La Luna alberga más agua de lo que creíamos

Dos estudios recién publicados revelan la existencia de distintas fuentes de agua en la superficie de la Luna. El primero indica la presencia de agua por primera vez en la cara iluminada. El segundo señala la existencia de pequeñas hendiduras a las que no llega la luz del Sol, llenas de hielo, en la superficie de nuestro satélite. Este hallazgo resulta prometedor para los futuros residentes de la Luna, a los que les sería mucho más fácil de lo esperado contar con recursos hídricos.

 

El pronóstico de una ducha caliente en la superficie de la Luna podría tomar forma gracias dos recientes estudios publicados en la revista Nature Astronomy. El primero indica la presencia de agua por primera vez en la cara iluminada de la Luna. El segundo señala la existencia de pequeñas hendiduras a las que no llega la luz del Sol, llenas de hielo, en la superficie de nuestro satélite. Estas observaciones revelan la presencia de pequeños depósitos de agua en la superficie de nuestro satélite, lo que podría suponer una gran ventaja para las futuras misiones tripuladas en la Luna, en asentamientos humanos que, de hecho, la NASA planea establecer allí.

Agua en la cara iluminada de la Luna

El Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja de la NASA (SOFIA) ha confirmado, por primera vez, la presencia de agua en la superficie de la Luna iluminada por el Sol. SOFIA ha detectado moléculas de agua (H2O) en el cráter Clavius, uno de los cráteres más grandes visibles desde la Tierra, ubicado en el hemisferio sur de la Luna. Las observaciones anteriores de la superficie de la Luna detectaron alguna forma de hidrógeno, pero no pudieron distinguir entre el agua y su pariente químico cercano, el hidroxilo (OH). Los datos de esta ubicación revelan agua en concentraciones de 100 a 412 partes por millón, aproximadamente equivalente a una botella de agua de 35 centilitros, atrapada en un metro cúbico de suelo esparcido por la superficie lunar.

Pero se trata de poca cantidad de agua. Para hacernos una idea, el desierto del Sahara tiene 100 veces la cantidad de agua que SOFIA detectó en el suelo lunar. A pesar de las pequeñas cantidades, el descubrimiento plantea nuevas preguntas sobre cómo se crea el agua y cómo persiste en la dura superficie lunar sin atmósfera. Aún queda por determinar si el agua que SOFIA encontró es fácilmente accesible para su uso como recurso.

 

Agua helada en el interior de ‘trampas frías’

Por su parte, la segunda investigación, dirigida por la Universidad de Colorado Boulder, revela por primera vez la presencia de pequeños parches de hielo, “en ocasiones, no mucho mayores de un centavo de tamaño”, según un comunicado de prensa de la propia universidad.

Estos depósitos superficiales de hielo, además, podrían ser mucho más comunes de lo que sospechaban los científicos. En palabras de Paul Hayne, profesor asistente en el Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial: “Si puedes imaginarte parado en la superficie de la luna cerca de uno de sus polos, verías sombras por todas partes”, explica.

Los investigadores han denominado a estas regiones oscuras, de varias formas y tamaños, como ‘pequeñas trampas frías’, y que llegarían a cubrir una extensión de más de 24 000 kilómetros cuadrados. La conclusión del estudio es que todas estas regiones albergan agua en forma de hielo, como si se tratasen de cubiteras de hielo lunares. 

Pero se trataría de hielo totalmente negro, no como el que refleja los rayos solares en la superficie de la Tierra: lo más asombroso es en que el interior de estas ‘trampas frías’, literalmente, no hay escapatoria, pues no han visto un solo rayo de luz solar durante miles de millones de años. “Las temperaturas son tan bajas en las trampas frías que el hielo se comportaría como una roca. Si el agua entra allí, no irá a ninguna parte durante mil millones de años”, continúa explicando Hayne. Según el comunicado, el agua de estas ‘cubiteras’ lunares está a unos –149 ºC.

 

¿Podremos usar este agua?

El hallazgo –además de ser emocionante en sí mismo por aportar un dato crucial sobre las características de nuestro satélite natural– podría resultar prometedor para los futuros residentes lunares, un recurso valiosísimo para las misiones que enviemos allí en un futuro cercano. “Si estamos en lo cierto, el agua será más accesible para beber, para combustible de cohetes… toda el agua que la NASA necesita”, cuenta Hayne.

La presencia de indicios de estas regiones extrañas llenas de hielo no es nueva para los científicos, sino que ya se ha estimado su existencia con anterioridad. Pero el equipo de la Universidad de Colorado Boulder quiso saber, no solo si realmente estaban ahí, sino cuánto espacio ocupaban. Por lo tanto, el grupo extrajo datos de observaciones de la Luna de los instrumentos de la NASA, y luego utilizó herramientas matemáticas para recrear cómo se vería su superficie a una escala muy pequeña. La respuesta: la Luna es algo parecido a una pelota de golf. 

En concreto, los científicos investigaron el cráter Shackleton, cerca del polo sur de la Luna. Este enorme cráter de impacto alcanza varios kilómetros de profundidad. Debido a la posición de la Luna en relación con el Sol, gran parte del interior del cráter está permanentemente en sombra.

Según los cálculos del equipo, los polos norte y sur de la luna podrían contener una gran cantidad de protuberancias capaces de albergar las mencionadas ‘trampas frías’, muchas de ellas de solo un centímetro de ancho. Además, estimaciones anteriores situaban la extensión de estas regiones en aproximadamente la mitad de lo que revelan ahora los datos del equipo de Hayne.

 

«La única forma de saber si realmente hay agua allí es explorar y excavar»

Por ahora, como ocurre con la mayoría de los descubrimientos de este tipo, conviene ser cautos: Hayne señala que su equipo no puede probar que estas sombras realmente contengan bolsas de hielo: «La única forma de hacerlo sería ir allí en persona o con vehículos de exploración y excavar».

No obstante, los resultados son prometedores, y misiones futuras podrían arrojar aún más luz (literalmente) sobre los recursos hídricos de la Luna. Para empezar, en 2022, Hayne liderará una misión de la NASA llamada Lunar Compact Infrared Imaging System (L-CIRiS), que tomará imágenes panorámicas sensibles al calor de la superficie de la luna cerca del polo sur.

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