LO QUE NO SOMOS TODOS LOS DÍAS

 

La UACh, con una propuesta de los nuevos tiempos

Por Mario Alfredo González Rojas

 

Renovarse o morir es la disyuntiva que marca el paso de las instituciones. Vivir anclado en el pasado no es garantía para alcanzar buenos resultados, aunque haya grandes antecedentes. Es a base de dialéctica, como pueden avanzar las sociedades con perspectivas de progreso. Así no nos desprendemos del todo del pretérito, en la conjugación con las nuevas tesis para llegar a la mejor síntesis. Digo, en el mejor ideal.

En este concepto, la Universidad Autónoma de Chihuahua no pretende ofrecer las carreras del mañana con base en modelos obsoletos de ayer, como lo ha señalado su rector, aunque sí le sirve aprovechar las vastas experiencias que ha acumulado desde 1954, en que se fundara la institución. El año siguiente puede ser el arranque de lo que ya se ha propuesto a la comunidad universitaria, con muestras de aceptación y de esperanza de acomodamiento a los tiempos actuales. Y en este acople con las circunstancias, hay acontecimientos novedosos, que hay que tomar muy en cuenta, como es el caso de todo lo relacionado con la pandemia del Coronavirus.

Lo inédito, lo no previsto, nos agarró fuera de nuestra rutina y sembró un alud de inquietudes, ideas, sentimientos impensables. Gregarios por naturaleza, nos distanció físicamente en el trato con la gente que vemos todos los días, y limitó de paso nuestras salidas a la calle, que constituye el puente con las cosas y con los asuntos de la vida. Y lo que se había previsto por la UACh, para adaptar sus planes y programas a los tiempos, pues ahora tiene que incluir el agregado que le deja la contingencia.

El debate, el intercambio de ideas de los alumnos en el escenario cotidiano, pasó de pronto a un plano virtual, que obliga a superar deficiencias en el manejo de las herramientas de comunicación, así como a pensar en solitario, sin la cercanía de un maestro que hasta intuye las dudas del alumno para subrayar contenidos. Así, en una más que obligada atención de parte del estudiante a sus temas, crece el esfuerzo y se fortalece la voluntad de aprender. Con sus reformas, la Universidad busca una «formación pertinente basada en la realidad del entorno», como debe ser, alejados los alumnos de situaciones irreales que hacen perder el tiempo y desconectarlo de todo interés. La educación debe ser una educación para la vida, como lo decía Miguel de Unamuno, el que fuera rector de la Universidad de Salamanca, España. Personas hechas para enfrentar retos del entorno social y laboral, es lo que quiere la universidad chihuahuense. Soñar por soñar, no resulta redituable en tiempos de globalización.

Luis Alberto Fierro, el rector del UACh, ha dicho que no es suficiente con cambiar contenidos, lo que por sí sólo significa mucho, sino que hay que ir hacia cambios estructurales, que la educación necesita para que sea desde luego más competitiva en un mundo global donde la competencia es base. Como dice la propuesta de Renovación Universitaria, el siglo XXI vino con un caudal de novedades bajo el brazo. De pronto ya nos vimos con la Internet, las benditas o malditas redes sociales, según se acomoden a nuestros intereses, mucha tecnología, un mundo de algoritmos. La gente mayor de pronto se sintió como en otro planeta, no así los mllenials y los poco anteriores a ellos, con aparatos y aplicaciones insospechados

En lo particular, me atrae el deseo de cultivar una educación más humanista, como lo propone la UACh, porque estamos urgidos de que la formación de los profesionistas no se deshumanice. Diestros en el manejo de los materiales, muchos se han perdido en su mundo aparte de los problemas sociales, y la Universidad tiene que luchar por una formación humanista en sus procesos de educación integral. Desde esta visión más que todo de la vida, la institución mencionada lleva buenos pasos. El humanismo busca valorar al hombre y la condición humana, ese es un objetivo esencial que no debe perder de vista la educación, en cualquiera de sus niveles.

Una educación humanista tiene que ver con la generosidad, la compasión, la comprensión hacia los demás. Por algo en Europa surgió el humanismo en los siglos XIV, XVI, ese deseo de reconocer al hombre como un ser con valores, con espiritualidad, luego de la etapa oscurantista de la Edad Media en que la figura central era la divinidad. Había que volver al estudio de los grandes clásicos griegos y latinos, para seguir sus conceptos del mundo y de la vida, que encumbran el cultivo de las virtudes, la belleza, la razón, el respeto a las leyes, el orden, el cultivo de las relaciones humanas.

El presente reclama alumnos proactivos, no oyentes perdidos en lo que les «caiga del cielo». Desde ahí es positiva la visión, de que al alumno hay que propiciarle el interés por el campo laboral en todo momento, como lo establece esta propuesta universitaria. Es un enfoque básico, puesto que para eso está estudiando, pero qué positivo resulta, como lo propone también el rector, que se le despierte el ánimo de investigar; tiene un campo maravilloso a sus pies que puede aprovechar sin limitaciones, si se lo propone.

Como dijo Protágoras, «el hombre es la medida de todas las cosas»; ya en un plan realista, no de todas las cosas, pero a la par con su inteligencia, dispondrá de la voluntad a su arbitrio.

Y si una institución educativa se lo permite, el «mundo será un anchuroso mar».

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