EL HILO DE ARIADNA

Democratizar las ciudades una tarea por venir
Por Heriberto Ramírez

La concepción de la democracia con la cual estamos familiarizados es hasta cierto punto simplista. La ciudadanía concurre cada seis o cada tres años a emitir su juicio por los candidatos de su preferencia, de acuerdo a sus criterios de elección. En un universo de electores concentrados mayoritariamente en las ciudades. Significa que literalmente es la ciudadanía quien realmente decide, dentro de su marco democrático establecido, quién la gobierna, la forma en que lo haga se da por añadidura, difícilmente tendrá maneras de influir posteriormente en ella.
La jerarquía de las necesidades de una ciudad, en nuestro contexto, está excluida de la deliberación, tampoco está sujeta a las decisiones de quienes pueden ejercer el voto. El ejercicio presupuestal, la planificación urbana, la conservación del medio ambiente, la política educativa y cultural, entre muchos otros rubros suele obedecer a intereses ominosos, de los cuales, la autoridad considera que las y los ciudadanos no tienen por qué enterarse, ni mucho menos participar.
Parafraseando un fragmento del libro de Daniel Innerarity Una teoría de la democracia compleja, podríamos decir -más allá de las trilladas simplicidades- que la inteligencia de la democracia ha empezado a reemplazar la jerarquía y el autoritarismo con una estructura inclusiva para decidir asuntos colectivos; ha sustituido procedimientos de autoridad divina o hereditaria por el voto representativo y los ciclos periódicos de gobierno; ha transformado las reglas eternas por sistemas de reglas abiertas a la revisión.
Esto pudiera sonar algo lejano, o fuera de lugar, cuando en realidad se encuentra en el origen mismo de la democracia, el discutir sobre los asuntos de la ciudad. Este punto fue señalado de manera contundente por Carlos Carrera, hace días, en un conversatorio organizado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, en coordinación con la Secretaría de Cultura, denominado “Pensar la ciudad, diseño urbano y la salud pública”. A muchos les ha llamado la atención, por no decir extraño, que profesionales de la filosofía nos ocupemos de estos tópicos, cuando en realidad también está en los orígenes mismos de la filosofía desde la época socrática y un poco más adelante con Hipodamo de Mileto. Lo que señalaba Carrera es que necesitamos ciudades policéntricas, inteligentes, sostenibles y sustentables, y democráticas; sobre esto último anotaba que el 90% del presupuesto se ejerce de manera discrecional, y el 10% restante apenas sí se sujeta al escrutinio público, cuando, él mismo plantea, debería ser a la inversa.
En este conversatorio, que tuvo una gran respuesta por parte de la audiencia, participaron, además, destacadas personalidades y profesionales de la salud pública, y comprometidas con el destino de la ciudad. Rosangela Sosa, Cecilia Calderón, Humberto Silva y Luis Andrés Rivera. Los problemas y las propuestas de solución planteadas en su conjunto intentan mantener abierta esta posibilidad de analizar, debatir y proponer esquemas de participación ciudadana que contribuyan a la solución de nuestros problemas, con el ánimo de construir una ciudad más amigable. Para quienes por alguna razón les fue difícil seguir este conjunto de reflexiones todavía pueden acceder, a través de la liga https://web.facebook.com/CulturaChih/videos/601717887159525.
Quizá todavía quede en la memoria colectiva, pues en realidad ha transcurrido poco tiempo, cuando una iniciativa ciudadana, integrada e impulsada por Chihuahua decide, asociaciones de Wikipolítica y la Red por la Participación ciudadana, a través de la figura del plebiscito “después de considerar la opacidad y poca claridad con la que se adjudicarían los recursos y considerar que había opciones más económicas para resolver el problema del alumbrado público en la ciudad”, fue capaz de frenar el proyecto Ilumina Chihuahua, dotado con una inversión estimada de seis mil millones de pesos, estableciendo un precedente histórico importante en materia de democratización de la ciudad. Fue un logro importante que marcó un camino a seguir para probar la plausibilidad de cristalizar procesos más democráticos dirigidos a transparentar el uso de los recursos públicos.
Es destacable también que expertos en los problemas urbanos se reúnan para compartir sus puntos de vista a un público amplio, pues esto contribuye a crear y ampliar una cultura democrática genuina.

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