Esqueletos en el Closet

 

Memorias de un fan de Queen

Por Jorge Villalobos

 

[Tragi-comedia en seis actos]

 

[Quinto acto]

Volviendo a la línea cronológica de la presente narración, en ese año de 1982 Queen lanzó el álbum ‘Hot Space’, incluyendo el hit del año previo “Bajo presión”. Para promocionar ‘Hot Space’ se lanzaron cinco sencillos: la mencionada “Under Pressure”, “Staying Power”, “Calling All Girls”, “Las Palabras de Amor” (titulo cantado en español en el estribillo para hacer verso con la frase “Despacito, mi amor”) y otro que tengo que calmarme antes de mencionar.

Mi amigo Willy tenía el ‘Hot Space’ en caset, en su casa fue donde recibí aquella puñalada que me dolió más que el bigote de Freddie. Mercury había declarado años antes que la banda estaba cansada de hacer álbumes sobreproducidos, que habían explotado hasta la muerte con la superposición de armonías y que en el futuro intentarían otro tipo de música. La primera muestra de esa evolución se dio con “Otro más que muerde el polvo” en el álbum ‘The Game’, que incluye también algunos indicios de en lo que habría de convertirse el futuro estilo de Queen en canciones como “Rock It (Prime Jive)”, “Don’t Try Suicide” o “Coming Soon”, que curiosamente en su momento parecían un saludo al rock and roll de los años cincuentas pero con ligeros elementos de música disco. Y luego la colaboración con David Bowie en “Bajo presión” debió haber encendido las alarmas. Pero yo no estaba preparado para recibir el nuevo estilo disco-funk-dance-pop que Queen desplegó en ‘Hot Space’, regido más por los sintetizadores que por la Red Special de May o por el piano acústico.

La gota que derramó el vaso fue el sencillo que me faltaba mencionar, “Body Language”. Imagina que eres un gato casero y que acostumbras regodearte en el jardín de una casa vecina. Vas con frecuencia a pasar el rato tumbado sobre el pasto verde, quizás echar una siesta, mordisquear una espiga de pasto o cazar algún pajarillo errante. Lo has hecho durante tanto tiempo que crees conocer al dueño de la casa del jardín, a quien has observado y admiras por la excelsitud con que mantiene el pasto verde y las flores. Le agradeces por regar muy temprano en las mañanas, así el pasto está seco para la hora en que acostumbras visitarlo. Y un día, mientras con despreocupación lames tu garra recostado sobre el pasto, repentinamente el dueño de la casa sale con un atomizador y te rocía con una mezcla de vinagre y jugo de limón. Algo semejante fue la sensación que tuve cuando escuché “Lenguaje del cuerpo”.

Independientemente de las connotaciones sexuales en la letra de la canción y a pesar de que la voz de Freddie Mercury se exhibe en todo su esplendor, nunca me había sonado tan repugnante, tan fuera de lugar, su pronunciación tan vehemente al grado de que lo hace sonar grotesco. Y la música es aún peor. El bobo fraseo del bajo sintetizado y el acompañamiento mecanizado de las percusiones, más los coros y las contundentes síncopas; el puente acompañado con chasquidos de dedos y palmas. Techno-funk. Me sentí expulsado del jardín de Queen por el mismísimo Freddie Mercury, a cuyo bigote ya casi me había acostumbrado.

Decepcionado, guardé mi metafórica medalla de máximo fan de Queen. No la deseché, porque no se desecha lo que está destinado a convertirse en clásico. Solamente la guardé, en espera de tiempos mejores.

“Renovarse o morir”, parecía ser la consigna de Queen en ese momento. Le llaman “evolución”. Para mí fue traición, y tardé algunos años en comprender que el dueño del jardín tenía sus motivos para marcar su territorio. La traición continuó dos años después con el álbum ‘The Works’, cuando sonaron “Radio Ga Ga” (compuesta por Roger Taylor), con otro estribillo insoportable y más abuso de sintetizadores, y “I Want To Break Free” (compuesta por John Deacon), que contiene el solo de guitarra más ridículo que Brian May haya ejecutado en su Red Special (solamente equiparable al de “The Millionaire Waltz” del ‘A Day At The Races’).

El video promocional de “I Want To Break Free” en el que los miembros del grupo aparecen vestidos como mujeres es una parodia de algunos de los personajes femeninos de la telenovela ‘Coronation Street’ (producción inglesa que ha estado al aire desde 1960 hasta la fecha, relativamente desconocida en los E.U.), pero en los Estados Unidos fue censurado al malinterpretarlo como una abierta declaración de travestismo y bisexualidad (un mal ejemplo para el avanzado año de 1984). Culpaban a Freddie Mercury, sin importar que el compositor de la canción, John Deacon, fuera casado, heterosexual y padre de tres hijos. En respuesta, Queen decidió no visitar tierras norteamericanas en su siguiente gira. Y a pesar de todo el incidente, “Quiero ser libre” también se cuenta entre los máximos éxitos de Queen, en Europa y el resto del mundo lideró las listas de popularidad, incluso se convirtió en el himno del movimiento gay en Sudáfrica.

