La temporada regular llega a su fin y muchas franquicias están preparándose para los playoffs. Las peleas para poder ocupar los puestos que dan acceso a la fase final crecen y la lucha por llegar lo mejor colocado posible también toma protagonismo. Tanto el Este como el Oeste presentan este año una lucha encarnizada donde cualquier partido puede hacerte avanzar o retroceder mucho y los equipos tienen que encontrar el equilibrio entre el esfuerzo que supone mantener tu posición y la frescura con la que los jugadores deben llegar a la fase final.
Los Golden State Warriors no parecen estar especialmente preocupados por esta lucha. El equipo dirigido por Steve Kerr, ya curtido en mil batallas, se ha transformado en los últimos cinco años en un grupo que sabe lo que es ganar, y afronta, una vez más la fase final, con la sensación (eso es lo que transmiten) de que están por encima del bien y del mal, y saben que si un equipo quiere romper su hegemonía tendrá que sudar la gota gorda y hacer un magnífico baloncesto. Los de Oackland tienen una nueva cita con la historia en estos playoffs: pueden conseguir su tercer anillo consecutivo y ganar el primer three-peat de la liga desde Shaq y Kobe (2000-02). También podrían lograr su cuarto anillo en cinco años, algo que no se ve en la liga desde los Celtics de Bill Russell y compañía.
Sin embargo, no está siendo una temporada fácil para los Warriors. Las dinastías nunca son sencillas, y su mantenimiento en el tiempo siempre ha sido una quimera. Solo los mencionados Celtics, allá por los años 50, consiguieron transformar su dominio en una cifra realmente astronómica de anillos. Los 5 de los Lakers en los 80 o los 6 de Jordan una década después nos enseñan que que hay distintas circunstancias que acaban con estas históricas franquicias. Siempre nos quedará la duda de saber qué habría pasado si Magic no se hubiera tenido que retirar en 1992 tras ‘sólo’ 12 años de carrera, una cifra inferior a la de otros grandes jugadores. Lo mismo pasa con Jordan. Sin sus retiradas en 1993 y 1998 quién sabe hasta donde podrían haber llegado esos Bulls.
No parecen estos los motivos que podrían provocar el hipotético final de los Warriors. En la Bahía ronda un ambiente extraño que ha perdurado durante toda la temporada, y la sensación de que estos playoffs podrían ser el último baile de un equipo histórico no hace más que intensificarse. El paso del tiempo no se va a llevar a este equipo, como pasó con Tim Duncan o al final también con Kobe Bryant. Todos los jugadores van a seguir en activo cuando acabe la presente campaña. El posible final parece más bien tener su origen en una propia ‘autodestrucción’.
Los viajes, las larguísimas temporadas, las mismas caras cada días, la competición por el anillo… todo eso hace mella en muchos grupos que no consiguen mantener la química. Ya les pasó a Shaq y Kobe, cuyas viscerales discusiones acabaron con una final perdida y el pívot en Miami. En esta ocasión no parece que haya habido una oposición (tan) clara entre los miembros del equipo, pero el proyecto se alarga por casi cinco temporadas (desde que llegó Kerr al banquillo) y los rumores no han hecho más que atenazar al equipo.
Durante este año se han visto discusiones públicas entre Durant y Green en pleno encuentro (parecen reconciliados) y se ha visto a Steve Kerr quejarse del ala-pívot a su segundo, Mike Brown («Estoy harto de la mierda de Draymond»), y el año pasado ya tuvieron una discusión importante que trascendió a los medios. También hemos visto como Durant aseguraba que no iba a perdonar ni un dólar en su próximo contrato y muchos rumores le han situado en los Knicks para la temporada que viene, algo que él no ha desmentido (es agente libre en cuanto finalice la temporada).
También se ha llegado a situar a Draymond Green fuera del equipo en 2020, cuando se convierta en agente libre: el difícil carácter del jugador hace la convivencia en el vestuario haya sido cada vez más complicada y podría ser una decisión mutua, y aunque queda un año en el que podrían cambiar las cosas, el propio jugador también ha dicho que no va a perdonar dinero. Tampoco se sabe que va a pasar con DeMarcus Cousins. El pívot venía en teoría para una sola temporada y su futuro es una incógnita una vez recuperado de su lesión: podría buscar otro gran contrato (aun es joven) o intentar ganar en una franquicia perfectamente preparada para ello. Para el equipo es otro carácter volátil que no sabes por dónde te va a salir.
Sí parece que continuara en el proyecto un Klay Thompson que se ha encargado de desmentir los rumores que le situaban fuera del equipo, expresando su deseo de continuar ligado a su franquicia de toda la vida, algo que también han hecho los propios Warriors. También seguirá el capitán general de este proyecto: Stephen Curry. El base, ya renovado, es la cara de la dinastía ‘warrior’ y ha sido la piedra angular de la última era en la NBA. Además, se ha sabido adaptar perfectamente a sus compañeros, alejarse de las peleas internas y compenetrarse con otra estrella de la talla de Durant por el bien del equipo.
¿El anillo de la despedida?
Los jugadores no son tontos y saben que los playoffs se acercan y que el objetivo ahora es común. Ya les pasaba a Shaq y Kobe, que después de estar ‘a tortas’ (casi literalmente) durante la temporada, se conjuraban en la fase final para convertirse en una de las mejores parejas de la historia. Lo mismo pasa en estos momentos. Faltan aproximadamente dos meses de competición antes de las vacaciones y la platilla ‘warrior’ solo tendrá que pensar ahora en la consecución de un nuevo campeonato.
El año pasado el conjunto de la Bahía ya demostró de lo que era capaz en la post temporada. No fueron dominantes en la regular season, los Rockets se declaraban aspirantes, la química grupal no era tan sólida y parecía que podían ser batidos. Pero demostraron de lo que eran capaces en la Final de la Conferencia Oeste y, lesión de Paul mediante, lograron comportarse como un equipo campeón y vencer la eliminatoria para arrasar a los Cavs en la final.
Ahora afrontan unos playoffs que saben que pueden ser los últimos. Es difícil imaginarse un escenario que acabe con un equipo que nos sean los Warriors levantando el trofeo de campeón, aunque nunca se sabe. No pierden una ronde desde las Finales de 2016 y no caen en el Oeste desde la primera ronda de 2014. Tres anillos en cuatro años que podrían convertirse en cuatro, una temporada de 73-9, dos MVP de la temporada para Curry, un premio a Mejor Entrenador para Kerr… Toda una dinastía de dominación que puede vivir su último baile en los playoffs. Ganen el anillo o no.