Juan Pablo Herrera de la Cruz es estudiante del noveno semestre de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Tiene 22 años y desde hace casi 5, todos los días recorre cada uno de los pasillos de la facultad vendiendo dulces a sus compañeros, maestros y personal administrativo, ganancias que utiliza para pagar su carrera y solventar sus demás gastos.
“Tenía una necesidad económica y busqué que mis padres no se vieran tan presionados con los gastos; se me ocurrió vender dulces, pedí permiso a los directivos y actualmente cuento con beca por excelencia académica UACH y doy un servicio de calidad”.
Su día comienza a las 5 de la mañana, antes de las 6 ya está a la espera del camión en la colonia 2 de Octubre y para las 6:30 se encuentra listo y en espera de su primera clase que empieza a las 7, siempre llevando su mochila con cuadernos y libros, así como la maleta en la que carga los dulces que vende y que le permiten salir adelante.
Durante el cambio de clase aprovecha para comercializar sus productos y hasta con una terminal cuenta, para aceptar los pagos con tarjeta cuando así se lo solicitan. Todos los días a las 7 de la tarde regresa a su casa.
Reconoce que es más fácil levantarse muy temprano para ir a estudiar, que hacerlo para trabajar, por lo que recomendó a los jóvenes que cambien su manera de pensar, que disfruten su etapa como estudiantes y que traten siempre de mejorar, para que en su vida laboral puedan llegar lejos.
El futuro abogado comentó que está orgulloso de su trabajo, pero también agradece la oportunidad que le brinda la UACH y la Facultad de Derecho, no solo por dejar que venda sus dulces y de ahí acceda a recursos para su manutención sino por brindarle un espacio de calidad en su formación profesional.
Lo conocen ampliamente como el “Lic. Juan Pablo”. No hay estudiante de la facultad que no sepa de él y que no tenga su número celular, pues además de recorrer todas las instalaciones con sus ventas, también lleva los productos a quien le llama por teléfono o le envía un mensaje.
“Trato de brindar un servicio de calidad, mis compañeros conocen mi horario y siempre me buscan; quiere decir que estoy haciendo bien mi trabajo, con amabilidad y pasión”, dijo.
Dice ser un universitario normal, lleva buenas calificaciones, no falta a clases y aprovecha el espacio que ocupa, pues dejó claro que exprime cada minuto de las asignaturas impartidas por los catedráticos.
Juan Pablo pidió a los estudiantes de cada facultad valorar el espacio que ocupan en la Universidad y buscar cuál es su vocación, para que de esa forma puedan trazar su destino, ser buenas personas y a través de ello lograr ser profesionistas exitosos, dispuestos a ayudar a la población.