Esqueletos en el Closet

 

La mano del tahúr

Por Jorge Villalobos

 

El pasado 20 de marzo de este aciago año 2020 falleció Kenny Rogers, en su domicilio, por causas naturales, a la edad de 81 años. Kenny fue el más exitoso cantante de country. Para evitar malinterpretaciones cambiemos la palabra “exitoso” por “popular”, porque igual de exitosos son contemporáneos suyos como Johnny Cash, Waylon Jennings, Willie Nelson, Loretta Lynn, Dolly Parton y muchos, muchos nombres más, pero de todos ellos Kenny fue el que vendió más discos y alcanzó mayor reconocimiento internacional. El alcance de su éxito al final de los años setentas y principios de los ochentas solamente es comparable con lo que lograron Shania Twain en los noventas y Taylor Swift al entrar los dosmiles, y la característica común entre los tres es que no solamente se dedica(ron) a la música country sino que lograron hacer el ‘crossover’ interpretando con éxito otros estilos musicales.

En 1980, repentinamente, la música country se puso de moda en todo el mundo. Por supuesto, el estilo de música tradicional en los Estados Unidos nunca había dejado de producirse desde que aparecieron los primeros intérpretes formales del género a finales de los años veintes, pero al correr del siglo, con el advenimiento de otros estilos musicales más “modernos” y “urbanos”, el mercado de la música “rural” se vio limitado. A mediados de los años cincuentas, ante la popularidad del jazz y la aparición del rockabilly, la música folk tuvo un resurgimiento que a la larga nutrió al rock and roll y generó curiosas variantes como la música psicodélica de la que luego derivarían el country-rock y el rock sureño; a fin de cuentas el estilo country también evolucionó y se mezcló. Kenny Rogers vivió todo el desarrollo de esta evolución. Para cuando lo conocimos en Chihuahua ya tenía mucho camino recorrido.

Empezando por la parte intermedia: en 1980 en Chihuahua, como en la mayor parte del mundo, la música country estadounidense se convirtió en un fenómeno popular muy exitoso; quizás más en Chihuahua que en otros lugares de México, en vista de las tradiciones que compartimos con el sur de Estados Unidos. Este fenómeno tuvo tres detonadores:

Primero fue el éxito del filme ‘Coal Miner’s Daughter’ (“La hija del minero”, la biografía de Loretta Lynn en película), que al año siguiente fue galardonado con dos premios Oscar y dos Golden Globes en las mismas categorías: el de Mejor Película Musical y el de Mejor Actriz para su protagonista, Sissy Spacek, seleccionada personalmente para el papel por Loretta Lynn.

Enseguida fue el éxito del filme ‘Urban Cowboy’ y su banda sonora, que incluyó a grandes figuras de la música country como Johnny Lee, Anne Murray, Bonnie Raitt, la banda de Charlie Daniels y algunos country-rockers como Dan Fogelberg, Bob Seger & The Silver Bullet Band y los Eagles, además de una rola de Kenny Rogers.

El tercer detonador del resurgimiento country fue el (segundo) álbum de ‘grandes éxitos’ de Kenny Rogers, del cual nos ocuparemos en breve (palabra de rocker).

Este fenómeno popular de la música country duró en Chihuahua por lo menos hasta 1986. Y digo 1986 recordando al acople que nos reuníamos todos los días entre semana en la calle Allende, a la hora de cierre de Metal Shop, para de ahí ir a la calle Libertad a pasar el rato en la banquita que estaba frente a Discorama. Ese era el lugar de los ‘rockers’ -de cabello largo, pantalones de mezclilla con parches de cuero y accesorios de metal-, pero un poco hacia el lado este de la misma calle se acoplaban los ‘cholos’ -con paliacates anudados en la cabeza, pantalones de pincitas y zapatos ‘tablitas’ de charol-, y hacia el lado oeste, frente a Woolworth, los ‘fresas’ -con peinados de moda, tenis, bandanas y ropa colorida-, y un poquito más allá los ‘cheros’ -de cabello corto cubierto con ‘tejana’ vaquera, botas y cintos con grandes hebillas de rodeo-.

