Los señalamientos de corrupción y fraude acechan a uno de los programas más relevantes de la Administración de Andrés Manuel López Obrador. La estrategia Jóvenes Construyendo El Futuro, que promueve la capacitación laboral de personas de entre 18 y 29 años a cambio de una beca mensual de 184 dólares, presume en su primer año cerca de un millón de beneficiarios, 157.000 centros de trabajo vinculados y una penetración en más del 96% de los municipios del país. No obstante, en el detalle, las quejas por las irregularidades de las empresas afiliadas, el retraso de hasta tres meses en el pago de las becas y el amago de algunos de los empresarios para cobrar parte del apoyo gubernamental a los becarios han opacado los resultados.
Setenta y dos días después de comenzar su Gobierno, el presidente Andrés Manuel López Obrador dio el banderazo de salida de este plan dirigido a los denominados ninis, jóvenes que ni estudian ni trabajan. En México suman alrededor de 3,9 millones de personas en esta circunstancia, según datos oficiales. La promesa del Ejecutivo fue respaldada con un presupuesto de 40.000 millones de pesos (2.013 millones de dólares) para cubrir las becas mensuales, cifra similar a los 39.778 millones de pesos aprobados de los Presupuestos Federales para la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el centro universitario más grande de América Latina.
A casi ocho meses de su implementación, la estrategia acumula al menos 5.000 quejas ante la Secretaría del Trabajo. Entre las inconformidades se encuentra el caso de la joven de 27 años Denisse Vásquez en Ciudad de México. En un inicio, relata Vásquez, la consultora en seguridad a la que se vinculó le aseguró una tutoría de excelencia, pero con el paso de los días, las promesas quedaron en el papel y en cambio aumentó la presión por parte del tutor para que los jóvenes compraran material y asistieran a cursos con un coste extra de hasta 800 pesos (40 dólares) por sesión. “Creo que faltó formular mejor el programa, hay mucha corrupción, desinformación para los becarios”, menciona.
Ella no es la única persona decepcionada tras su paso por el programa. Michel Chávez, egresado de la licenciatura de ingeniería industrial, seleccionó a una empresa dedicada a dar cursos de finanzas personales e idiomas porque su objetivo era mejorar su dominio del inglés. Sus planes se vieron truncados por los escasos recursos de la compañía. “Yo tenía que promocionar los cursos en redes sociales, pero el tutor no tenía un lugar, ni equipo”, narra. Ahora se encuentra buscando empleo por su cuenta, una odisea en la que Jóvenes Construyendo El Futuro representa para él una competencia directa: “Muchas empresas que se suman a esto también es para no pagar salarios, es un arma de dos filos, porque como saben que pueden tener becarios sin pagarles se agarran de ahí y a uno que tiene carrera prefieren no contratarlo”, opina.
En el Ministerio de Trabajo no son ajenos a estas voces inconformes. Horacio Duarte Olivares, subsecretario de empleo y productividad laboral y responsable del programa, admite la existencia de centros de trabajo que han intentado obtener un beneficio económico a costa de los becarios. «A veces se les quiere cobrar (a los jóvenes) por permanecer en el centro de trabajo. Hay quejas de que la capacitación no es la que acordaron. Son los incidentes más recurrentes. Hay alguna (queja) de discriminación, o de violencia entre los mismos jóvenes”, añade el funcionario. La Secretaría del Trabajo ha presentado denuncias contra tres empresas de los Estados mexicanos de Tabasco, Veracruz y Sinaloa en las que se detectó que se cobraba a los jóvenes bajo el amago de que si no recibían el dinero serían suspendidos. A la fecha, la dependencia federal ha dado de baja a 300 empresas por incurrir en los fallos antes mencionados.
La autoridad federal ha puesto en marcha un plan de verificación para corroborar la veracidad de las capacitaciones y que no se este incurriendo en un mecanismo de subcontratación a través de la estrategia. La Secretaría del Trabajo planea realizar más de 2.000 visitas a compañías, principalmente en los Estados con mayor adopción al programa: Chiapas, Tabasco y Veracruz. No obstante, este número de inspecciones dista del universo de más de 157.000 centros de trabajo inscritos, de los cuales un 75% son microempresas con menos de cinco empleados.
Un ejercicio de supervisión que no excluye al Ministerio del Trabajo debido a las recurrentes quejas por el atraso de pago de las becas. Erick Santos Reyes, de 25 años, aún espera poder cobrar alrededor de 542 dólares por tres meses de capacitación. Ingresó al programa en abril pasado como becario de una empresa de contabilidad. Sin embargo, al inicio fue notificado sobre una revisión administrativa que ha congelado la liberación de su beca. El disgusto crece con cada semana que sigue sin saber si obtendrá el apoyo gubernamental. “La empresa solo me dice que lo reporte al portal. Estoy enojado porque es un programa con muy buenos propósitos, pero está muy mal estructurado”, señala.
Rodolfo de la Torre, director del programa de desarrollo social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, señala que la efectividad del programa se pondrá a prueba una vez que los becarios concluyan los 12 meses de capacitación y sean capaces de insertarse en el mercado laboral. “Jóvenes Construyendo El Futuro les aportará esta experiencia y entrenamiento laboral, pero si no está creciendo la economía por lo menos arriba del 2%, por más benéfico que pueda ser este programa no se va a traducir en reducciones de la pobreza o aumentos en el ingreso”, refiere. Las estadísticas laborales refuerzan el escepticismo sobre las bondades del programa: en los primeros siete meses del año México solo creó 306.014 puestos de trabajo formales, la cifra más baja para este periodo desde 2013.