EL ORÁCULO DE APOLO

La medicina en la Edad Media y las epidemias
Por: Enrique Pallares

 

La medicina fue quizá, de todas las artes prácticas que se cultivaban en la Edad Media, en donde la mano y la mente, la experiencia y la razón, se combinaban para producir los resultados curativos más destacables de ese momento. De todas las escuelas superiores de Teología, Leyes y Medicina, en las universidades medievales, solamente en las de medicina era posible acceder a un aprendizaje posterior en las ciencias de la naturaleza después del grado en artes.
Muchos de los más destacados hombres de ciencia, tales como Roberto Grostesta (siglo XIII), Pedro Hispano (quien escribió una especie de enciclopedia médica) y Guillermo Gilbert, habían estudiado medicina, basándose en las obras de lógica de Galeno. Ellos hicieron grandes contribuciones a la lógica de la inducción y del experimento aplicándolos a la medicina. Hay que recordar que el mismo Galileo comenzó sus estudios universitarios por la medicina.
La práctica de una historia clínica individual dio como resultado descripciones excelentes de los síntomas y del curso de muchas enfermedades, tales como: la temible peste bubónica que acabó con un tercio de la población europea (cuyos síntomas era la aparición de tumores purulentos, o bubones en la ingle, de donde viene su nombre); la difteria, la lepra, la tisis, la rabia, la diabetes, la gota, el cáncer, la epilepsia, la enfermedad de la piedra, la pneumónica y muchos casos quirúrgicos.
Los tratamientos medicinales en la Edad Media estaban basados en las plantas. Y muchos de ellos estaban orientados por la medicina griega y la teoría fisiológica subyacente que consistía en suponer que las enfermedades se debían a un desequilibrio de los cuatro humores; estos eran las flemas, la bilis amarilla, la bilis negra y la sangre. Esta teoría estaba de acuerdo con la filosofía aristotélica de los cuatro elementos; tierra, aire, agua y fuego y con sus respectivas propiedades, seco, frío, húmedo y caliente.
En el caso de las epidemias, los médicos medievales, atribuían su causa a los influjos astrológicos e hicieron muchos esfuerzos por predecir las epidemias basándose en la conjunción de los planetas. Se creía que estas causas remotas producían esas enfermedades fatales por la corrupción del aire, la exhalación de los terremotos o un clima anormal y muy húmedo.
Basados en estos supuestos, muchos médicos observaban signos climáticos y astrológicos para indicar la aparición de epidemias como la que se dio con la peste bubónica (o peste negra), que parece ser tuvo su origen en la India.
El significado original de la palabra “epidemia” (gr., epidémía) es el de “visita” “llegada a un lugar”. Demóstenes la dio a entender como “inmigración”. Entre los médicos epidémía se empezó a relacionar con una enfermedad que viene desde fuera hacia dentro, desde la llegada a una ciudad o población o la llegada al cuerpo desde fuera. Así, las enfermedades epidémicas eran consideradas “colectivas” y no individuales, porque afectaban a muchas personas y al mismo tiempo se originaban por algo nocivo “que llegaba” en el aire que todos respiramos. Desde luego, en todas estas nociones, el concepto de virus, aún brillaba por su ausencia.

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