Toda esta nostalgia urbana viene al caso con el fin de hacer notar que en 1986 la música country seguía teniendo fieles adeptos entre los cheros de Chihuahua, porque estos cheros escuchaban country a partir del country que se popularizó en 1980. Sus gustos musicales pueden o no haber cambiado posteriormente, pero esa era su predilección, y no estaban solos, todo aquel que haya pasado su juventud durante ese periodo conoce y gusta de una, varias o muchas de las rolas country que se escuchaban en el radio (¿o es ‘la’ radio? En fin), incluso los rockers de hueso colorado, pues a fin de cuentas el rock y el country son géneros musicales que combinan bien.

Volviendo con Kenny Rogers, desde finales de los años cincuentas incursionó en el doo-wop, el jazz, el folk y el rock psicodélico antes de convertirse en la megaestrella del country, y antes y después le entró al pop y al estilo que los estadounidenses llaman ‘adulto contemporáneo’. Además contribuyó a robustecer las carreras de otros intérpretes y compositores con los que colaboró. Grabó álbumes a dueto con Dottie West y Dolly Parton, más otros duetos con Kim Carnes, Sheena Easton, Gladys Knight, Lionel Richie, Ronnie Milsap, Tim McGraw, Don Henley… incluso con Lynda Carter -la mismísima ‘Wonder Woman’ de la serie de TV de los años setentas- en un especial de televisión. Su discografía consta de 36 álbumes como solista más alrededor de 50 recopilatorios, y setenta y tantas canciones que figuraron en las listas de popularidad.

Rogers también fue uno de los 45 artistas que grabaron el tema “We Are the World”, la iniciativa de Harry Belafonte y Keith Kragen a la que se unieron Quincy Jones, Michael Omartian, Lionel Richie y Michael Jackson en 1985 para apoyar a las víctimas de la hambruna en África; por cierto, la canción fue grabada en el estudio Lion Share, propiedad de Rogers.

Nativo de Houston, Texas, Rogers inició su carrera musical en 1957 con el sencillo de estilo doo-wop “That Crazy Feeling”, que fue un éxito local pero pasó inadvertido fuera de Houston. En 1960 se unió al grupo de jazz The Bobby Doyle Three para tocar el contrabajo y cantar armonías altas, permaneció con ellos hasta 1965 y después intentó lanzar un sencillo como solista de jazz, “Here’s That Rainy Day”, que no produjo éxito comercial. Luego se unió a los New Christy Minstrels, un colectivo de músicos y cantantes liderado por Randy Sparks que fue importante en el resurgimiento de la música folk a principios de los sesentas y del cual formaron parte muchos músicos que después se lanzaron por su cuenta. Al separarse de los Minstrels, Rogers se unió con otros exmiembros del conjunto para formar The First Edition.

El estilo de The New Edition fusionaba rock and roll con rhythm and blues, country y folk (que al fin de cuentas no es otra cosa que pop de los sesentas). Su primer éxito comercial en 1968 fue una canción de estilo psicodélico, “Just Dropped In (To See What Condition My Condition Was In)”. Pronto el cantante y bajista se convirtió en la figura prominente, al grado de que a partir de 1969 la banda fue acreditada como Kenny Rogers and the First Edition, y lanzaron los éxitos “But You Know I Love You” y “Ruby, Don’t Take Your Love To Town”, ambas de estilo country. El éxito que obtuvieron los llevó en 1971 a tener su propio programa de televisión, “Rollin’ on the River”, en el que presentaban a otros artistas e incluso hacían ligeras actuaciones cómicas. Pero a la larga la exposición en televisión hizo que se diluyera el impacto del grupo como intérpretes musicales, su éxito fue menguando y para 1975 The First Edition se desbandó.

Y como dice el dicho, “la tercera es la vencida”, así que por tercera ocasión Rogers se lanzó como solista, esta vez dedicado de lleno a la música country. Entre 1976 y 1979 lanzó los álbumes ‘Love Lifted Me’, ‘Kenny Rogers’, ‘Daytime Friends’, ‘Love or Something Like It’, ‘The Gambler’ y ‘Kenny’, más ‘Ten Years Of Gold’, una recopilación para la que regrabó algunos de los éxitos de su época con The First Edition. Con excepción del primero, todos los mencionados alcanzaron ventas certificadas con estatus de discos de oro (500,000 unidades) o de platino (más de un millón de unidades).

