Durante los años 50, cuando los televisores se asomaban tímidamente a los mercados, México ya se planteaba el desafío de enseñar ciencia a través de las pantallas. El 2 de marzo de 1959 marcó la historia de la televisión mexicana para siempre. Un profesor frente a una pizarra dando una clase de matemáticas en vivo fue lo que convirtió al país en pionero de la producción televisiva educativa en América Latina. Ese primer programa posicionó al Instituto Politécnico Nacional (IPN), una de las universidades públicas mexicanas más importantes, como la primera institución académica de la América hispana en contar con una emisora universitaria. Seis décadas después, los formatos han cambiado, pero el objetivo sigue siendo el mismo: acercar el conocimiento a la sociedad.
Los 30 minutos que duraron la clase avanzada del profesor Vianey Vergara Cedeño consistía en un proyecto que, dirigido por el ingeniero Alejo Peralta, llevaba un año preparándose para salir en antena. Así lo recuerda Javier Vergara Campos, extrabajador del canal que presenció la trasmisión. “El ingeniero Peralta llegó el día antes a decirnos que si Canal Once no salía el 2 de marzo, nos olvidáramos de tener un trabajo. Estábamos todos muy nerviosos, pero sabíamos que teníamos que ponerle muchas ganas”, cuenta.
La transmisión de 1959 fue en realidad un acto más bien simbólico, que apenas vio nadie. La señal era tan débil que alcanzaba apenas unos metros más allá del estudio. Vergara Campos, que en esa época tenía 19 años, asegura que la idea inicial de Peralta era reforzar la educación a través de circuitos cerrados de trasmisión de las clases en cada escuela, ya que en aquellos años, los maestros escaseaban. Fue el año siguiente que se comenzó a pensar en abrir el espectro de la audiencia y llevar la señal a los televisores del país, al mismo tiempo que incorporaron clases de física, inglés, francés y alemán a la programación.
“Fuimos evolucionando porque cada vez que había más gente que nos veía y se comunicaba con nosotros para mejorar la señal”, señala Víctor Hugo Pérez Salinas, uno de los estudiantes del IPN que ayudó a construir las más de 50.000 antenas que instalaron en las viviendas para que tuvieran acceso a Canal Once. Él, además de trabajar en la parte técnica, durante la emisión de los programas cumplía el papel de alumno, según recuerda. “Al final del curso, se hacía un examen final en vivo. Entonces invitaban a la gente a venir al estudio y tomar los exámenes, y si aprobabas, te daban un diploma. Yo aprendí así inglés y francés”, relata entre risas.
“Este canal era una escuela”. Juventino Morales Mora, excamarógrafo del canal, asegura que durante los primeros años la emisora era un espacio donde se enseñaba diferentes disciplinas, como locución o actuación, a estudiantes de varias universidades. Una de ellas era la Universidad Nacional Autónoma de México, que no contó con una televisora propia hasta 2005.
Con el paso del tiempo, Canal Once fue mutando y se convirtió también en una emisora cultural, con espacios dedicados al entretenimiento, con espacios de música, deporte, viajes y cocina. Pero gran parte de la producción siguió apuntando a acercar la ciencia a la audiencia. En este sentido, la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia del país sirvió de impulso, opina Jimena Saldaña, directora de la emisora. “La Secretaría de Educación nos pidió hacer más contenido educativo sobre física y matemática para que los niños crean realmente que es fácil aprender”. 60 años después, volverán las clases, asegura, pero esta vez será con juegos y formatos didácticos.