ESQUELETOS EN EL CLOSET

 

The Chicago Transit Authority

Por Jorge Villalobos

 

“La palabra impresa nunca puede aspirar a documentar una verdadera experiencia musical” -James William Guercio

En los E.U.A., en el estado de Illinois, se encuentra Chicago (la ciudad), famosa como la tierra de los gángsters, el lugar donde Al Capone estableció su imperio. Chicago también es conocido por su cercanía con el lago Michigan y por sus estaciones de trenes. Otro detalle famoso sobre Chicago es aquella leyenda que refiere que una vaca imprudente derribó una lámpara de petróleo encendida dentro de un granero, lo que ocasionó el gran incendio que devastara gran parte de la ciudad en 1871, que sí ocurrió en realidad. En Chicago tuvo lugar en 1886 aquella huelga que se conmemora cada día primero de mayo. Chicago es además el lugar de origen del blues urbano. En vista de esto, es un tanto irónico que una banda con el nombre de la ciudad no se dedique a tocar blues precisamente, sino un estilo de rock fusionado con jazz de primer nivel.

¿Quién no conoce a Chicago (la banda)? Chicago es uno de los grupos gabachos más populares y exitosos de la era del ‘Classic Rock’. Advertencia: si usted se cuenta entre los que conocieron a Chicago por medio del radio durante los años 80 a causa de canciones como “Hard To Say I’m Sorry” o “Stay The Night”, vamos a hablar de algo completamente distinto.

Formada en 1967, la banda Big Thing tocaba en bares en Michigan, y en una de esas tocadas fueron observados por James William Guercio, quien les propuso representarlos y producir su primer álbum. Guercio también propuso cambiar el nombre de la banda, que pasó a ser The Chicago Transit Authority, nombre que solamente pudieron usar para su primer álbum. Guercio lo propuso recordando la línea de autobuses que opera en la ciudad en la que él mismo trabajó años antes, pero los transportistas hicieron una demanda por el uso del nombre y la banda acortó su nombre a ‘Chicago’, como hoy en día la conocemos.

La compañía CBS había asignado a Guercio para producir el segundo álbum de la banda Blood, Sweat And Tears, que se destacaba por usar de trompetas, trombones y saxofones, pero Guercio puso como condición la inclusión del nuevo grupo de Chicago en el repertorio de artistas de la firma, a lo que los directivos se mostraban renuentes por tratarse de una banda similar. Tras el éxito que logró el álbum de Sangre, Sudor y Lágrimas, Guercio demostró solvencia para llevar a sus pupilos a grabar en los estudios de CBS en la calle 52 de Nueva York, y no solamente eso, también logró que la banda debutara lanzando un álbum doble.

El apoteósico debut en 1969 de ‘The Chicago Transit Authority’ fue bien recibido por el público y la crítica, que se desvivieron en elogios hacia los siete músicos que conformaban la banda, y a la postre obtuvo un éxito aplastante que lo mantuvo en las listas de popularidad durante 177 semanas, hasta 1975. Las razones de esto saltan al oído en cuanto uno escucha el álbum. Los sonidos que emanan de las bocinas al reproducir esta obra son la envidia de cualquier músico de carrera, con toda la galanura del jazz-rock mezclada con los excesos de improvisación y experimentación propios de la época.

Desde aquella primera grabación la Chicago Transit Authority (o Chicago a secas) estableció su inconfundible sonido de metales a través de Walter Parazaider (flauta, sax), Lee Loughnane (trompeta) y James Pankow (trombón), acompañando al baterista Daniel Seraphine, el vocalista y tecladista Robert Lamm, el vocalista y virtuoso guitarrista Terry Kath, y el bajista y cantante de característica tesitura Peter Cetera. Contrario a lo que pudieran esperar quienes conocieron a Chicago por sus éxitos posteriores, aquí Peter Cetera todavía no era el cantante acaparador, la mayor parte de las rolas son interpretadas por Lamm o Kath.

Se incluyen en este álbum algunas rarezas propias de los tiempos en que apareció, como la alusión a temas políticos y sociales del momento en la hermosa canción “Someday (August 29, 1968)”, precedida por “Prologue, August 29, 1968”, un corte de menos de un minuto con la grabación de ambiente de ocho mil manifestantes en contra de la guerra de Vietnam durante la Convención del Partido Demócrata estadounidense, evento que originó el sonado juicio contra “los Siete de Chicago”, acusados de conspirar contra el gobierno e incitar el motín. La nota del productor reza así: «Grabación real. Convención Demócrata (Chicago, agosto 29, 1968). Militantes negros exhortan a los manifestantes: “Dios nos dio la sangre para seguir andando”; la marcha comienza; la policía intenta dispersar a los marchantes; cántico: “El mundo entero está observando”». La pista aparece acreditada a J.W. Guercio (como si él lo hubiera escrito, el copyright no siempre es justo).

Otra rareza en este álbum es “Liberation”, una pista de catorce minutos y pico grabado en directo, completa y sin cortes, en la que la Chicago Transit Authority se explaya en un pandemonio de tonos y texturas, con exuberantes improvisaciones de cada uno de los músicos. A Peter Cetera se le conoce más como “el cantante de Chicago” que como bajista, pero aquí expone una verdadera cátedra sobre el arte de manipular las cuatro cuerdas gruesas.