En el intermedio también grabó dos álbumes a dueto con Dottie West, ‘Every Time Two Fools Collide’ (1978) y ‘Classics’ (1979). En esos momentos Rogers reconocía a West por contribuir a cimentar su carrera entre la audiencia de música country, y West a su vez agradecía a Rogers por abrir su carrera al público de otros géneros. Dottie West falleció en 1991 a consecuencia de un accidente automovilístico. Al recordarla durante una entrevista en 1995 Kenny afirmó: “Ella, más que cualquier otra persona con quien yo haya trabajado, cantaba con tal emoción que de verdad creías en lo que cantaba. Muchos cantan palabras, Dottie West cantaba emociones”.

Volviendo con Kenny: el año siguiente, 1980, sería aún más fructífero para el cantante. Rogers comisionó la composición de todas las canciones para el álbum conceptual ‘Gideon’ a Dave Ellingson y a su esposa, la cantante Kim Carnes, excompañera de Rogers de sus tiempos con los New Christy Minstrels. Hasta entonces Carnes no había logrado despegar en su carrera como cantante y compositora, pero su colaboración con Rogers sirvió para que hiciera su irrupción en el espectáculo internacional masivo con el dueto que ambos interpretaron, “Don’t Fall in Love with a Dreamer”, el único sencillo que se desprendió del álbum. En el futuro inmediato Kim Carnes alcanzaría mayor notoriedad con la canción ‘Bette Davis Eyes’, que alcanzó el primer lugar de popularidad en 21 países (en los Estados Unidos ocupó esa posición durante nueve semanas).

Volviendo con Kenny: el cantante y compositor del grupo The Commodores, Lionel Richie, había compuesto la balada “Lady”, pero su banda rechazó grabarla. En 1980 Lionel conoció a Rogers, quien mostró interés por grabar la balada, y Richie se encargó también de la producción del sencillo. Para entonces Rogers ya había liderado las listas de popularidad country en nueve ocasiones, pero “Lady” fue su máximo éxito ‘cross-over’: además del número 1 en country alcanzó la misma posición en adulta contemporánea y en las ‘Hot 100’ de Billboard, además de colarse al número 42 de R&B. Esta colaboración también fue el factor que impulsó a Richie a dejar a los Commodores para iniciar una fructífera carrera como solista, y estableció una colaboración y una gran amistad de por vida con Rogers.

Volviendo de nuevo con Kenny: el éxito de “Lady” impulsó el lanzamiento de un nuevo álbum recopilatorio en ese mismo año de 1980, el cual incluiría otras dos novedades: la balada “Love The World Away” (lanzada previamente en la banda sonora de ‘Urban Cowboy’) y otra canción grabada para la ocasión, “The Long Arm Of The Law”.

‘Kenny Rogers’ Greatest Hits’ tuvo la bondad de incluir en un solo paquete los máximos éxitos que el cantante había cosechado con sus nueve álbumes previos. Fue un hitazo que alcanzó el estatus de disco de diamante en los EU (más de diez millones de copias vendidas), vendió más de 24 millones de copias alrededor del mundo y contribuyó grandemente al apogeo del resurgimiento de la música country, además de apuntalar a la figura de Kenny Rogers como una superestrella.

No hay melómano que estuviere en activo durante esa época que ignore la lista de canciones de este álbum. Están presentes sus duetos más exitosos con Dottie West (“Every Time Two Fools Collide”) y con Kim Carnes (“Don’t Fall in Love with a Dreamer”), las baladas y los corridos gabachos.

A pesar de que son muy pocas las canciones que él mismo compuso para sus álbumes, sabía seleccionar muy bien su repertorio. Hablando de las canciones que interpretaba, en alguna ocasión declaró: “Unas son baladas que dicen lo que cualquier hombre desearía decir, las cosas que las mujeres desean escuchar. Y las otras son historias que tienen un significado social”. En esta última descripción entra la forma narrativa de muchas de sus canciones, una característica del más puro estilo country que resulta el equivalente del corrido mexicano, por eso me refiero a ellas como “los corridos gabachos”.

Las baladas de amor (“She Believes In Me”, “You Decorated My Life”, “Lady”) son una provocación a la lágrima involuntaria en el que escucha, profundas y sentidas, perfectas en la profunda voz de Kenny. Recuerdo con cariño a una de mis primas texanas, Estela, de unos veinte años por entonces, decía que Kenny era su novio.

