SE TIENE QUE DECIR

México necesita un presidente
Por Cacho

Con tristeza veo que el Poder Ejecutivo de México no lo encabeza un gobernante, un estadista, se trata de un personaje que lleva ya casi 14 meses enalteciéndola y tratando de conservar su popularidad, sin atacar a fondo las causas de los problemas que surgen en una nación tan compleja como es la nuestra.
Si se habla de economía, “vamos requetebien” es la respuesta simplista a un crecimiento cero, estancamiento pues, y si las cosas siguen de esa manera, podríamos caer en franca recesión.
Si se trata de empleo, en diciembre pasado se presentó la menor desocupación histórica, presume Andrés Manuel López Obrador, dando cifras del INEGI, que toma en cuenta a los becarios integrantes del programa “Jóvenes construyendo el futuro”, quienes no pagan impuestos… viven de los que pagamos los demás.
En cambio, las cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social reportan una caída de poco más de 30 mil empleos formales en el 2019, dicha diferencia se mide con el año inmediato anterior, es decir, el 2018, lo que nos lleva a observar una cruel realidad: no sólo no se están generando nuevas fuentes de trabajo remunerado y generador de contribuyentes, se están perdiendo plazas laborales.
Pero “vamos requetebién” y “el pueblo está feliz, feliz, feliz”, preguntémosle a quienes han perdido su trabajo si esa es su visión de la realidad que viven actualmente.
También ha dicho AMLO que su gobierno no ha aumentado la deuda y para muestra un botón, la semana pasada, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes informó que se concluyó y quedó cerrado el proceso de cancelación del aeropuerto de Texcoco con la liquidación de contratos y recompra de bonos por un total de 75 mil 223 millones de pesos.
La verdad es que no es cierto: falta por pagar a tenedores de bonos en el extranjero 4 mil 200 millones de dólares (poco más de 80 mil millones de pesos), pues solamente les han liquidado mil 200 millones de dólares.
Si eso no es deuda, que alguien me explique qué sí es.
Aunque es preciso reforzar el argumento previo, esos cuatro mil millones de dólares serán pagados con el impuesto que se cobra a quienes usan el transporte aéreo, la Tarifa de Uso Aeroportuario (TUA). Es dinero que aún no ingresa a las arcas gubernamentales, ni lo hará por espacio de muchos años más, hasta liquidar el adeudo o como la administración federal le quiera llamar o inventarle nombre.
¿Y el sector salud? Nuevamente se presentó la escasez, desabasto, inexistencia o desaparición de medicamentos, en especial el que se administra a niños que padecen cáncer y que “explotó” en los casos que se atienden en el Hospital Infantil de México “Federico Gómez”.
Esto provocó lo que el presidente López Obrador ha convertido en su forma de gobierno, la desacreditación de la directiva de dicho nosocomio, encabezada por el médico pediatra Jaime Nieto Zermeño, quien ha ocupado la dirección médica de ese instituto de salud desde 2011. ¿Le dio por hacer negocio con los medicamentos hasta ahora que llegó la 4T?
Pues no lo sabemos, pero en años anteriores no había protestas por desabasto de medicamentos.
Luego, con la visión simplista de esta administración federal, el mandatario nos receta lo mismo: vamos a investigar posible corrupción entre la directiva hospitalaria y los laboratorios proveedores de medicamentos…
Pero, y lo resalto, lo primero es garantizar que los menores que padecen tan terrible enfermedad reciban su tratamiento, es obligación del Estado Mexicano garantizar el derecho a la salud, es secundario, aunque no menos importante encontrar y castigar a los delincuentes, si es que los hay, pues a casi 14 meses, por casos de corrupción, no hay encarcelados.
Salvo el caso de Rosario Robles Berlanga, a quien ni siquiera se le ha comprobado delito alguno de las acusaciones que pesan sobre ella y que está en prisión preventiva, violando su derecho constitucional de presunción de inocencia… aunque ese es otro tema, bastante espinoso, que debe tratarse por separado.
En fin, tenemos un presidente que no sabe serlo. Es un vendedor de castillos en el aire, recordando aquella melodía del extinto Alberto Cortés, pues culpa a todo mundo de la ineficiencia, ineficacia y errores de su administración, acusa y señala a personas y personajes, sin demostrar culpabilidades –hasta ahora–, y sin que se vislumbre que esto está caminando.
López Obrador sigue pidiendo tiempo para dar los resultados que prometió dar desde los primeros días de su administración, sabiendo que era imposible, pero esperemos no se convierta este periodo en una emulación de la docena trágica vivida en el país en los mandatos de Echeverría y López Portillo.
Es tiempo de olvidarnos de tonterías, como la rifa del avión presidencial y exigir resultados tangibles, por lo pronto a los problemas que aquejan a la población más desvalida, porque las promesas del entonces candidato, ahora presidente, son palabras de un político como muchos en México, que no tienen valor, 100% mentira, cero por ciento “honestidad valiente”.
Pues, se tenía que decir… y se dijo.

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