La Chicago Transit Authority se atrevió en este álbum a hacer su homenaje con percusiones de estilo latino a “I’m A Man”, original de Steve Winwood en sus días con el Spencer Davis Group. En algún momento durante “South California Purples”, fina exhibición de sincronía grupal, Lamm canta entre atenuados metales y macabros bajeos un fragmento de la clásica beatle “I Am The Walrus” (“I am he as you are he as you are me and we are all together”).

Otro detalle notorio es la muestra del talento de Terry Kath en “Free Form Guitar”, experimento guitarrero sin mezclas ni efectos, sólo una Fender Stratocaster, un amplificador y diez dedos trabajando a todo furor imitando sonidos de avión y creando demenciales orgías sónicas con toda la gama de notas y tonos que alcanza una guitarra eléctrica. Se dice que el virtuosismo de Kath con la lira fue opacado por la sección de metales en la banda, y que Jimi Hendrix se declaró su admirador (el gusto era mutuo).

Se han mencionado hasta ahora canciones no muy conocidas en la carrera de Chicago, pero esa es apenas la segunda mitad del álbum doble. La primera mitad contiene más obras maestras ignotas, como la “Introduction”, que inicia con una sección de metales ejecutando un jazz descarado en perfecta sincronía, a la manera de las grandes orquestas de los años 50.

Otras composiciones de gran impacto que no están consideradas entre los grandes éxitos de Chicago son la dinámica “Poem 58”, que incluye un tremendo trabajo de Seraphine en la batería y un magnífico movimiento en crescendo de toda la banda, y las densas y maliciosas melodías del bajo y la guitarra atenuadas por los metales en “Listen”, una rola de agasajo, me atrevo a decir que una de los pistas más memorables de la banda en toda su historia y una muestra obligatoria para comprender en su magnitud el complejo estilo que caracterizaba a la banda.

Quedan por comentar tres pistas que se convirtieron en hits imperecederos de este primer álbum, de las cuales la sola mención de sus títulos pone el cuero chinito con deliciosa anticipación al hacer memoria de sus sabrosas estructuras musicales, dignas melodías representativas del estilo de Chicago a todo lo largo de su carrera: la balada “Beginnings” se convierte pronto en una gran fiesta con las preciosas intromisiones de la sección de metales de Parazaider, Loughnane y Pankow. A la edición para su lanzamiento como sencillo de “Does Anybody Really Know What Time It Is?” se le amputó un minuto y 40 segundos de improvisación en piano, con los que sí podemos agasajarnos en la versión completa incluida en este álbum, y finalmente se destaca la voz de Cetera en todo su esplendor en “Questions 67 And 68”, una de las canciones más celebradas de la banda, triunfante y alegre en grado superlativo.

Las grabaciones posteriores de la banda, ya rebautizada simplemente Chicago, tienen títulos harto imaginativos. A excepción de sus álbumes números 4 (“At Carnegie Hall”) y 12 (“Hot Streets”), los demás fueron titulados con el numeral romano que les correspondió en orden de aparición (“II”, “III”, “V”, “VI”, etcétera) y después de la muerte del guitarrista Terry Kath algunos fueron titulados con números arábigos y otros con títulos concretos.

Para fines ilustrativos sobre el éxito de la banda, entre su anecdotario destaca que se cuenta entre los contadísimos grupos de rock que llegaron a presentarse en México durante los años 70. En noviembre de 1975 realizaron dos conciertos en el Auditorio Nacional en México, D.F., con los respectivos desmanes que eran de esperar en estas tierras del águila y el nopal (fraude con boletos falsos, público irrespetuoso, policías represivos, empresario arruinado, etcétera, el pan nuestro de cada concierto en esa época, por algo hubo tantos años de represión hacia la música de rock, desde Díaz Ordaz hasta De la Madrid).

Durante los años 70 Chicago produjo una racha de éxitos masivos y mantuvo intacto el impresionante estilo de su música. Esto se vio interrumpido el 23 de enero de 1978, día en que ocurrió la muerte de Terry Kath. Se habló en su momento de un estúpido juego de ruleta rusa, pero la verdad es que Kath se disparó sobre la sien accidentalmente por estar jugando con una pistola automática mientras la limpiaba. Chicago estuvo a punto de desbandarse en ese momento y lanzaron algunos álbumes erráticos que no obtuvieron el éxito acostumbrado, pero a principios de los años 80s lograron volver a las listas de popularidad y, tras algunos ligeros cambios de personal (entre los cuales el más notorio fue la salida de Peter Cetera en 1985), hoy en día siguen al pie del cañón, habiendo recibido en este caótico año 2020 un premio Grammy por su trayectoria musical.

Sin embargo y a pesar de continuar la racha de éxitos, desde la muerte de Kath fueron disminuyendo aquellos intrépidos experimentos de jazz-rock en favor de un estilo orientado al soft-rock y a las baladas pop, sin menoscabo de su inventiva musical caracterizada por la coordinada sección de metales que les otorga un puesto muy distinguido entre las bandas de rock clásico.

* Comentarios, sugerencias, dudas o desavenencias acerca de “Esqueletos en el Closet” son atendidos al correo electrónico villalobos7@gmail.com.

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