La crítica norteamericana no había sido muy benévola con las producciones de Queen durante los años setentas, y al inicio de los ochentas el nuevo estilo más accesible que proyectaban comenzaba a conquistar el mercado estadounidense. Sin embargo, la decisión de la banda de no volver a tocar ahí contribuyó a que el público norteamericano los rechazara también, si bien en Europa y particularmente en Sudamérica Queen conservó y acrecentó su éxito con sus producciones ulteriores.

En realidad para la crítica gabacha Queen siempre había sido una manifestación artística difícil de comprender; la estética ‘kitsch’ y melodramática que exponían durante los años setenta en su música, en su imagen y en las portadas de sus álbumes implica una cualidad mística, impráctica, de cuya conciencia carece la práctica cultura norteamericana. Para intentar aclarar la afirmación recurriré a un par de paralelismos: por ejemplo, tratando acerca de filosofía y misticismo, por motivos de evolución cultural, el pensamiento y creencias orientales resultan impenetrables para los occidentales. De la misma manera, tratándose de literatura, el ‘realismo mágico’ implica cualidades culturales ajenas al pensamiento anglosajón, que encuentra incomprensibles las manifestaciones que los autores latinoamericanos exponen con la naturalidad propia de su región de origen. Así era Queen para la crítica gabacha; la palabra más usada en la prensa norteamericana para definir a Queen siempre fue “bombastic” (“rimbombante” o “pomposo”).

A la larga el mercado musical mexicano siguió la tendencia del estadounidense y los álbumes posteriores de Queen (‘A Kind Of Magic’, ‘Live Magic’, ‘The Miracle’ e ‘Innuendo’’) pasaron relativamente desapercibidos. Paralelamente, los álbumes que lanzaron en plan solista y las colaboraciones con otros músicos que hicieron Freddie Mercury, Roger Taylor y Brian May no rindieron los frutos esperados.

Las producciones de Freddie Mercury como solista, ‘Mr. Bad Guy’ y ‘The Great Pretender’ no pasan de ser anécdotas. El dueto que hizo con la soprano española Monserrat Caballé, “Barcelona”, tan celebrado en Europa, en México apenas fue gacetilla de cuarta página de periódico de circulación nacional. De los tres duetos que hizo con Michael Jackson en los años ochenta, “There Must Be More to Life Than This” fue lanzada en uno de los álbumes solistas de Freddie y la versión a dúo apareció hasta el año 2014, cuando ya ambos habían fallecido; “State Of Shock” fue lanzada por Jackson pero regrabada a dueto con Mick Jagger, y “Victory” nunca fue publicada oficialmente.

El ‘Star Fleet Project’, en el que el guitarrista Brian May convocó a su homólogo Eddie Van Halen,+ al baterista Alan Gratzer (exREO Speedwagon), al bajista Phil Chen (músico de sesión que acompañara a Jeff Beck y a Rod Stewart) y a otros más, no pasaba de ser un ‘palomazo’ entre amigos, pero ante la insistencia de otros amigos, May decidió lanzarlo oficialmente al mercado en 1983, sin éxito comercial. El mismo destino tuvieron los álbumes como solista del baterista Roger Taylor, ‘Fun In Space’, ‘Strange Frontier’, ‘Hapiness?’, ‘Electric Fire’ y ‘Fun On Earth’, aparte de los tres álbumes del grupo alterno que formó durante los años ochenta, The Cross, en el que Taylor era el cantante principal y guitarrista.

Pero yo, el máximo fan de Queen, seguía decepcionado, y aunque no podía desconocer las noticias de sus nuevas producciones, ya no tenía el ánimo de conocerlas. Ni siquiera me entusiasmó la presentación de Queen en el festival Live Aid de 1985, del que me resultaban más atractivas las reuniones de Led Zeppelin y Black Sabbath. La verdad, para mí el Freddie con jeans de mezclilla, camiseta interior y bigote no era el mismo Mercury que yo conocía, que con su traje y su máscara de arlequín me invitaba a pasar una noche en la ópera.

[Fin del quinto acto]

 

+ El pasado martes 6 de octubre falleció Eddie Van Halen. Brian May publicó un mensaje en Instagram lamentando el suceso: “Completamente destripado al escuchar la triste noticia. Este hombre maravilloso era demasiado joven para irse. Qué talento – qué legado – probablemente el más original y deslumbrante guitarrista de rock en la historia. Pienso en él como un chico – un prodigio inocente – siempre lleno de alegría, siempre modesto – y esos dedos verdaderamente mágicos abrieron la puerta a una nueva manera de tocar. Atesoro los momentos que compartimos. Su deceso deja un hoyo gigante en mi corazón. RIP Ed Van Halen. Bri”. De momento me apropio las palabras de Brian May, en espera del momento de iniciar un homenaje digno que sirva para celebrar la vida y obra de Eddie. Paz.

* Comentarios, sugerencias, dudas o desavenencias acerca de “Esqueletos en el Closet” son atendidos al correo electrónico villalobos7@gmail.com.

 

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