.
Valga recordar en cada aniversario de este Día, a manera de reconocimiento a los grandes servicios que presta el médico a la humanidad, el célebre Juramento de Hipócrates que declaran en ocasión de la culminación de su carrera, los estudiantes de medicina.
Hipócrates fue un célebre médico griego, que vivió en el siglo V antes de esta era, y que por su gran legado ha sido considerado el Padre de la Medicina.
El Juramento establece lo siguiente: «Ejerceré mi profesión con inocencia y pureza; me abstendré de suministrar a mujeres embarazadas pesarios o abortivos; evitaré la seducción de las mujeres jóvenes, libres o esclavas; si quebranto el juramento y soy perjuro, caiga sobre mí, la suerte adversa».

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