LO QUE NO SOMOS TODOS LOS DÍAS

30 de julio, Miguel Hidalgo y su pasión por los enciclopedistas
Por Mario Alfredo González Rojas

El 23 de abril de 1811 llegó Miguel Hidalgo a la Villa de San Felipe el Real, hoy ciudad de Chihuahua, en calidad de detenido del virreinato. Con él venían Juan Aldama, Ignacio Allende y Mariano Jiménez, entre otros caudillos. Los pobres llegaron, a decir de autores, casi muertos de hambre, luego de una travesía realizada desde Santa María de Guadalupe de Baján (Norias de Baján), en Coahuila, donde fueron apresados el 21 de marzo.
No podía esperar Hidalgo ninguna consideración de la Corona española. Se refiere que el 16 de julio de 1800, el Tribunal de la Inquisición había recibido quejas contra el cura de Dolores, entre ellas, por haber dicho que Dios no castigaba en este mundo con penas temporales, como mandar catástrofes, por no obedecer la voluntad divina. También, por respetar la libertad de conciencia de los judíos, al no aceptar a Cristo. Otra querella fue, porque consideraba la sexualidad como algo natural, ya que -observaba- permite el desahogo natural en el ser humano.
Así es que la llegada de Hidalgo auguraba un juicio muy severo, para aquel hombre culto que convocó a criollos, indios, mestizos, al pueblo en general a luchar por la Independencia. El cura era un asiduo lector de los enciclopedistas, y esa era otra de las acusaciones que pesaron fuertemente en su contra. Incluso simpatizaba con las ideas de la masonería, referentes a la libertad, igualdad y fraternidad. Se consideró que se había iniciado en la masonería, al igual que Ignacio Allende.
Una de las acusaciones más condenatorias, era en el sentido de su inclinación, como queda dicho, a la lectura de los enciclopedistas, que combatían la ignorancia, la superstición y la tiranía. Los enciclopedistas, como fieles exponentes de la Ilustración, abogaban por la libertad de los pueblos. La Ilustración tuvo una gran influencia en los aspectos científicos, económicos, políticos, sociales, tanto en Europa como en América.
Miguel Hidalgo conseguía libros prohibidos por el Índice, que incubaron en él un deseo ferviente por quitar las cadenas de la opresión de los habitantes de la Nueva España. El Papa Paulo IV (1555 -1559) ordenó a los inquisidores, elaborar un índice de los libros prohibidos. Mantener a la gente en la ignorancia y el fanatismo, eran las formas más seguras de conservar el poder, de evitar levantamientos libertarios. Esa forma de control era seguida por los gobiernos colonialistas, y en tal circunstancia el Índice sirvió de soporte para evitar por mucho tiempo la instrucción del pueblo. En el presente, la ignorancia es un gran aliado para orientar el voto. La ignorancia y el hambre.
En el 209 aniversario de la muerte del Padre de la Patria, este 30 de julio, resulta significativo recordar, cómo las ideas de los enciclopedistas sirvieron para alentar los deseos de independencia en líderes como Hidalgo, Bolívar, San Martín. Fue una corriente que surgió con la gran obra de la Enciclopedia, elaborada por Denis Diderot, Jean d Alembert y 21 colaboradores. La obra fue redactada en Francia, entre 1751 y 1772.
Sin descuidar sus labores de párroco, Hidalgo se las ingeniaba para conseguir sus libros a escondidas de las autoridades eclesiales; otros inquietos lectores tenían la oportunidad de viajar a Europa, lo que les permitía leer la Enciclopedia. El índice, el gran órgano controlador de las lecturas prohibidas, constaba de tres partes: en una, contenía los nombres de los autores, en otra, de los libros proscritos, y en la última, de los libros anónimos.
Todavía muchos recuerdan, que en la segunda mitad del siglo XX, en los templos católicos se acostumbraba quemar, como una vieja rememoración de la prohibición de lecturas nocivas, los libros considerados atentatorios de la moral y las buenas costumbres. En el exterior de la parroquia se organizaba la pira, la noche del 8 de diciembre, Día de la Purísima Concepción.
En el Índice, se asentaban las sanciones tanto para los lectores como para los editores de los libros prohibidos, tales como los que estaban dirigidos contra la «ignorancia, la superstición y la tiranía»; además, de los que se decía, atentaban contra la moral y las buenas costumbres. Y se establecía la excomunión, como una de las sanciones mayores para los supuestos enemigos de la religión católica.
A Hidalgo, lo acusaron en Chihuahua, de hereje, sospechoso de ateísmo y materialismo, de haber levantado ejércitos, dirigido manifiestos y del asesinato de españoles en Valladolid y Guadalajara.
¡Y de seguir las ideas de los enciclopedistas, que trataban sobre libertad e igualdad!

Mostrar más
Botón volver arriba