DERECHO Y POLÍTICA

Cede la 4T a las amenazas de delincuentes: No hay Estado de Derecho
Por: CARLA CABELLO

Tras los hechos violentos que se registraron en Culiacán, en donde como resultado únicamente quedó al descubierto la incapacidad del estado mexicano para brindar seguridad a quienes radicamos en este país, aún se está a la espera de que Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana a nivel federal, sea llamado a comparecer por parte de la Cámara de Diputados.
Y es que no sólo fue la torpeza de organizar un operativo para detener a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera, arriesgando con ello la vida de los elementos que nada más siguieron las órdenes de sus superiores, quienes deben saber de estrategias en seguridad y también del incremento de los homicidios dolosos en todo el país.
Está claro que, al momento de la detención de Ovidio Guzmán, Alfonso Durazo no estaba presente, sin embargo, sí es responsable de haber autorizado la captura del capo, para después liberarlo, y también tiene la tarea de designar de manera adecuada a los mandos que coordinan, y quienes al final de cuentas son los que están presentes en el campo de acción.
Lo que sí debe quedarnos muy claro es que la Cuarta Transformación cedió a las amenazas de un grupo delictivo, situación muy grave, pero además demuestra que el Estado de Derecho se negocia y que la coercibilidad de la nación no existe, y sólo es un maquillaje que se utiliza para castigar a quienes no representan tanto peligro.
Estado de Derecho es un principio de gobernanza en el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente. Se deben hacer cumplir por igual, y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos.
Si cualquier autoridad violenta el Estado de Derecho mediante el poder que le da el cargo que ocupa, debe ser llamado a rendir cuentas, y si en el ejercicio de sus funciones cometió un delito, con o sin intención, éste debe seguirse de oficio, pues el Estado no sólo tiene la obligación de proteger a unos cuantos sino a todos los mexicanos.
Esperemos y el hecho de no haberle aceptado la renuncia al secretario de Seguridad, tenga como objetivo arreglar el desastre hecho en Sinaloa, para que entonces después sí pueda irse a buscar chamba en otra cosa, porque como estratega en materia de seguridad ha dejado mucho que desear.
Que mi expresión te haga pensar.

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