“Lucille” también es una balada country, pero con un mensaje de amor mal avenido que la convierte en un corrido cruel:

“Escogiste un buen momento para dejarme, Lucille,

con cuatro niños hambrientos y una cosecha en el campo,

he tenido malos ratos, viví tiempos tristes,

pero esta vez tu dolor no sanará,

escogiste un buen momento para dejarme, Lucille”.

En la misma tónica nos encontramos con “Ruby, Don’t Take Your Love To Town” (“Ruby, no lleves tu amor al pueblo”, de la época de The First Edition), cuyo narrador es un veterano de guerra paralítico que reprocha a su mujer mientras ella pinta sus labios y riza su cabello teñido para salir de casa; él le dice que entiende las necesidades de una mujer de su edad pero ha escuchado a la gente decir que no pasará mucho antes de que él ya no esté, y una vez que ella se retira advierte en su soliloquio: “Si pudiera moverme tomaría mi arma y la pondría en el suelo” (suena ‘creepy’, ¿no? En esos tiempos no se censuraba ese tipo de mensajes).

“Reuben James” (también de la época de The First Edition) es otro corrido dedicado a un personaje ficticio, un hombre de color al que la comunidad en que vive acusa de malviviente y ladrón, pero el narrador lo recuerda con cariño como un hombre con manos encallecidas que adoptó al hijo de la mujer de la mala reputación en el pueblo tras la muerte de ésta.

Una de las canciones más exitosas de esta lista es “Coward of the County” (“El cobarde del condado”), la historia del joven Tommy, conocido en el pueblo como el ‘Yellow’ (sinónimo de cobarde) por evitar las peleas a causa de una promesa hecha a su padre en su lecho de muerte, quien le refirió: “Hijo, no tienes que pelear para ser un hombre”. Tommy se ve forzado a faltar a su promesa por defender el honor de su novia Becky, de quien han abusado los hermanos Gatlin. Tommy busca a los Gatlin y se encierra con ellos en la cantina del pueblo; cuando vuelve a abrir la puerta para salir ninguno de los Gatlin sigue en pie, y Tommy reivindica su promesa ante su padre con la frase final: “A veces tienes que pelear para ser un hombre”.

El broche de oro lo pone la canción emblemática de Kenny Rogers, “The Gambler”, en la que el narrador se encuentra en el tren con un tahúr que en retribución por el último trago de la botella que comparten le dedica algunas perlas de sabiduría para la vida cotidiana, debidamente metaforizadas con los naipes de la baraja:

“Si vas a jugar el juego, muchacho, tienes que aprender a jugarlo bien

Tienes que saber cuándo guardarlas [las cartas], saber cuándo doblarlas,

saber cuándo retirarte y saber cuándo correr,

nunca cuentas tu dinero cuando estás sentado a la mesa,

habrá tiempo suficiente para contar cuando termine la partida.

Todo jugador sabe que el secreto para sobrevivir

es saber qué tirar y saber qué guardar,

porque cada mano es ganadora y cada mano es perdedora

y lo mejor que puedes esperar es morir mientras duermes”.

Las historias de estas últimas dos canciones sirvieron como argumento para una serie de filmes para televisión que Rogers estelarizó durante ese periodo. Posteriormente haría también apariciones en algunos largometrajes y series de televisión, incluso a principios de los años noventas fue el anfitrión y narrador de la serie televisiva ‘The Real West’ en la cadena A&E.

Vendría después para Rogers una serie de álbumes y sencillos exitosos, entre los cuales el más destacado es el dueto que hizo con Dolly Parton, “Islands in the Stream”, una canción originalmente compuesta por los Bee Gees en estilo R&B para que la interpretara Marvin Gaye pero que se convirtió en un cañonazo en su versión country, adaptada y producida por los mismos hermanos Gibb.

Rogers continuó grabando y haciendo conciertos durante las siguientes cuatro décadas. En el año 2015 anunció su gira de despedida, titulada ‘The Gambler’s Last Deal’ (“La última mano del tahúr”), que se extendió durante dos años más. En el 2018 anunció su retiro definitivo por motivos de salud. Albergo la esperanza de haber servido bien a su memoria con esta breve semblanza. Larga vida a Kenny Rogers.

* Comentarios, sugerencias, dudas o desavenencias acerca de “Esqueletos en el Closet” son atendidos al correo electrónico villalobos7@gmail.com.

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